Fotografía de Timothy Dykes (Unsplash)
El diseño, como la comunicación, es un ámbito transversal en muchas otras disciplinas. Es un espacio poroso, que absorbe y rezuma, dinámico y que alimenta y se alimenta del entorno. Se adapta y fluye para proyectar y proponer nuevas realidades. Por este motivo, no se pueden dar unas instrucciones cerradas o recetas mágicas para aquellas personas que quieran iniciarse en el ámbito creativo. Eso sí, podemos dar pistas, a modo de aproximación, de cómo encarar y exprimir al máximo unos estudios en el ámbito del diseño.
Como spoiler, podemos decir que, en síntesis, se trata de observar, escuchar y convertirse en una esponja.
En una reciente
entrevista desde el podcast Parenthesis, la ilustradora Flavita Banana decía que le inspira mucho hablar con gente que está en desacuerdo con ella. Quiere saber cómo piensan los demás. Esta acción es totalmente enriquecedora y nos ayuda a poner en cuestión nuestra mirada, a dudar de lo que tenemos como cierto, pero sobre todo, nos ayuda a trabajar la empatía, un aspecto esencial de aquellas personas que forman parte de los ámbitos creativos, del diseño o la comunicación.
Si nos fijamos más en nuestro ámbito de acción, descubrir personas que no son directamente de nuestro entorno de interés y
conocer perfiles profesionales diferentes al nuestro (psicólogas, arquitectos, artesanos, historiadores, técnicas...) nos ayuda a evitar la endogamia de relacionarnos siempre con profesionales que hablan de lo que ya controlamos. Está muy bien conocer las personas que integran nuestra (futura) profesión, pero es necesario abrir más nuestro ámbito de relación académica y profesional. Si no, lo único que hacemos es reafirmar nuestras ideas, darnos la razón y, a menudo, inflar (falsamente) nuestro ego.
Viajar, aunque sea desde casa, leer, ver películas, documentales, conocer otras culturas, fijarse en aquellas cosas que no son evidentes a la mirada superficial, como la forma, única, de las orejas de cada persona, el color de los árboles dependiendo de la época del año, el ritmo de caminar de aquellas personas con las que nos cruzamos por la calle, el olor de espacios que acabamos de descubrir. En definitiva, utilizar todos nuestros sentidos para nutrir la esponja en la que nos hemos convertido al inicio del artículo.
De una manera más profunda podemos poner atención a nuestra pasión, nuestra motivación y dejar fluir nuestra intuición. Hace un par de años,
Arketipo reflexionaba sobre este aspecto en su podcast. Hay que poner en una coctelera la pasión, la motivación y la confianza, combinada con la duda. Estos son los ingredientes que nos llevarán a descubrir lo que nos empuja a crecer, avanzar, tanto personal como profesionalmente. La duda nos aporta querer conocer, saber, cuestionar, lo que nos ayuda a no estancarnos en lo que ya controlamos y hacer crecer nuestro poso particular y, también, aportar al colectivo.
Esta manera de observar y captar nuestro entorno ya no se irá nunca. Cuando ya estamos dentro de los estudios, se puede aplicar todo lo anterior: hablar con los compañeros y compañeras de aula, de edad, procedencia e ideas diferentes, nutrirse de lo que proviene del profesorado... pero se trata de no quedarse solo aquí. Tirar del hilo de todo lo que se nos cruce por delante. Si algo nos resuena, buscamos el autor/a, leemos más sobre el tema, investigamos y experimentamos.
Tener los ojos muy abiertos y absorberlo todo. Este sería el consejo para aquellas personas que se quieren adentrarse en el maravilloso mundo del diseño, la comunicación y la creatividad. Se trata de un ámbito donde el aprendizaje está asegurado y es infinito, donde la fuente de alimentación no pasa sólo por el aula, los libros o lo que nos transmite el profesorado. El nivel de absorción de nuestra esponja determinará nuestro camino y enriquecimiento como futuros y futuras profesionales.
Cita recomendada
MASSAGUER, Lluc. «Ser esponja y formarse en el ámbito del diseño». COMeIN [en línea], septiembre 2021, no. 113. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n113.2153