Artículo
¿Hay alternativas al software comercial? El software de código abierto, situación actual
Julià Minguillón Alfonso

Profesor de los Estudios de Informática y Multimedia (UOC)
jminguillona@uoc.edu

Josep Prieto Blázquez

Profesor de los estudios de Informática y Multimedia (UOC)
jprieto@uoc.edu


Resumen: En este artículo se presentan los dos hechos que determinan el monopolio de facto que ejercen empresas como Microsoft, Oracle o Adobe en el campo del software comercial que es más común para los usuarios finales, como son el desconocimiento y la desconfianza hacia todo aquello que no tiene una imagen de marca detrás. Es el desconocimiento lo que motiva la desconfianza, y por ello con este artículo los autores se proponen dar a conocer las diferentes modalidades de software que existen actualmente, así como las opciones de que disponen los usuarios ante la necesidad de resolver un problema en concreto. En particular, se describen los dos tipos de software que son actualmente alternativas factibles al software comercial: el shareware, un software basado en la compartición del coste entre los diferentes usuarios, y el freeware, o software libre. De este segundo tipo se profundiza en el concepto de código libre, más que en el concepto de gratuito.

La filosofía de código abierto, propia del movimiento anárquico y autosostenido de la red Internet, aboga por la sustitución del concepto de la comercialización de software como negocio para convertirlo en la de servicio o valor añadido, que es lo que realmente atrae al usuario. El software debe ser de código abierto, de modo que cualquier usuario pueda modificarlo y adaptarlo a sus necesidades. El desarrollo de software, pues, se convierte en un gran esfuerzo colectivo donde cada miembro de la comunidad obtiene beneficio del trabajo de los otros miembros; y donde el negocio surge de explotar este software a través de servicios de mantenimiento, instalación, soporte técnico, etc. El paradigma de este movimiento es el sistema operativo Linux, creado a partir de una idea original de Linus Torvald, que posteriormente ha ido perfeccionando un gran grupo de desarrolladores repartido por todo el mundo gracias a las facilidades de colaboración y trabajo en grupo que ofrece la red Internet.

1. Introducción

Hoy en día los usuarios individuales, empresas y grandes instituciones hacen importantes gastos en la adquisición de software comercial, a pesar de la piratería conocida en el sector por todo el mundo. Hay que distinguir entre dos tipos muy generales de software comercial: las soluciones verticales, también llamadas "llave en mano", donde se desarrolla un software específico para las necesidades del cliente, y el software comercial de propósito general, que se utiliza como herramienta para la redacción de documentos, gestión de bases de datos, etc., lo que habitualmente se conoce como "software de ofimática". Es en este segundo tipo de software donde se produce la piratería. En España las estadísticas muestran que uno de cada dos programas utilizados no es legal, lo que genera unas pérdidas globales en el sector de unos 180 millones de euros, según datos de Business Software Alliance (BSA, 2001).

El software evoluciona rápidamente con el tiempo, lo que obliga a ir adquiriendo nuevas versiones si uno no quiere descolgarse de la carrera tecnológica. El monopolio de facto que ejercen la empresa Microsoft y otros como Oracle, Adobe y Macromedia, por ejemplo, y su política constante de actualizaciones, provocada en parte por las deficiencias que presenta el software, obligan a los usuarios a realizar un gasto importante si no quieren quedar atrasados rápidamente.

En el caso de organizaciones con un gran número de usuarios, como las universidades, la Administración pública, las grandes multinacionales, etc., el coste llega a ser un factor con un peso específico muy importante, ya que el software acostumbra a venderse partiendo del número de licencias de uso, y no como una única entidad. Debemos pensar que, en los países occidentales, la Administración y las instituciones públicas son unos grandes consumidores de licencias de software comercial. Por ejemplo, para una universidad como la UOC, el software básico para un ordenador personal de un trabajador típico consiste en el sistema operativo, un paquete ofimático y el inevitable antivirus. El coste de este software es de unos 275 euros, aproximadamente. Si eso se multiplica por el número de licencias que es necesario comprar, puede observarse que el coste para una organización, independientemente de cómo sea de grande, resulta muy importante. Aunque también existe el concepto de licencia múltiple (pensado para reducir el coste para grandes instituciones), su coste a menudo es bastante elevado. Hay que tener en cuenta, además, que este software se va actualizando en periodos que oscilan entre uno y dos años con el consiguiente coste asociado. Actualmente, grandes instituciones como los gobiernos de Brasil, Méjico, Argentina, Perú, Italia, Francia, Alemania, España (la Administración pública en España - Virtual MAP), China, Corea del Sur y muchos otros se están empezando a sensibilizar por el problema que representa el coste de mantener en activo un gran número de licencias de software, y ya tienen iniciada una política orientada a la utilización de software libre.

