«Para salir de la crisis del coronavirus será necesario combinar inteligencia humana, artificial y económica»
Joan Torrent, Catedrático de Economía de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC
Joan Torrent, Catedrático de Economía de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC
Hablamos con Joan Torrent, catedrático de Economía e investigador principal del grupo i2TIC de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) especializado en tecnologías de la información y la comunicación e inteligencia artificial. A raíz de la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia del coronavirus, considera que la recuperación no se producirá sin «la inteligencia artificial y la inteligencia económica. Eso sí, ninguna de las dos es posible sin la inteligencia humana». Reflexiona sobre un nuevo paradigma económico en el que las tecnologías tendrán un papel importante, tanto en lo que respecta a la resolución de la crisis como a la posterior recuperación, y sobre la forma en la que las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial pueden ser clave en las nuevas políticas económicas posteriores al confinamiento.
Hablamos con Joan Torrent, catedrático de Economía e investigador principal del grupo i2TIC de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) especializado en tecnologías de la información y la comunicación e inteligencia artificial. A raíz de la crisis sanitaria y económica derivada de la pandemia del coronavirus, considera que la recuperación no se producirá sin «la inteligencia artificial y la inteligencia económica. Eso sí, ninguna de las dos es posible sin la inteligencia humana». Reflexiona sobre un nuevo paradigma económico en el que las tecnologías tendrán un papel importante, tanto en lo que respecta a la resolución de la crisis como a la posterior recuperación, y sobre la forma en la que las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial pueden ser clave en las nuevas políticas económicas posteriores al confinamiento.
Según una encuesta reciente de 40 dB publicada por El País, los españoles están más preocupados por las consecuencias económicas de la COVID-19 que por los efectos sanitarios que se deriven de ella. ¿Qué opina sobre esto?
Más allá de afirmar que es muy difícil separar una crisis sanitaria de una económica, es necesario destacar que la economía la hacen las personas. Es muy importante reflexionar sobre cómo afrontamos la pandemia y las crisis derivadas y, sobre todo, qué haremos para salir de ella. A raíz de todo lo que está sucediendo estos días, considero que la tecnología, especialmente la inteligencia artificial y las plataformas colaborativas, nos puede ayudar mucho, ahora y en el futuro.
Según su opinión, ¿qué papel tendrá la inteligencia artificial en la recuperación de la economía tras el coronavirus?
En mi opinión, la inteligencia artificial será imprescindible para resolver la crisis sanitaria. Nos puede ser útil para predecir el comportamiento del virus y el de las personas que lo tienen. Con esta información, se evitaría que el sistema sanitario estuviera tan colapsado. De hecho, me sorprende que una crisis sanitaria global no tenga todavía una respuesta global, de modo que muchos países cometen errores que otros ya han cometido. Y la inteligencia artificial será la clave para avanzar en una respuesta global a la pandemia, tanto sanitaria como económica.
Sobre la recuperación económica, ¿cuáles le parece que serán los primeros pasos?
Estamos ante una crisis devastadora causada por un componente ajeno a la economía, pero que afecta por igual a todo el mundo. Esto se llama «choque externo simétrico» y es un fenómeno muy poco frecuente, pero, por suerte, ya tenemos un referente: la gripe española de la segunda década del siglo xx. Entonces ya vimos que estas situaciones de crisis globales son un buen momento para desarrollar políticas keynesianas, tal como ya empezaron a hacer muchos países, sobre todo después de la crisis de 1929.
¿En qué consisten estas políticas?
Para empezar, tenemos que prepararnos para un periodo más o menos largo de excepcionalidad en el que el flujo económico parará. Aquí es donde entran las inyecciones masivas de liquidez y un gasto público que asuma gran parte del golpe. No descartamos ver cosas que hasta ahora eran impensables, como moratorias y exenciones de impuestos a empresas y ciudadanos. Si la economía se para, los impuestos dejan de tener sentido.
Pero, en un contexto de elevado endeudamiento, ¿quién acaba pagando las recetas keynesianas? Esta es la gran pregunta a la que nos tendremos que afrontar en los próximos meses. En algunos países ya muy endeudados, como España e Italia, deberá ser el Banco Central Europeo quien asuma buena parte de la deuda pública (John Keynes ya hablaba de un banco central y de una moneda mundial). Pero esto no será suficiente y habrá que ver cómo se afronta la deuda a escala global.
