La música ha formado parte de la programación televisiva desde sus inicios. La reciente celebración del festival de Eurovisión 2021 da pie a una reflexión necesaria: ¿cómo encaja la cultura del espectáculo con la misión de servicio público de los medios de comunicación?
¿Para qué se utiliza la música en la televisión? En España tenemos ejemplos en los primeros tiempos de programas con una alta capacidad prescriptora como Aplauso (TVE) o Sputnik (TV3) y excelentes programas educativos como El conciertazo (La 2). Más adelante vendrían exitosos talent shows tanto en televisiones públicas como privadas, como el pionero Gente Joven y Operación triunfo (TVE), La Voz (Antena 3), Idol Kids y Top Star (Telecinco) o en el ámbito regional el popularísimo Se llama copla (Canal Sur). Actualmente, la música se ha convertido en un contenido marginal y «de relleno» en las programaciones televisivas, basado principalmente en conciertos y programación especial relacionada con alguna festividad, con algunas excepciones nostálgicas como Cachitos de hierro y cromo (La 2) basado en el archivo de RTVE (Costa Gálvez, 2017).
Eurovision 2021 se ha celebrado con mucho esfuerzo de organización y participantes. Queda fuera de discusión la implicación de las partes participantes. Sin embargo, los bajos resultados de audiencia en relación con el coste del festival, financiado por la radiotelevisión pública, el gobierno y el ayuntamiento del país donde se celebre, hacen replantearse si es una propuesta válida en la actualidad. No se puede negar que desde el festival se han hecho grandes esfuerzos por visibilizar colectivos como el trans, tanto en artistas como en la conducción, y por mostrar variedad de géneros y estilos musicales siempre desde el punto de vista del espectáculo. Este punto es fundamental para asegurar el éxito de la propuesta. Hasta tal punto que desde la prensa se vinculó el fracaso del representante español, Blas Cantó, a su escueta escenografía y no a su calidad musical.
El entretenimiento, elemento esencial de las programaciones de los medios públicos (EBU, 2014), no siempre debe abordarse en forma de espectáculo de larga duración. Estamos ante un ya no tan masivo medio de comunicación y las diferencias generacionales se abren paso. La baja audiencia tanto de Eurovisión como de Eurovision Junior, en el que la representante española, Soleá, quedo en un digno tercer puesto, en comparación con otras propuestas similares de cadena privadas como Operación Triunfo, La Voz Kids o Idol Kids reclama la necesidad de formatos más ágiles en duración y contenido para afrontar nuevos desafíos.
Para saber más:
COSTA GÁLVEZ, L. (2017). «Programación musical y televisión pública en la Región de Murcia: de la desafección a la desaparición». Sphera Publica. Revista de Ciencias Sociales y de la Comunicación, vol. 1 núm. 17, pp. 95-110. http://sphera.ucam.edu/index.php/sphera-01/article/view/303
EBU (European Broadcasting Union) (2014). «The role and remit of public service media». https://www.ebu.ch/news/2014/07/news-the-role-and-remit-of-public-ser
Cita recomendada
COSTA GÁLVEZ, Lola. «Música y espectáculo en la televisión pública: Eurovisión». COMeIN [en línea], junio 2021, no. 111. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n111.2142
Profesora de Comunicación en la UOC
@lolacostagalvez