¿Qué es, sin embargo, el software? A diferencia del hardware, que es un bien tangible, el software es una secuencia de instrucciones que hace funcionar el hardware de una manera concreta. Uno necesita al otro para funcionar tal como lo conocemos. Actualmente es el software el que determina el coste de un sistema de información, ya que la tecnología ha permitido disponer de hardware a bajo precio. La frase "el hardware es un Boeing 747 arrastrado por un carro de bueyes que es el software" se hace más cierta que nunca, y más si tenemos en cuenta que el dicho en cuestión es de la década de los ochenta. Lo que es sorprendente es el hecho de que uno conoce las deficiencias que presenta el software y las acepta como algo inherente e inevitable que es necesario asumir, lo que es impensable en el caso del hardware.

Este coste en crecimiento continuo y el sentimiento de que aun siendo un usuario legal no se dispone de un software que funcione perfectamente son dos de las razones que incitan a la piratería, aunque sólo sea por probar antes de comprar. La facilidad de copia de la información en soporte digital (como el software) también ayuda. Hoy en día es fácil encontrar en la red Internet millares de páginas web con información y pequeñas utilidades para generar licencias y eliminar las protecciones contra copia que acostumbra a llevar el software. Por ejemplo, utilizando un motor de búsqueda de propósito general en Internet como Google e introduciendo las palabras crack o serial puede encontrarse fácilmente toda la información necesaria para poder desproteger o copiar un programa.

No obstante, los administradores de sistemas continúan utilizando software comercial para dar servicio a sus usuarios. A veces ocurre que es lícito preguntarse si uno puede optar por alguna otra opción, ya sea porque falta un producto comercial específico que satisfaga sus necesidades o porque el coste del mismo es exorbitante.


2. ¿Qué opciones hay?

Además del software comercial, donde el usuario compra una o más licencias de uso, hay dos opciones que uno puede plantearse como alternativa. La primera opción es buscar software a bajo coste, habitualmente pequeñas aplicaciones que resuelven problemas concretos dentro de un área temática. Esta opción queda bien cubierta con lo que se conoce como shareware (software compartido, con el significado de compartir el coste entre todos los posibles usuarios). La otra opción, orientada a soluciones más generales y a más gran escala, pasa por adoptar la filosofía del software libre.


2.1. Shareware

Este concepto consiste en que el usuario se descarga el software y lo utiliza durante un cierto tiempo. Si considera que le es útil, se le pide que se registre y que pague una cierta cantidad que acostumbra a ser pequeña (del orden de decenas de euros). Este concepto de probar antes de comprar está bastante arraigado en todo el comercio norteamericano, y el shareware lo reproduce en el campo del software.

Algunos de estos programas dejan de funcionar tras un cierto tiempo, una vez ha pasado un periodo de prueba considerado razonable, como por ejemplo 30 días. Otros siguen funcionando, pero quizá lo hacen con algunas de sus características desactivadas, o bien obligan al usuario a ver una pantalla que recuerda que aquel software no ha sido registrado y que ya ha superado el periodo de pruebas. Una vez el usuario hace el pago de la cantidad mencionada a la empresa autora, se le registra el programa (consta como usuario legal), recibe una licencia de uso y, normalmente, documentación adicional, soporte técnico y facilidades para acceder a las futuras actualizaciones.

Actualmente el shareware es un negocio que mueve anualmente unos 400 millones de dólares, según datos de 1999. Este negocio no sería posible sin una estructura que dé soporte tanto a los autores como a los usuarios, estructura que tiene un portal llamado www.asp-shareware.org (Association of Shareware Professionals, ASP), donde puede encontrarse toda la información relacionada: aplicaciones disponibles, actualizaciones, grupos de usuarios, etc. El usuario que decide comprar una aplicación de una empresa que forma parte del ASP sabe que dicha empresa cumple unos requisitos mínimos de seriedad y profesionalidad. Incluso existe la figura de defensor del consumidor, que se ocupa de arbitrar cualquier problema que pueda presentarse entre un usuario final y una de las empresas que forman parte de la asociación.

¿Qué evita la piratería del software shareware? Bueno, de hecho no podemos decir que la evite, pero el shareware es muy utilizado en América del Norte y en algunos países del centro y el norte de Europa, donde se valora el hecho de que el software tenga una relación calidad/precio muy ajustada y que se pueda probar antes de comprarlo con el objeto de ver si satisface las necesidades del usuario.