Ahora bien, estas políticas ayudarán a mitigar los problemas de demanda, y la crisis también es de oferta. En este caso, habría que retomar las teorías de Joseph Schumpeter. El periodo más largo de estabilidad, crecimiento y reducción de desigualdades de la economía mundial vino después de la gripe española y de dos guerras mundiales, y fue gracias a la Segunda Revolución Industrial.
Así, ¿cuál será el papel de la tecnología en todo esto?
Si somos capaces de aprovechar la base tecnológica que nos ofrece la segunda ola de la digitalización, liderada por la inteligencia artificial, y el impulso por el cambio generado por la crisis del coronavirus (o por otras crisis como la climática), podremos asentar un periodo de crecimiento y estabilidad sobre la base de la Cuarta Revolución Industrial. Ahora bien, la instauración de organismos de ordenación y regulación globales son imprescindibles. Veremos qué pasa con los estados nación a lo largo del siglo xxi.
¿Qué sistema político opina que vendrá con esta cuarta revolución industrial?
Está por ver, pero sí que hay que reflexionar sobre ello. Todavía no sabemos hasta qué punto el sistema no democrático, por decirlo de algún modo, de China ha favorecido la contención del virus. En otras palabras: no sabemos hasta qué punto los sistemas democráticos y su capacidad limitada en ciertos asuntos, como el uso del miedo para incentivar el confinamiento, han favorecido la expansión de la pandemia. Pero mucho me temo que como resultado de la crisis del coronavirus nos tocará defender con fuerza la cultura democrática, porque las tentaciones de reducir libertades de todo tipo ya han empezado.
Volviendo a la economía: ¿la robotización y digitalización de las empresas quedará estancada, según su opinión?
En mi opinión, la crisis actual incentivará mucho la aplicación de la robótica a la estructura productiva porque entramos en un escenario en el que reinará la incertidumbre sobre la evolución del virus y las necesidades del confinamiento, todo ello caracterizado por un choque externo simétrico entre demanda y oferta. Por lo tanto, habrá una necesidad imperante de predecir comportamientos y posibles evoluciones de mercado.
Además, tendremos una fuerza de trabajo dispersa, con capacidad para producir, pero con necesidad de flexibilidad. Así, las tecnologías que predigan comportamientos, permitan actividad remota y organicen la producción de forma flexible crecerán con fuerza y me parece que la inteligencia artificial se llevará el gato al agua.
Durante el confinamiento hemos visto el poder de la plataformización de la economía. ¿Cómo le parece que evolucionará durante las próximas etapas?
La potencia de aprendizaje de la inteligencia artificial sumada a la desintermediación, o conexión más directa entre agentes económicos, que permiten las plataformas generarán una ventaja competitiva insuperable. Solo hay que ver la actividad de estos días de plataformas que conectan necesidades y productos con personas confinadas. Es un modelo de negocio extrapolable a todas las ramas de la economía.
¿Y cómo cambiaría este modelo las relaciones laborales?
Siempre que cambiamos la organización del trabajo, las relaciones laborales y el contrato social entre empresas, trabajadores y gobiernos también tienen que modificarse. En el nuevo modelo económico que planteamos, la tecnología permite controlar el mundo físico mediante el mundo virtual. Por lo tanto, los trabajadores pasarán a ser una función de la producción que será complementada por una tecnología que aprende y colabora. En todo este contexto, es evidente que la negociación colectiva y el contrato social basado en contratos y salarios fijos por productividad están dejando de tener sentido. Tendremos que crear entre todos un nuevo contrato social que construya las nuevas condiciones de gobernanza del trabajo en el siglo xxi.
¿Qué opina que va a pasar con las pymes en España?
En este contexto, las pymes son un agente económico muy amenazado. Si la gran empresa tiene problemas para sobrevivir, en una situación de incertidumbre, confinamiento y trabajo remoto las pymes lo tienen todavía más difícil. No quedará otro remedio que aceptar altas tasas de mortalidad entre este tejido empresarial. Pero también es cierto que la principal ventaja competitiva de las pymes es su flexibilidad y, en la medida en que sean capaces de movilizar sus dinámicas de adaptación, habrá muchas que evolucionarán.
Pero todo esto depende de una política pública que sea capaz de aportar el capital necesario. De nuevo, volvemos a Keynes y a Schumpeter, pero combinados. Así, para vencer al virus y superar la crisis será necesario combinar la inteligencia artificial y la inteligencia económica. Eso sí, ninguna de las dos es posible sin la inteligencia humana. De momento, seamos muy prudentes, sigamos estrictamente las recomendaciones de la inteligencia sanitaria y preparémonos para un nuevo mundo.
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Redacción