Parlamento de la rectora de la UOC, Àngels Fitó
Excelentísimo Señor Presidente, Ilustrísima Señora Consejera, presidente y miembros del Patronato, presidente y miembros del Consejo Asesor, rectora y rectores, presidentes y presidentas de los Consejos Sociales, diputadas y diputados, profesorado y equipo de gestión, representantes de los estudiantes, premiados, amigas y amigos:
Hay gestos reveladores que no por evidentes tienen que ser menos subrayados: la celebración conjunta de la inauguración del curso por parte del sistema universitario catalán. Hoy en la UOC, el año pasado en la Universitat Rovira i Virgili y el año que viene en Vic y siempre con todas las rectoras y rectores al frente. Y también, como ya ha dicho el presidente Pere Vallès, la asistencia del Excmo. Sr. Presidente de la Generalitat, Salvador Illa.
Gestos que nos hablan de la complicidad dentro del sistema y de su relevancia para el país.
Obviamente, los gestos deben ir acompañados de políticas, actuaciones y rendición de cuentas.
Conseguirlo exige alinear voluntades, prioridades y objetivos. El contexto nos ayuda:
El reciente informe presentado por Mario Draghi rehúye la autoayuda o la autocomplacencia y nos obliga a plantearnos seriamente cambios significativos por lograr, tal como se pide en el título, “El futuro de la competitividad europea”. Retos como la innovación para la digitalización y la descarbonización requieren, y así se hace explícito, conocimiento y formación (a lo largo de la vida), pero también concentración, cooperación y agilidad.
Podemos discutir sobre las medidas concretas, pero el diagnóstico está claro. Y resuena, por ejemplo, en la Declaración de Calonge, donde las universidades públicas nos ofrecíamos como “motores de transformación, progreso y bienestar al servicio del país”.
Los ecos nunca son casuales. Precisamente necesitan ser armonizados y alineados para ser melódicos. Y aquí es donde entran en juego la ciudadanía, el tejido económico y las instituciones públicas. Para ofrecer a la ciudadanía el acceso a una formación a lo largo de la vida que la convierta en protagonista de todas las transiciones necesarias para ser más digitales, más sostenibles y más responsables y respetuosos con las realidades de quienes nos rodean. Para responder a las demandas generadas desde el tejido económico e incentivar el intercambio.
Y para cooperar con las instituciones en la definición de un proyecto de país capaz de adaptarse a los retos educativos, económicos, medioambientales, sociales, políticos, tecnológicos y culturales del futuro.
Nadie dijo que sería fácil. Las dificultades las tenemos todos presentes. Algunas son clásicas, perennes: la financiación, la autonomía, la burocracia... Otras son nuevas amenazas, como la eclosión de las universidades for profit, orientadas en exclusiva al beneficio económico y alejadas de la investigación y del servicio al país.
Estos desafíos en Cataluña solo se pueden responder desde las fortalezas de nuestro sistema universitario: por un lado, su riqueza y diversidad, donde convergemos universidades —tanto las públicas como las privadas sin ánimo de lucro— y los diferentes centros de investigación; por otro, una orientación compartida hacia el conocimiento y la cultura. Un binomio inseparable para garantizar una sociedad sana, democrática y crítica.
Y responder quiere decir actuar, poner en común, invertir, repensar, tomar decisiones quiere decir, en definitiva, creer en ello.
Seamos claros, el coste de oportunidad de no hacer supera el coste de fracasar. O, seamos positivos, solo quien hace, avanza; solo quien arriesga, lidera.
Y, Presidente, creo que puedo hablar en nombre del sistema para decirle que queremos hablar de competitividad, de formación profesional, de empleabilidad, de digitalización, de formación a lo largo de la vida, de sostenibilidad, de lengua, de investigación, de transferencia o de fomento de las STEM. Queremos hablar y, sobre todo, queremos acordar y actuar, participar y decidir, desde esta complicidad colectiva y desde las fortalezas singulares de cada uno.
Porque somos complementarios: en la colaboración nos multiplicamos. Por eso, y ahora como rectora de esta casa, déjeme pedirle que hagan una apuesta clara por la UOC. Para consolidar lo que la UOC ha demostrado suficientemente que sabe hacer en el marco del sistema universitario catalán, al servicio de Cataluña, Europa y el mundo, y que hoy, ante el contexto de oportunidad que plantean el cambio tecnológico y la necesidad social, exige esfuerzos renovados.
