La educación superior no puede ser un mero trámite que culmina con un título oficial.
El conocimiento se genera tanto dentro como fuera de la universidad.
Innovar conlleva huir de los compartimentos estancos y conectar personas, experiencias y habilidades.
Hay que promover la formación de las personas a lo largo de la vida, y no solo hasta que se haya terminado un grado o posgrado.
Hay que formar profesionales y ciudadanos capaces de afrontar los retos globales de la sociedad.
Hay que reinventar la universidad, ampliar su campo de acción y reconectarla a la sociedad.
La reinvención de la universidad implica cambiar las formas de aprender, el sentido de lo aprendido y el impacto del aprendizaje personal y colectivo.
La universidad debe resultar atractiva para el mundo de la empresa y las empresas emergentes, y convertirse en un socio empresarial.
La universidad debe contribuir de manera continua al desarrollo de las personas, las empresas, las instituciones y la sociedad en general.
La labor de la universidad debe medirse por su rentabilidad social: por el impacto social de la docencia y la investigación.