Número 16 (noviembre de 2012)

La intuición

Lluís Pastor

La magia de la intuición reside en la rapidez de las respuestas que genera. Por eso quien se guía por la intuición ve muchas veces lo que otros no ven. En eso la intuición se enfrenta a los procesados de información de carácter analítico. Mientras que el análisis racional requiere tiempo y todos podemos llegar a conclusiones parecidas, la intuición da soluciones inmediatas y parece estar al alcance de los que no tienen miedo de ver la realidad de otro modo.

Hace tiempo que sabemos que la intuición es una poderosa herramienta para acercarnos al mundo. Los psicólogos cognitivos hace unas tres décadas pusieron las bases para el desarrollo de una teoría de la intuición. Hasta entonces sólo la razón habitaba en el mundo del conocimiento. Históricamente la intuición se había considerado una habilidad doméstica, y por hacer referencia al ámbito más cercano, más oculto socialmente, también se había considerado una habilidad femenina. Pero en sólo tres décadas la intuición ha construido un fundamento sobre el que es posible edificar nuevas explicaciones sobre la comunicación.

 

En el principio de todo esto están las investigaciones que permitieron defender que nuestra manera de analizar el mundo no pasa sólo por un canal racional, sino que también se complementa con un canal no racional. Los cognitivistas sociales hablan de dos vías de adquisición de la información. Por un lado está la llamada vía central, también conocida como vía analítica. Esta vía permite acercarse a la realidad racionalmente. Y este análisis racional requiere tiempo y esfuerzo. Por otro lado, los científicos sitúan la vía periférica o heurística. Esta vía tiene carácter intuitivo; es decir, actúa de manera inconsciente, rápida y automática.

 

Pero ¿cómo actúa esta vía intuitiva? De entrada, la intuición produce respuestas rápidas pero requiere un aprendizaje muy lento. Y esta es una de las razones por las que la intuición no esté al alcance de todos en muchos aspectos de la vida. Veamos, en cambio, cómo funciona el aprendizaje por la vía analítica. La vía analítica permite que el aprendizaje sea rápido, puesto que se basa en elementos racionales. Esa comprensión racional permite la acumulación de conceptos y de esquemas de análisis que pueden ser usados por todos en todas las ocasiones. El único inconveniente que tiene esta manera de acercarse a la realidad es que el análisis racional requiere esfuerzo y, sobre todo, requiere tiempo. Pongamos por caso la decisión del máximo directivo de una empresa sobre las futuras inversiones que tiene que realizar su compañía. El directivo buscará toda la información para tomar la decisión, aplicará todos los instrumentos de análisis que conoce, todas las matrices que puedan aclararle la situación. El directivo pasará días encerrado en el mundo de su decisión, dándole vueltas a partir de postulados racionales.

 

Aunque, si forzamos un flash-back y buscamos a ese mismo directivo en el momento en el que vio claro que su empresa tenía que realizar nuevas inversiones, es posible que podamos rastrear en su rostro la expresión que muestra que la decisión la había tomado en apenas unos segundos. En su fuero interno el directivo ya sabía lo que tenía que hacer y durante los días siguientes buscó la información y los análisis que respaldaban la decisión que había tomado en los primeros segundos. A esto me refería cuando decía que la vía intuitiva –a diferencia de la vía racional– produce respuestas inmediatas siempre y cuando se haya efectuado anteriormente un aprendizaje muy, muy lento.

 

¿En qué consiste ese aprendizaje lento? En la capacidad de reconocer algunos patrones que permiten dar respuestas inmediatas a las situaciones complejas a las que nos enfrentamos. Y sólo podemos reconocer en la realidad esos patrones si nos hemos enfrentado muchas veces antes a situaciones parecidas. Y eso tiene que ver con la experiencia. La del directivo y la nuestra como entidades que comunicamos continuamente y que estamos acostumbrados a descodificar las comunicaciones complejas que recibimos: interpersonales, de los medios de comunicación, de las novelas, de las películas o de los videojuegos.

 

Volvamos ahora a la comunicación. Habitualmente se nos ha acostumbrado a analizar la realidad desde un punto de vista racional. Cada día lo podemos constatar cuando leemos periódicos o cuando vemos los informativos de televisión. En los debates Obama-Romney los politólogos se dejan las pestañas repasando los temas que aparecen en sus discursos. Pero lo fundamental está delante de nuestras narices y se nos escapa en multitud de ocasiones.

 

Lo fundamental es que la intuición busca patrones para dar respuestas rápidas y que estos patrones aparecen después de mucho de tiempo de formación. Y lo fundamental es que llevamos toda la vida comunicando con otras personas y descodificando lo que nos cuentan los medios. Y lo fundamental es que esa intuición comunicativa nos proporciona muchas pistas a las que giramos la cara porque seguimos creyendo no sólo en la primacía de la vía racional sino en que su voz es la única voz que merece la pena ser escuchada.

 

 

Cita recomendada

PASTOR, Lluís. La intuición. COMeIN [en línea], noviembre 2012, núm. 16. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n16.1273

comunicación política;  gestión del conocimiento; 
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