El shareware va más ligado al sistema operativo Windows, dado que lo que normalmente se distribuye son aplicaciones ya preparadas para ser ejecutadas siguiendo un proceso de instalación automatizado, con una intervención mínima del usuario. Normalmente se trata de aplicaciones cerradas, en las que no es posible realizar adaptaciones y no se dispone del código fuente. El código fuente es el conjunto de instrucciones que definen realmente las acciones que realiza el software, y es la información que necesita un programador para modificar y adaptar un programa. De hecho, el código fuente es realmente el software en sí mismo.

¿Dónde puede encontrarse software shareware? Inicialmente el shareware se distribuía a través de lo que se conocía como BBS (Bulletin Board System), unos espacios donde los usuarios podían intercambiar mensajes y encontrar áreas de ficheros clasificadas por temáticas. Hoy en día Internet ha borrado del mapa los BBS y éstos tuvieron que hacer el esfuerzo de reconvertirse en portales o servidores de ficheros. Además del portal ya mencionado del ASP, hay centenares de servidores que ofrecen acceso a este tipo de software, normalmente mediante una estructura ordenada por categorías. Podemos destacar, entre otros, los servidores ftp.cdrom.com y tucows.com, por ejemplo.


2.2. Freeware

La segunda opción es utilizar software de dominio público, también llamado freeware. De un modo estricto, sin embargo, no tendríamos que decir freeware, ya que puede llevar a confusión. Es preciso, ante todo, hacer una distinción entre dos tipos de software que responden a este término free, ya sea gratuito o libre.

En el primer caso, el software gratuito, estamos hablando de software que ha sido dado por parte de sus autores sin ningún coste, aunque normalmente sin ningún soporte técnico y sin posibilidad de obtener actualizaciones. A menudo se trata de programas shareware que el autor decide que ya han sido amortizados, o bien que han quedado obsoletos. En ocasiones algunas empresas que hacen software comercial también liberan versiones antiguas de algunos programas por las mismas razones, como por ejemplo Borland, que mantiene un museo virtual donde pueden encontrarse muchas reliquias de software con las que se han desarrollado muchos proyectos hasta no hace mucho tiempo.

El caso más interesante, sin embargo, es cuando hablamos de la segunda opción, el software libre. Esta palabra indica que el software es un bien que pertenece a la comunidad de usuarios y que éstos son libres de modificarlo, redistribuirlo e incluso comercializarlo, pero respetando siempre una serie de reglas. El software de dominio público se fundamenta en la utilización de código fuente abierto que se va modificando y redistribuyendo, lo que genera unas dinámicas de grupos de trabajo con el mismo objetivo: mejorar el código y la documentación. Es preciso aclarar, no obstante, que existe un abuso de los términos libre, gratuito y abierto, y a menudo se confunden entre sí. El colectivo GNU (un grupo de trabajo que desarrolla aplicaciones de código abierto para sistemas operativos similares a Unix) tiene un documento que intenta clarificar este punto.

El boom de la red Internet en los últimos años ha llevado asociado una expansión de los grupos de trabajo virtuales que colaboran en un mismo proyecto de desarrollo, sea del tipo que sea (programación, documentación, traducción, etc.). Un portal específico es el de la Open Source Development Network (OSDN). Desde este portal puede accederse a un espacio común llamado www.sourceforge.net, donde los usuarios pueden crear grupos de trabajo virtuales para trabajar en un proyecto en concreto, compartiendo herramientas y recursos de programación. En este espacio hay unos 30.000 proyectos con más de 300.000 usuarios, aunque no todos están activos. El espíritu del software de código abierto es inherente a la filosofía subyacente en Internet: una anarquía de crecimiento controlado por los propios usuarios, motor de su propio desarrollo (Castells, 2001). Los usuarios colaboran desinteresadamente en proyectos que son de su interés, aportando aquello que pueden aportar según sus conocimientos (diseño y codificación, pruebas, redacción de la documentación, soporte a otros usuarios), sabiendo que ellos podrán beneficiarse del trabajo de otros usuarios en otros proyectos. Internet ha dado un gran impulso a todo aquello relacionado con el código abierto, al facilitar la creación de grupos de trabajo virtuales, así como el desarrollo y la utilización de herramientas especialmente creadas para permitir que equipos de desarrolladores compartan información en torno a un mismo tema, como el Concurrent Versions System (CVS), un sistema de control de versiones para trabajar en grupo.

