Número 95 (enero 2020)

¿Para qué sirve el protocolo?

Elisenda Estanyol i Casals

Cuando se habla de protocolo, hay quien opina que se trata de algo anacrónico, anticuado, rígido… Algo alejado del progresismo y la modernidad, llegando a pensar que es innecesario y prescindible. Nada más lejos de la realidad.

El protocolo es una herramienta increíblemente útil, creada precisamente para facilitar la organización de eventos y contribuir a que todo el mundo se sienta cómodo. Algo que hoy en día es igual de necesario que hace cien años.

 

Aun así, con demasiada frecuencia escuchamos expresiones como «se ha saltado el protocolo» haciendo referencia, por ejemplo, a cuando un miembro de la realeza se acerca a saludar a un ciudadano. O se habla de protocolo para indicar el largo de falda recomendado en una ceremonia de día a diferencia del de uno de noche. O de dónde colocar la copa de agua en la mesa o de qué platito coger el panecillo cuando estamos sentados en la mesa (¿del de la izquierda o del de la derecha?). Todas estas cuestiones no tienen nada que ver con el protocolo. Hacen referencia a la etiqueta o los buenos modales.

 

Pero, entonces, ¿para qué sirve el protocolo?

 

Imaginemos que debemos organizar un acto al que asistirá una gran cantidad de invitados, entre ellos personalidades y autoridades. ¿Quién debería presidirlo? ¿Dónde colocaríamos a las autoridades? ¿En qué orden? ¿A quién situaríamos más cerca del escenario? ¿A quién pediríamos realizar el discurso de bienvenida? ¿Y el de clausura? En una mesa, ¿a quién sentaríamos al lado derecho del anfitrión?

 

En primer lugar, es importante subrayar que, si se trata de un acto privado, es decir, organizado por una empresa o entidad privada o nos encontramos ante un acto familiar (una boda, por ejemplo), es el anfitrión quien establece el orden, el protagonismo y la colocación de los invitados. Las empresas, cada vez más conscientes de la importancia comunicativa de los eventos, empiezan a darse cuenta de la necesidad de crear sus propias directrices que recogen en sus manuales de protocolo empresarial, aunque propiamente los deberíamos denominar manuales de ceremonial corporativo.

 

Si bien suele ser habitual aplicar las normativas oficiales en actos privados, ya que facilita las cosas, especialmente si hay más de una autoridad presente y no se quiere ofender situándola delante de una de más rango, esto no está escrito ni es obligatorio. Quien actúa como anfitrión de un acto, es decir, el responsable de la entidad que lo organiza, es quien tiene la potestad de decidir en qué lugar coloca y qué papel otorga a cada uno de sus participantes. Aun así, con demasiada frecuencia, por costumbre, por desconocimiento, por deferencia exagerada o por aprovechar la notoriedad que comporta contar con una personalidad o autoridad invitada, se olvida quién es el protagonista del evento y qué objetivos persigue el acto en sí. Pensemos en actos que tienen como finalidad premiar u homenajear a personas por sus importantes contribuciones científicas, literarias, etc. Es una lástima si uno de los invitados les acaba robando el protagonismo.

 

Estrictamente, cuando hablamos de protocolo, nos referimos a las normas que regulan la organización de los actos públicos oficiales. Es decir, aquellos organizados por las administraciones e instituciones públicas. Hacen referencia no solo a la precedencia de las autoridades (el orden de colocación), sino también a los símbolos, las banderas y los himnos, así como a los tratamientos protocolarios. Estas normas están reguladas por el Real Decreto de Precedencias 2099/83 de 4 de agosto; y en Cataluña, por el Decreto 189/1981 de 2 de julio, que establece las normas de protocolo y ceremonial en el ámbito de la Generalitat de Catalunya.

 

Últimamente hemos asistido a algunos conflictos que se han bautizado como protocolarios. En qué lugar se colocan las banderas y en qué orden. En quién se delega la representación institucional. A qué autoridad se invita para clausurar un evento y quién finalmente excusa su asistencia precisamente porque no se le ha asignado el rol que esperaba. El protocolo plasma la puesta en escena del poder institucional, pero también puede hacerlo de conflictos institucionales. No deberíamos olvidar que el protocolo siempre tendría que estar al servicio de la ciudadanía, alejándose de intereses partidistas. En cualquier caso, queda patente que es una herramienta que, desde tiempos inmemoriales, ha utilizado el poder para su representación ante la sociedad.

 

Para saber más:

ANGLADA, R.; ESTANYOL, E. La etiqueta social en la Barcelona del siglo XIX. COMeIN. Revista de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC [en línea]. Marzo 2015, núm. 42 [consultado 2020-01-21]. Disponible en Internet: http://comein.uoc.edu/divulgacio/comein/ca/numero42/articles/Article-Ramon-Anglada-Elisenda-Estanyol.html

ESTANYOL, E.; MEDINA, X. Buenos modales en la mesa. COMeIN. Revista de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC [en línia]. Mayo 2018, núm. 77 [consultado 2020-01-21]. Disponible en Internet: https://comein.uoc.edu/divulgacio/comein/ca/numero77/articles/bones-maneres-taula.html

OTERO, M.T. Protocolo y organización de eventos. Barcelona: Editorial UOC, 2009.

SALAS, J.; ESTANYOL, E. Cobertura mediática del término ‘protocolo’ en la prensa escrita española. Análisis de las ediciones digitales de La Vanguardia y ABC durante 2016. En: Zurita, José Luís; Serrano, Javier; Gil, Marta (coords.). Comunicación periodística ante los nuevos retos. Barcelona: Gedisa, 2018. ISBN 978-84-17690-00-7

SALAS, J.; ESTANYOL, E. Tratamiento informativo sobre ‘protocolo’ en la prensa escrita. Análisis de las ediciones digitales de los diarios El País y El Mundo durante 2016. En: Camarero, Emma; Mut, Magda (eds.). Nuevos tratamientos informativos y persuasivos. Madrid: Editorial Tecnos, 2017. ISBN 978-84-309-7376-7.

  

Cita recomendada

ESTANYOL, Elisenda. ¿Para qué sirve el protocolo? COMeIN [en línea], enero 2020, no. 95. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n95.2005

protocolo;  eventos;  relaciones públicas; 
Números anteriores
Comparte