Empresas Asociadas      03/2012
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ENTREVISTA
Josefa Sánchez
Josefa Sánchez
Directora de la Escuela de Mujeres Emprendedoras
«Cuanto más paro, más mujeres quieren abrir una empresa»

El 14 de febrero tuvo lugar la Jornada Mujeres emprenedoras y Microempresas. El acto, que se celebró en el Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Cataluña, estaba organizado por la Asociación Española Multisectorial de Microempresas y contaba con la colaboración de la Business School de la UOC. Uno de los ponentes fue Josefa Sànchez, que explicó a los asistentes los objetivos y las actividades que lleva a cabo la Escuela de Mujeres Emprendedoras, una iniciativa pionera que acumula tres décadas de éxitos y que día tras día demuestra que una buena idea puede convertirse en un negocio próspero.


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Marzo 2012 / Jordi Rovira



¿Cómo surge la Escuela de Mujeres Emprendedoras?

Todo empieza el año 1986, cuando España acababa de entrar en la CEE. El Departamento de Desarrollo Económico del Ayuntamiento de Barcelona diseñó un programa innovador para formar a mujeres empresarias y solicitó una ayuda para ponerlo en práctica. La UE concedió dos: una a Durham (Reino Unido) y otra a Barcelona.


La situación entonces también era delicada.

Había crisis y bastante paro. Y el alcalde Maragall, ideólogo de los temas de emprendedores, dijo que en el cajón tenía muchos proyectos de personas que no sabían como ponerlos en marcha. Fue entonces cuando el Departamento de Desarrollo Económico propuso elaborar programas y actuaciones para que se crearan más empresas. Y precisamente en aquel momento la UE empezaba a financiar programas de este tipo para países que no tuvieran. Nosotros propusimos el programa de las mujeres empresarias y nos lo concedieron.


Y no ha parado de crecer.

La primera edición era para quince mujeres y, después, la segunda, para setenta y cinco. Todo dependía de los fondos económicos. Con el tiempo, sin embargo, vimos que las necesidades no eran tan solo crear empresas sino también consolidar las ya creadas y poder hacer planes estratégicos de empresas de mujeres ya existentes que nunca habían tenido formación. Y es entonces, en 1994, cuando creamos la Escuela de Mujeres Emprendedoras.


Empezaron con una crisis y ahora estamos en otra.

Si, pero antes se podía hacer un plan de empresa e ir a la banca para encontrar financiación. Y esta vez esto es mucho más difícil.


¿Y con las que ya existen, que hacen?

Tenemos un programa de consolidación, que tiene muy buen resultado. Cogemos empresas de mujeres con una situación saneada y que puedan crecer y las ayudamos con un plan estratégico de crecimiento. Sus propietarias no pueden hacerlo porque, en el caso de las mujeres, el crecimiento de las empresas siempre es más lento por culpa de la carencia de tiempo.


¿Por culpa del trabajo doméstico?

Las mujeres siempre tienen una tarea social que hacer, sean casadas, solteras, viudas o lo que sea. Hay estudios en todo el mundo que explican esta mayor vertiente social femenina. Hay determinadas trabajos que siempre hacen las mujeres. Es un tema de educación, cultural.


¿El hecho de que históricamente las mujeres hayan hecho muchas cosas a la vez las ayuda a que sean más emprendedoras?

Sí. Es la «teoría de los sombreros», que explica por qué las mujeres tienen más éxito como directivas. Se presupone que un buen directivo es el que se puede quitar y poner el sombrero muchas veces a lo largo del día cuando se encuentra en situaciones diferentes. Y esto las mujeres lo tienen muy asumido. Un ama de casa a lo largo del día se quita el sombrero muchas veces; tiene que estar constantemente tomando decisiones.


Es como una empresaria de su casa.

Exacto. De hecho, en las facultades de Económicas de Estados Unidos existe la asignatura Home Economics (Economía doméstica) e incluso hay gente que se gradúa en esta especialidad.


¿El hecho de que los hombres cada vez se impliquen más en las tareas domésticas ha tenido una correlación en un aumento de mujeres emprendedoras?

No lo sé, lo que sí sé es que la experiencia nos dice que, cuanto más paro hay, más mujeres quieren abrir una empresa. Esto pasa por una sencilla razón de necesidad, porque debe entrar dinero en casa. Pero también es verdad que a menudo las mujeres han tenido que luchar para convencer a la familia de por qué querían hacer algo por ellas mismas.


¿Y por qué estas reticencias? ¿Prejuicios?

Es un tema de la educación recibida. Yo creo que después de esta crisis mucha gente habrá aprendido que no se pueden tener todos los huevos en el mismo cesto, sino que hay que diversificar. Porque en una pareja, si uno pierde el trabajo, siempre tienen el del otro.


Un estudio reciente de la Business School de la UOC dice que una de cada tres empresas nuevas creadas en medio de esta crisis es de mujeres. ¿Esto iría ligado a lo que dice de más interés por crear la empresa en tiempos difíciles?

Sí, y también va ligado a la formación. Un 33% de mis alumnas tienen formación universitaria. De todos modos lo de emprender es universal. Nosotros hemos mezclado gente con estudios superiores con otra con estudios primarios, y puede pasar que la mujer con más estudios muestre más resistencia a arriesgar mientras que la que no tiene estudios tenga más capacidad de riesgo y de tomar decisiones, que es lo que hace un empresario.


A veces hay que montar la empresa lejos de casa. Pero en el Estado español la movilidad laboral es muy inferior a la del resto de países europeos. Usted misma estudió en Michigan. ¿Esta reticencia a marcharse es un freno a la hora de crear una empresa?

La verdad es que en el Estado español hay muy poca gente a quien guste cambiar de lugar de residencia. Esto tiene que ver con la calidad de vida y con la cultura del acompañamiento familiar, que está muy asumida, pero también con la seguridad. En Estados Unidos lo más importante a la hora de crear empresas es que fracasar no está tan penalizado como aquí. Allí, si fracasas dos veces, vas al banco y te animan, te dicen que a la tercera lo acertarás. Aquí, en cambio, piensan que es mejor que te pongas a trabajar como asalariado. Además, en Estados Unidos tienen el concepto de que para madurar tienes que vivir lejos de la familia. Porque es importante querer moverte, aprender otros idiomas por si un día debes buscarte la vida en otro lugar...


Los idiomas en el Estado español son otra traba. El nivel de inglés es muy inferior al del resto de Europa. ¿Entre los emprendedores también se dan estas carencias?

Si, es una traba. De todos modos, conozco empresarios de empresas rentables que no hablan inglés pero que cogen un traductor y se van a abrir mercado en otro país sin ningún tipo de problema. Si eres emprendedor, no hay tantas barreras. Y abrir mercado en el extranjero ahora es mucho más fácil gracias a internet; a veces no hay que moverse de casa. Y esto en el colectivo de las mujeres ayuda mucho, porque a menudo la movilidad es complicada, sobre todo cuando se tiene familia.


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