La licencia GPL (General Public License) es un esfuerzo de la comunidad de desarrolladores para regular la utilización del software de código libre. La Free Software Foundation (FSF) es un colectivo que vela por asegurar que el código que se distribuye sea libre y se pueda compartir y modificar libremente. Su objetivo es la eliminación de restricciones en la copia, redistribución, comprensión y modificación de software. Eso no quiere decir que uno no pueda ganar dinero con el software de dominio público, todo lo contrario; hoy en día existen muchas empresas que se dedican a recopilar software de código abierto, a organizarlo por categorías, a realizar una búsqueda de la documentación necesaria y a distribuirlo (de las Heras, 2001).

Pero esta filosofía de libertad no se aplica exclusivamente al software. Existen otros ejemplos claros en los que el esfuerzo conjunto de la comunidad de usuarios ha encontrado una solución a un problema causado por la digamos codicia de una empresa poseedora de una patente sobre un producto. El tema de las imágenes es paradigmático: por ejemplo, el estándar JPEG define cómo comprimir imágenes utilizando dos métodos diferentes, uno libre y otro protegido por diferentes patentes (de IBM y de otros). Pues bien, en ningún software de los que utiliza la biblioteca de dominio público del Independent JPEG Group (IJG), la más extendida y utilizada, se encuentra implementada la opción protegida por patente, aun siendo más eficiente. La patente en este caso ha resultado contraproducente, ya que equivale a cerrar el producto bajo llave y no permitir (debido a su coste) que nadie la utilice. Otros ejemplos son el formato gráfico PNG, creado por la comunidad a partir del anuncio de Unisys de restringir la creación de imágenes en formato gráfico GIF. Este formato gráfico era el estándar para el intercambio de imágenes, pero la postura de Unisys hizo que la comunidad de usuarios se planteara crear un formato nuevo, mejor y totalmente libre de patentes.

El otro frente abierto está en el campo de los sistemas operativos: el conjunto de software que permite al usuario (y a las aplicaciones) utilizar los recursos que ofrece el hardware. De hecho, el sistema operativo hace de puente entre el software y el hardware, y es la pieza más importante del sistema, ya que las aplicaciones que el usuario utiliza dependen del sistema operativo. Por ello algunas de las mayores guerras entre productores de software se han librado en el campo de los sistemas operativos.


3. Un paradigma: el sistema operativo Linux

Hoy en día hay diversos sistemas operativos que copan el mercado de los ordenadores personales: el sistema operativo Mac OS, orientado a ordenadores de la casa Apple, el sistema operativo Windows, para ordenadores basados en el PC de IBM, y, finalmente, el sistema operativo Unix y sus variantes, entre ellas Linux. Hay otros sistemas operativos, pero su uso es minoritario frente a las cifras que mueven estos tres sistemas operativos mencionados. Se calcula que el 80% de los usuarios de ordenadores personales utilizan el sistema operativo Windows, mientras que en el mercado de los sistemas operativos para servidores (ordenadores que dan soporte a una red donde diferentes usuarios comparten recursos), los datos son muy diferentes: Windows tiene un 41%, Linux un 27%, Netware un 17%, Unix un 14% y otros un 1% (IDC, 1998).

Linux, una versión del sistema operativo Unix inicialmente pensada para ordenadores personales, todavía no ha llegado, tras una década, a las cuotas de mercado de Microsoft, pero ha conseguido alcanzar un nivel de uso entre los usuarios que otros sistemas operativos importantes habían intentado lograr sin éxito (OS/2 de IBM, BeOS), mientras que el resto, como Mac OS, Amiga OS y diversas versiones de Unix (Irix, Xenix o Ultrix, por ejemplo), están muy ligados al proveedor del hardware.

¿Qué hace que triunfe un sistema operativo entre los usuarios? Esta pregunta es de difícil respuesta, pero lo que está claro es que no depende exclusivamente de la calidad, el rendimiento o el coste del sistema operativo. Un evidente ejemplo de fracaso lo tenemos en el sistema operativo de IBM llamado OS/2. Este sistema operativo, pese a que era mucho mejor que Windows (mejor gestión de la multitarea, mejor gestión de la memoria, mejor entorno gráfico, más robusto frente a errores del propio sistema y de las aplicaciones, etc.), no se pudo imponer debido a la falta de software disponible y a que, paradójicamente, no llegó a los usuarios porque tenía unas necesidades de hardware superiores a la media en aquel momento. De hecho, fue una guerra comercial que IBM perdió y que marcó el inicio de la hegemonía de Microsoft en el campo de los sistemas operativos. Uno de los motivos de que se utilizara más Windows que OS/2 fue, sin duda alguna, la facilidad de realizar copias de su software y que los principales distribuidores de hardware lo proporcionaran preinstalado en los ordenadores que vendían, tal y como sucede actualmente.

