Este libro tiene su origen en una preocupación personal. Su autor tenía catorce años cuando terminó la Segunda Guerra Mundial y creció con la esperanza de que se cumplieran las promesas que habían hecho en 1941, en la Carta del Atlántico, los que iban a resultar vencedores en la lucha contra el fascismo, en un programa en el que nos garantizaban, entre otras cosas, «el derecho que tienen todos los pueblos a escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir» y una paz que había de proporcionar «a todos los hombres de todos los países una existencia libre, sin miedo ni pobreza».