Porque allí donde fuimos pioneros, hoy queremos ser líderes, en un liderazgo en la innovación educativa al servicio de la formación a lo largo de la vida transformativa que compartimos con socios con quienes nos une una complicidad histórica como la UNED — hoy aquí representada por su rector y amigo Ricardo Mairal—, y con nuevas alianzas como el OPEN EU, donde —con la coordinación de la UOC— se reúnen las universidades y los centros europeos comprometidos con la educación superior en línea de calidad.
Al fin y al cabo, todo se resume en la calidad de lo que hacemos.
Precisamente, hemos querido que la lección inaugural de este año —el acto académico que abre oficialmente el curso— se centrara en la educación del futuro, conscientes de que solo hay futuro donde hay educación... de calidad. Y lo hemos hecho a partir de las miradas, la experiencia y las trayectorias de Eulàlia Hernández y Salvador Macip, profesores e investigadores de esta casa, que también nos han permitido hacer evidente que la universidad —la catalana especialmente y la UOC sin duda— puede ser y es sinónimo de diálogo, de interdisciplinariedad y de talento.
Con estas tres palancas podremos construir lo que la economista Mariana Mazzucato—honoris causa de esta casa— define como inteligencia colectiva, y cito: “La inteligencia colectiva se está convirtiendo en un eslogan destinado a captar la esencia de la economía del conocimiento, en que multitud de personas colaboran en retos difíciles, aportando cada uno algo distinto”.
Esta inteligencia colectiva no deja a nadie atrás: desde las grandes ciudades hasta el último pueblo, desde las mejores bibliotecas hasta el más humilde de los talleres, desde el estudiante que empieza hasta el nombre consagrado.
Elemento a elemento, aportación a aportación, reflejándonos en quienes sobresalen en su voluntad de hacer, de construir... como, de hecho, hacemos cuando, a través de los honoris causa, construimos una cadena de conocimiento.
Así lo hemos entendido en la UOC: con el reconocimiento a Mary Beard por reivindicar el conocimiento como base del progreso, la necesidad de la racionalidad y la relevancia de la divulgación; con el reconocimiento a Wendy Hall por subrayarnos cuán importante es aprovechar las oportunidades tecnológicas para generar valor compartido, y con el reconocimiento a la ya citada Mazzucato por recordarnos que nuestro objetivo es siempre el bien común.
Conocimiento, tecnología y alianzas podrían ser el extracto de esta constelación de mujeres. Conocimiento, tecnología y alianzas queremos que sean la base de nuestro mandato rectoral. Conocimiento, tecnología y alianzas resumen también estos primeros treinta años de la UOC.
Ahora bien, si esta trayectoria de tres décadas, si esta tríada de palancas e, incluso, si este mandato han sido y son posibles es, sin duda, gracias a la profesionalidad, al entusiasmo y al compromiso del equipo UOC.
Parafraseando a Oques Grasses, “nuestro equipo tiene tanto valor que no tiene precio”, y hoy quiero reconocerlo pública y explícitamente.
Y termino. La metáfora antes citada de una constelación de estrellas para referirme a tres mujeres referentes es también el origen de la pieza de arte digital creada por el colectivo Playmodes para celebrar el trigésimo aniversario de la UOC.
A partir de las estrellas que se observaban en el cielo del Tibidabo el 6 de abril de 1995, se han generado, gracias al impulso de la inteligencia artificial, figuras geométricas, formas de conocimiento, que se entrelazan aleatoriamente a partir de estos nodos en un conjunto de láminas únicas.
Como únicos, singulares y diversos son los recorridos académicos de cada uno de nuestros estudiantes que, en el próximo acto de graduación, recibirán una lámina como símbolo de su paso —particular y a la vez compartido— por la UOC.
Ellos y ellas son eslabones de esta trayectoria de estos treinta años de la UOC y que proyectamos en treinta años más de educación futura y de calidad. Así pues, ellas y ellos deben ser partícipes del diseño del futuro... del futuro del sistema universitario, del futuro del país, del mundo, de su propio futuro.
Muchas gracias.