Mientras tanto, un grupo de desarrolladores iba creando un nuevo sistema operativo (Linux) a partir de un proyecto inicial de un estudiante de informática de una universidad de Helsinki (Finlandia), llamado Linus Benedict Torvald. Linux posee muchas características que lo convierten en un producto muy interesante: es multiplataforma, es adaptable a las necesidades del usuario y sigue la filosofía de software libre (todo el código es abierto y los usuarios colaboran en la mejora del mismo y en la creación de nuevas aplicaciones).

El día 5 de octubre de 1991, Linus dio a conocer su primera versión "oficial" de Linux, la versión 0.02, y desde entonces muchos programadores han colaborado en él para llegar a construir el sistema operativo completamente funcional que es hoy en día. La última versión estable que hay actualmente es la versión 2.4, la cual da soporte a la mayoría de dispositivos del mercado y permite el acceso a los datos de otros sistemas de archivos como HFS de Macintosh, UFS de Unix, HPFS de OS/2 y NTFS de NT, lo que facilita la migración.

Linux es un sistema operativo avanzado, multiusuario y multitarea que puede ejecutarse sobre una amplia variedad de plataformas, como por ejemplo Intel x86, Motorola 68k, Sparc, Mips RISC, Motorola Power PC y Digital Alpha, que puede utilizarse como una estación de trabajo UNIX, un servidor completo de altas prestaciones, o incluso para crear estaciones de bajo coste para redes cliente/servidor de supercomputadoras de alto rendimiento.

Actualmente, el hecho de utilizar un sistema operativo como Linux en vez del omnipresente Windows no limita para nada el abanico de posibilidades de aplicaciones disponibles, todo lo contrario. En la ilustración que hay a continuación puede verse como se está utilizando al mismo tiempo un procesador de texto, un reproductor de música, un sistema de retoque de imágenes digitales, una hoja de cálculo, el gestor de archivos, juegos y un navegador, todo desde el entorno gráfico X Windows GNOME de Linux.



La utilización por primera vez de un sistema operativo como Linux es la introducción que muchos usuarios hacen al mundo del software libre. Utilizar Linux en lugar de Windows hace cambiar el modo de ver el ordenador, ya que, de simple espectador, el usuario pasa a ser un posible colaborador.

Actualmente pueden encontrarse diferentes distribuciones de Linux, que además de incorporar el núcleo (comúnmente llamado kernel) del sistema operativo, también añaden un número importante de herramientas y aplicaciones de dominio público y que hacen que cada una de estas distribuciones tenga ciertas características diferentes de las demás. Cada distribución personaliza el proceso de instalación, con el objetivo de llegar a un segmento de usuarios diferente. Por ejemplo, Red Hat es una distribución muy enfocada a pequeñas redes, estudiantes universitarios o programadores, y en estos momentos tiene la mayor cuota de mercado con un 23%. Luego sigue la alemana SuSe con un 18%, que es fácil de instalar y configurar. Pueden destacarse otras como Slackware, que fue de las primeras en aparecer, la francesa Mandrake, que se ha hecho un hueco en ámbitos de oficina y educativos por su facilidad de instalación, o GNU Debian, Caldera y Turbolinux. Otras características importantes que también diferencian cada distribución son el uso de interfaces gráficas distintas, básicamente Gnome y KDE, la librería de soporte Glibc o el sistema de gráficos Xfree86.

Utilizar Linux no significa que ya no pueda usarse nunca más software comercial. De hecho, muchas empresas que disponen de software comercial han empezado a generar versiones para ser ejecutadas bajo Linux, como IBM (DB/2), Oracle (Discoverer), Wolfram Research (Mathematica), etc., debido al número cada vez mayor de usuarios que deciden utilizar Linux.


