El periodista Josep Cuní me dio la primera pista: «Los miembros del ejecutivo catalán parecen salidos de Operación Triunfo; están todos cortados por el mismo patrón». ¿Era cierto? ¿Esa monotonía en las formas y los discursos que desprenden los consellers y las conselleres podrían haberse forjado en un casting de talent show? Me puse a investigar.
Llamé a los expertos y a las expertas en los castings de ese tipo de programas y me contaron cuáles eran los requisitos para pasar el corte y llegar a la televisión. El primero parecía obvio: que la persona cantara bien. «Pero lo cierto –me dijeron– es que no hay muchos que canten bien y, por eso, valoramos otras características». Me pareció fundamental conocer cuáles eran para adaptarlas al mundo de la política y comprobar si los y las miembros del gabinete catalán habían sido escogidos como en un talent show. Los otros requisitos que entran en juego, en este orden –diría–, son los siguientes: que la persona candidata tenga una historia detrás, algo que mueva al público; que su estilo sea diferente a los habituales (suma más si, además, contrasta su voz con su imagen, por ejemplo, niña punky que canta como un angelito); y que representen a distintas culturas y geografías de España.
La condición de que la persona candidata cante bien la reconvertí en «que hubiera tenido éxito profesional». Un éxito profesional evidente. Si vienes a formar parte de un gobierno, se puede pedir una notoriedad profesional previa, y ese resultado pasa por que la persona sea reconocida por la gente por un proyecto con mucha repercusión, por tener un perfil netamente directivo o por la importancia de la empresa que hubiera dirigido (caso De Quinto, vicepresidente de Coca Cola, cuando entró en Ciudadanos). Si aplico este criterio, se puede concluir que el nuevo Gobierno catalán no canta bien. Solo 5 de las 15 personas que lo forman pueden decir que sus resultados profesionales son relevantes. Giró, el conseller de Economía, había sido presidente de Fundación La Caixa; Argimon había dirigido el Servei Català de la Salut; y tres conselleras tenían un perfil de profesoras con carrera: una catedrática, una vicerrectora y una directora de un centro de la NYU, la universidad de Nueva York. Los otros y las otras venían de ser alcaldes, alcaldesas o concejales, concejalas de pueblos o pequeñas ciudades, o directamente del partido o de la administración catalana. Resulta curioso el caso del propio presidente, Aragonès, cuyo primer mérito en la página oficial del Gobierno catalán es anunciar una tesis que no ha terminado; el resto de personas, cargos del partido.
Puede concluirse, respecto al primer requisito, que quienes integran el Gobierno no atesoran, en general, unos méritos extraordinarios y, además, –segundo criterio– la mayoría tiene experiencias profesionales parecidas. Es como si el presidente hubiera escogido fotocopias suyas para formar gabinete. Porque, además, casi todas las personas miembro tienen entre 40 y 50 años (el presidente está a poco de cumplir los 40). Excepto, curiosamente, los y las que parecen tener algún mérito profesional previo, que son mayores. En cambio, sí que es cierto que las cuatro provincias catalanas están representadas.
La percepción de Cuní es real, incluso con los criterios de selección de un talent show. La mayoría de los y las miembros responden al mismo patrón: sin éxitos profesionales destacados, captados y captadas desde el partido o la administración catalana y de una edad parecida. En este gobierno, el director del casting ha preferido clonar al presidente que buscar participantes con los niveles que se requieren en los talent shows.
Cita recomendada
PASTOR, Lluís. «‘Casting’ de ‘talent show’ para escoger el Gobierno catalán». COMeIN, junio 2021, no. 111. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n111.2143
Profesor de Comunicación en la UOC