Series como
Legion o
American Gods juegan a fondo la carta del surrealismo pero respetando la caja del misterio, con piezas que más pronto o más tarde deben encajar; se benefician además de su vínculo con mundos preexistentes, sean los cómics
Marvel o una novela de
Neil Gaiman. Del
Twin Peaks original heredamos toda una serie de icónicas referencias (ambientes, personajes, lugares, música y sonido, tono entre la comedia, el
serial, el
thriller y el horror) y, sin duda, el intenso mundo creativo de
David Lynch. Esa referencia a los 25 años apela a continuidad, a
revival, a reencuentro con personajes y situaciones familiares. Los fans nos regocijamos al saber que el control de Frost y Lynch sobre el producto sería total y que lo que se planteó inicialmente como una miniserie se convertiría en una temporada completa incluso más larga que lo que las plataformas de
televisión de pago suelen producir, hasta un total de 18 episodios. Y por encima de todo el secretismo más absoluto hasta el momento de la
premiere. Ausencia total de
spoilers para lanzarse en su búsqueda a la más mínima oportunidad. A partir de aquí se puede construir la caja, pero desde el primer capítulo ya quedó claro que esta no era la intención de sus creadores. Sí, ahí está el Great Northern Hotel, la comisaría, el Bang Bang Bar o la Habitación Roja, pero la narrativa explota y fragmenta en infinidad de situaciones, lugares y personajes distintos, sin que un compartimiento de la caja nos lleve necesariamente a la siguiente. Las subtramas pueden ser abandonadas y quizás retomadas cuatro episodios más tarde, o quizás nunca —en el momento de escribir estas líneas hemos llegado al séptimo episodio—. No sabemos qué importancia real tiene lo que estamos viendo en relación a un hipotético "conjunto coherente", nos podemos empezar a preguntar si la caja es defectuosa. Bueno, de hecho, hay literalmente una caja en la serie, una caja en la que parece ser que pueden entrar y salir "cosas" y que debe ser vigilada, pero de la que lo ignoramos todo. Horas más tarde, seguimos ignorándolo prácticamente todo y hemos perdido pie, porque nuestros personajes, en general, no se corresponden a nuestras expectativas. El caso del
agente Cooper es el más representativo, fragmentado en estos momentos en un
doppelganger malvado (que remite a la serie original pero que podría pertenecer perfectamente a films de Lynch como
Corazón salvaje o
Carretera perdida) y sobre todo el alucinado
Dougie, donde Cooper se encuentra atrapado y que es incapaz de realizar las acciones cotidianas más elementales. Dougie/Cooper puede tomarse una taza de café realmente buena, pero de una manera totalmente alejada de la serie original. ¿Teorías? Muchas, sin duda, incluyendo la que considera que el pobre Dougie es el espectador, totalmente desconcertado, desintegrado y paralizado después de 25 años sin contacto con el mundo (de Lynch). Se rescata el film
Twin Peaks: fuego camina conmigo (1992), que emprendió ya en su momento una huída hacia alguna parte, como posible apoyo para buscar pistas.
Porque necesitamos pistas. Queremos saberlo todo, pero Twin Peaks se niega a revelarse a sí misma para desesperación de muchos espectadores, incluyendo quizás a Rafa y Sergio y probablemente a los ejecutivos de Showtime. Quizás la teoría más acertada es la que dice que Twin Peaks es como una trampa para los "teoristas" y David Lynch, el mayor trol de la historia contemporánea de la televisión. Quizás esta es la manera de volver a diferenciar Twin Peaks tras 25 años en los que las series de televisión han cambiado totalmente, gracias en buena parte a Twin Peaks. Quizás nos estamos quedando encallados ante la imposibilidad de saberlo todo, quizás lo que nos pide Twin Peaks es simplemente que aceptemos que eso no va ser posible. El riesgo es enorme, porque todo apunta a una pérdida masiva de espectadores, acostumbrados a sorpresas controladas, a giros que pueden ser contextualizados siguiendo foros o redes sociales. Como dice un cronista de Den of Geek al hacer la reseña del sexto episodio: «¿Que si fue un buen episodio? Ni idea, tío, solo sé que me perturbó pero bien». Y es que de entre todo lo que podía ser, Twin Peaks ha decidido no ser complaciente. Y por eso mismo vuelve a ser televisión subversiva.
Badalamenti, Angelo (1990). Music from Twin Peaks. Warner Bros.