4. Mitos que hay que combatir

Si Linux es tan fantástico, ¿por qué no lo utiliza todo el mundo? El primer mito que es preciso combatir es el dicho de que todo lo que no cuesta dinero no funciona. Aun teniendo parte de verdad según el marco donde se aplique, puede encontrarse mucho software en Internet sin ningún coste y con un rendimiento excelente, muy documentado, con un soporte detrás y con revisiones periódicas. Un claro ejemplo de ello es el propio sistema operativo Linux, que en los últimos años ha dado un salto tanto cuantitativo como cualitativo hacia un nivel de calidad muy elevado. Esta falta de confianza viene dada, en parte, por la imagen de actualizaciones constantes que sufre el software de dominio público. Hay que pensarlo al revés: el software de código abierto es utilizado por millares de usuarios que lo mejoran constantemente. Cada usuario de Linux es un potencial beta-tester (usuarios que prueban las aplicaciones antes de ponerlas en el mercado) y dispone de herramientas para comunicar un error detectado e incluso para corregirlo y compartir su solución. El error más pequeño puede ser solucionado inmediatamente generando una nueva versión. Normalmente hay una versión que se considera "estable" y otra de desarrollo, reservada a usuarios avanzados o con necesidades especiales. Cuando la versión de desarrollo alcanza un grado de madurez, pasa a considerarse estable y se empieza de nuevo.

Otro problema que puede determinar la decisión final de los usuarios es la falta de soporte, ya que la filosofía de código libre lleva asociado un coste de instalación y adaptación del software que no existe en las soluciones clásicas, y eso hace pensar a los posibles usuarios que este tipo de software es difícil de utilizar y que no es tan cierto que sea fácil adaptarlo a sus necesidades. El tema del soporte acostumbra también a asociarse al problema del idioma, dado que puede ser difícil encontrar documentación en catalán o en castellano. De todas formas, existen grupos de trabajo, como el colectivo Softcatalà y el grupo de GNU en España, que dedican muchos esfuerzos en combatir este posible inconveniente. El caso de Softcatalà es especial, ya que también colaboran con empresas para la traducción de software comercial. Hoy en día hay herramientas especiales para hacer software multilingüe; el propio Linux las utiliza para permitir una internacionalización del software del código abierto.

Finalmente, existe la argumentación de que en la actualidad debe trabajarse en equipo y, por lo tanto, es imposible que un sistema esté aislado del resto, entendiendo que Windows es la solución perfecta para trabajar en red. Esta argumentación es totalmente contraria a la realidad, ya que ha sido Microsoft quien se ha adaptado a los estándares que utilizan otros entornos como Unix e Internet, como ha sucedido en el caso del protocolo TCP/IP. Iniciativas como Windows for Workgroups no fueron nada más que un intento de permitir la creación de redes sencillas, que con la aparición de Internet y de conceptos relacionados, como por ejemplo el de intranet o el de sistemas cliente/servidor, quedaron obsoletas y marcaron el fin de muchos sistemas operativos de red. Soluciones como Samba permiten conectar ordenadores Linux y Windows en una misma red sin ningún problema.

Todos estos mitos se fundamentan en un desconocimiento absoluto del estado de la cuestión en todo lo referente al software de dominio público e, incluso, en una desconfianza para usar software que no vale dinero donde no hay ninguna marca comercial conocida detrás. Este desconocimiento tiene que resolverse formando e informando a los usuarios seriamente y dándoles confianza. De hecho, este nuevo enfoque requiere una clasificación de los usuarios en dos tipologías: usuarios finales, que tienen una necesidad concreta, y administradores de sistemas o profesionales, que gestionan un conjunto de recursos de cualquier tipo de empresa, por grande o pequeña que sea. El acceso de estos dos tipos de usuarios al software de dominio público es diferente porque el nivel con el que se involucran en él depende de sus objetivos.

De hecho, muchas empresas comerciales utilizan partes de software de dominio público en sus aplicaciones comerciales; incluso Microsoft usa diversas bibliotecas de código abierto para su navegador Explorer.


5. El estado de la cuestión en la universidad catalana

Las universidades catalanas utilizan cada vez más las nuevas tecnologías para la enseñanza en casi todas las áreas de conocimiento. La informática, ciencia que puede ser utilizada como fin o como medio, ha revolucionado la enseñanza y ha hecho cambiar los objetivos y los contenidos de muchas asignaturas. Incluso muchos planes de estudios han tenido que adaptarse a las nuevas necesidades tecnológicas.

En el caso concreto de la UOC, la política es formar a los estudiantes en aquellas herramientas más habituales que encuentran o encontrarán en su entorno de trabajo, ya que no puede perderse nunca de vista el hecho de que los estudiantes trabajan mayoritariamente en empresas donde el software que se usa es comercial. De todos modos, éste no tendría que ser el único factor que determinara qué software debe utilizarse en un ámbito universitario.

En lo que concierne a los Estudios de Informática y Multimedia, las opciones que tiene el profesorado en el momento de escoger qué herramienta será utilizada en cada asignatura son numerosas. Actualmente son muchas las asignaturas donde se utiliza software de dominio público, ya sea para reducir en parte los costes asociados a su adquisición o porque realmente se trata de software que no tiene equivalente comercial o bien satisface perfectamente las necesidades de la asignatura. Además, resulta coherente que el estudiante use una misma herramienta a lo largo de diferentes asignaturas que son consecutivas o que están relacionadas. El caso más paradigmático son los lenguajes de programación, donde C y Java se utilizan a lo largo de toda la carrera. Así, por ejemplo, los estudiantes se introducen en el campo de la programación utilizando un compilador y un entorno de programación de dominio público, el Dev-C++, de modo que cuando hacen las asignaturas de sistemas operativos utilizando Linux, también usan el mismo compilador. En cuanto a la programación orientada a objetos, se utiliza el JDK de Sun junto con algún entorno de programación de dominio público. Esta plataforma se emplea en muchas otras asignaturas, como Estructura de la información, Redes de comunicación o Informática gráfica, por ejemplo.

Tal como hemos dicho anteriormente, el primer paso que debe darse es la formación de profesionales que sean conscientes de la existencia y la realidad del software de dominio público. Convendría distinguir entre los dos tipos diferentes de usuarios anteriormente mencionados: los usuarios finales, que tienen necesidades muy concretas y donde lo que se debe hacer es informar, y los usuarios que tienen una responsabilidad de decisión sobre los sistemas de información, como administradores de sistemas, y es en este segundo caso donde no hace tan sólo falta informar sino también formar a profesionales. La UOC y las universidades tienen en general como misión formar a profesionales que conozcan la realidad del mercado, pero también las alternativas disponibles.

Podemos resumir a continuación las cuestiones más importantes que un usuario (de cualquiera de los dos tipos) puede plantearse en caso de decidirse por utilizar software para resolver un problema:

1. ¿Qué necesito?
2. ¿Qué hay?
3. ¿Dónde puedo encontrarlo?
4. ¿Cómo se instala y cómo se utiliza?
5. ¿Cómo puede adaptarse a mis necesidades?
6. ¿Quién me soluciona los problemas?
7. ¿Puede distribuirse libremente? ¿Puede ganarse dinero con él?
8. ¿Qué dicen las leyes al respecto?

Podemos simplificar estas cuestiones en tres etapas: acceso al software de dominio público, adaptación y utilización del software y, finalmente, gestión y explotación comercial. Puede verse como un portal temático con tres áreas: una primera área centraliza la recopilación y clasificación de información para facilitar el acceso, una segunda área permite la creación de grupos de trabajo orientados a la adaptación y utilización del software, y una tercera área gestiona los aspectos más concretos de explotación comercial y otros aspectos relacionados (legales, por ejemplo).


6. El futuro

Aunque en cuestiones tecnológicas es difícil hacer predicciones, el acercamiento a la tecnología por parte de los usuarios es evidente, y no sólo en el campo de la informática, sino también en el campo de las telecomunicaciones y la domótica. Internet ha resultado ser una herramienta muy útil que aglutina conocimientos, intereses, esfuerzos y que facilita la comunicación entre los usuarios. Hay que aprovechar este hecho para crear comunidades virtuales interesadas en la creación y la difusión del software de dominio público, puesto que es un tema actual. Los hechos parecen confirmarlo:

1. Convertir productos en servicios: el software comercial siempre existirá, principalmente porque se trata de un negocio muy rentable para las empresas del sector, ya que el desarrollo de soluciones verticales adaptadas a las necesidades de cada cliente no puede proceder de software de propósito general. De todos modos, aunque es un software comercial, el impacto de SAP (Services, Applications and Products) puede hacer cambiar este punto de vista, ya que se plantea el software como una sistematización de los procesos que se realizan en una empresa, sean del tipo que sean. El secreto de SAP consiste en adaptar primero la empresa a los procesos considerados estándares, y después afinar estos estándares para reflejar las particularidades de la empresa. El negocio no es ya vender un producto a una empresa, sino ofrecerle una solución completa a un servicio continuado. El software no tiene ningún valor en sí mismo, sino que es el valor añadido que saca el usuario de SAP lo que hace que el producto sea interesante. Esta es la filosofía que hay que seguir para explotar el software de dominio público: convertirlo en un servicio y no en un producto.

2. Los sistemas operativos tienden hacia una línea convergente: el impacto de Internet ha hecho que diferentes tipos de usuarios con diferentes plataformas de trabajo (tanto en el ámbito de hardware como de sistema operativo y de software) tengan las mismas necesitadas e intereses. La posibilidad de utilizar el mismo sistema operativo en máquinas diferentes facilita la portabilidad de las aplicaciones (sistemas multiplataforma). Un claro ejemplo de esto son las interfaces gráficas con las que hoy en día trabajan los usuarios de los diferentes sistemas operativos. El elevado grado de personalización y configuración es tal que, de hecho, puede parecer que se está trabajando en un entorno cuando realmente se trata de otro. La separación cada vez más evidente entre el sistema operativo y el usuario final (que desconoce los detalles internos del software que utiliza) hace que sea factible plantearse a gran escala la sustitución de una plataforma por otra. Linux puede ser una buena apuesta de futuro para todos los fabricantes de hardware y de software, incluyendo a Microsoft, que podría dedicar más recursos a la creación de nuevos servicios, aunque si Microsoft pierde la batalla de los sistemas operativos, dejará de ejercer el gran poder monopolista que ahora mismo tiene y también puede perder el control sobre las aplicaciones ofimáticas.

3. Los estándares como apuesta segura: los grupos de trabajo que definen los estándares se alimentan principalmente de científicos que están produciendo los avances de vanguardia del tema en cuestión con un planteamiento abierto y no comercial, lo que asegura una transparencia para todos los usuarios. De hecho, hoy en día sólo los estándares son utilizados, debido al coste que conlleva para cualquier empresa iniciar toda una línea de investigación sin el soporte de la comunidad científica. Los grupos de trabajo tienen como finalidad aglutinar esfuerzos con algún objetivo concreto y común. Estos grupos de trabajo están formados tanto por científicos como por profesionales de empresas del sector donde el estándar tiene que definir las bases. Crear software basado en soluciones particulares que no siguen ningún estándar y que no han pasado por ningún comité es especialmente crítico en aspectos relativos a la seguridad y la fiabilidad de la información. El fracaso del sistema contra copia de los DVD es un claro ejemplo de que no pueden esconderse los detalles a la comunidad, ya que ésta acaba siempre por encontrar una mejor solución. El éxito del estándar JPEG es otro buen ejemplo de colaboración desinteresada.



7. Conclusiones

La filosofía del software de código abierto es la garantía de un desarrollo transparente con el único objetivo de mejorar, objetivo garantizado por la comunidad científica y por expertos del campo profesional que diseñan los estándares que después adoptarán los usuarios. Internet es hoy en día la herramienta perfecta para intentar romper la hegemonía del software comercial, con lo que se facilita el acceso a alternativas, se reduce el coste y se evita de rebote la piratería al convertir un producto en un servicio.

Las universidades, como centros de creación de conocimiento y de formación de futuros profesionales y como medio serio y fiable de divulgación de información, deberían abrir la puerta a sus estudiantes al mundo del software libre, pero sin perder nunca de vista la realidad profesional. No es suficiente que grandes empresas del sector como IBM, HP o SUN, entre muchas otras, impulsen el software libre, sino que es necesario implantar una cultura de formación e información detrás que rompa con los esquemas preestablecidos.

Iniciativas como la que está llevando a cabo Softcatalà junto con otros grupos relacionados con el software libre para la utilización de este tipo de software en la Administración pública son muy importantes, puesto que son las instituciones las que deben impulsar medidas que aseguren la transparencia y la perpetuidad de la gestión de los datos de los ciudadanos, independientemente de las decisiones con objetivos claramente comerciales que pueda tomar cualquier empresa.



Bibliografía:

BUSINESS SOFTWARE ALLIANCE. Sexto estudio anual sobre piratería de software global [En línea]. http://www.bsa.org/resources/2001-05-22.56.pdf

CASTELLS, M. (2001). La Galaxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad. Barcelona: Plaza y Janés. (Areté)

DE LAS HERAS QUIRÓS, P; GONZÁLEZ BARAHONA, J.M. (noviembre-diciembre 2001). "Actualidad del software libre". Novatica. Núm. 154, pág. 5-13.



Enlaces relacionados:

Association of Shareware Professionals (ASP):
http://www.asp-shareware.org
Open Source Development Network (OSDN):
https://en.wikipedia.org/wiki/Geeknet
Softcatalà:
http://www.softcatala.org
Free Software Foundation (FSF):
http://www.fsf.org
Concurrent Versions System (CVS):
http://savannah.nongnu.org/projects/cvs
Business Software Alliance (BSA):
http://www.bsa.org
[Fecha de publicación: junio de 2002]