«Cuando los baby boomers lleguen a los ochenta años, serán unos grandes usuarios de las nuevas tecnologías»
Moon Choi
Moon Choi
La doctora Moon Choi ha trabajado durante años como investigadora en universidades norteamericanas. Choi se acaba de trasladar a Corea del Sur, donde investiga sobre personas mayores y tecnología en el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea (Korean Advanced Institute of Science and Technology, KAIST). Explica que en este país tiene más facilidades para llevar a cabo sus estudios porque «allí casi todo el mundo usa el teléfono móvil». Choi ha pasado por la UOC, donde ha impartido el seminario Research on Aging and Mobility in the Era of Big Data, organizado por el grupo de investigación STS-B (Barcelona Science and Technology Studies Group), explicó el poder de la tecnología para hacer avanzar las ciencias sociales y cómo las nuevas tecnologías pueden mejorar la autonomía y la calidad de vida de las personas mayores.
La doctora Moon Choi ha trabajado durante años como investigadora en universidades norteamericanas. Choi se acaba de trasladar a Corea del Sur, donde investiga sobre personas mayores y tecnología en el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea (Korean Advanced Institute of Science and Technology, KAIST). Explica que en este país tiene más facilidades para llevar a cabo sus estudios porque «allí casi todo el mundo usa el teléfono móvil». Choi ha pasado por la UOC, donde ha impartido el seminario Research on Aging and Mobility in the Era of Big Data, organizado por el grupo de investigación STS-B (Barcelona Science and Technology Studies Group), explicó el poder de la tecnología para hacer avanzar las ciencias sociales y cómo las nuevas tecnologías pueden mejorar la autonomía y la calidad de vida de las personas mayores.
En el campo de la tecnología y la tercera edad podemos diferenciar dos ámbitos: tecnología para intervenir en la vida de las personas y tecnología como herramienta de investigación. En el seminario que he realizado en la UOC me he referido al segundo ámbito. Así, la investigación en ciencias sociales se basa principalmente en hacer encuestas a la población, pero esta herramienta tiene ciertas limitaciones, sobre todo cuando se trata de medir determinados parámetros. Por ejemplo, si hablamos de envejecimiento y movilidad -el foco de mi investigación- podemos obtener resultados más precisos si, en lugar de basarnos en los resultados de las encuestas, utilizamos datos de dispositivos conectados o wearable (dispositivo que se lleva siempre encima y que obtiene datos de la persona).
Al mismo tiempo, la tecnología puede empoderar a la gente mayor. Por ejemplo, uno de mis proyectos es sobre tecnología para asistir a personas con demencia. La tecnología puede ayudar a los cuidadores y los profesionales de la salud en la atención de estos pacientes.
En primer lugar, debemos revisar minuciosamente nuestras ideas y percepciones sobre las personas mayores. Llamamos gente mayor a las personas que tienen más de 65 años, pero los gerontólogos dividimos a esta población en tres grupos: los mayores jóvenes, de 65 a 74 años; los mayores mayores, de 75 a 84, y los más mayores, de 85 en adelante. Estamos asistiendo a una «revolución de la longevidad». La generación de mis abuelos vivía aproximadamente hasta los 60-70 años. Pero los de mi generación podremos vivir hasta los 90. Esto quiere decir que tenemos muchos años de vida después de nuestra jubilación. No podemos pensar, pues, en las personas mayores como en un único grupo.
Sí, a eso lo llamamos la brecha digital, lo que significa que hay grandes diferencias en el acceso a la tecnología entre los distintos grupos de edad. La gente mayor de 75 años no estuvo expuesta a los teléfonos inteligentes cuando era joven. Pero los baby boomers, que están en los 50 o los 60, es mucho más probable que usen el teléfono móvil. Creo que hay diferencias importantes en el uso de la tecnología según la edad. Pero hay muchas formas de hacer que la gente mayor utilice tecnología. Tenemos, por ejemplo, la telemedicina, la salud móvil (mobile health)... Por ejemplo, en zonas rurales, las personas que viven alejadas de centros de salud pueden tener acceso a un médico solo conectándose con el teléfono o el ordenador. Y hay muchas otras aplicaciones. De todos modos, aunque hay un gran número de innovaciones, la gran mayoría de las personas aún no hacen uso de ellas. Hay un vacío importante entre el número de innovaciones y la implementación de la tecnología. Tiene que haber más investigación para descubrir por qué no se utiliza.
Es cierto que las innovaciones despiertan mucho interés, especialmente desde un punto de vista empresarial. La gente joven es más propensa a utilizar aplicaciones de salud móvil -por ejemplo, las app para hacer ejercicio son muy populares-, pero este tipo de innovaciones no están realmente integradas en la atención a las personas mayores y uno de los motivos es que hay barreras importantes para su uso. Creo que ahora mismo la salud móvil es a menudo un área de negocio para los hospitales. Existe una distancia estructural entre el avance de la tecnología y las políticas sociales. Innovaciones como el Apple Watch (reloj de Apple) o el Samsung Smart Watch se enfrentan a retos relacionados con las políticas y las regulaciones.
Por otra parte, cuando se desarrollan nuevas tecnologías, suele ser tecnología para tecnologías. Para resolver este problema, necesitamos profesionales de ámbitos multidisciplinarios que trabajen juntos. Por ejemplo, los ingenieros serán capaces de desarrollar aparatos más orientados al usuario si trabajan con profesionales de la salud que atienden a personas mayores y a sus familias. Un enfoque multidisciplinario es básico para que los usuarios adopten fácilmente las nuevas tecnologías.
Otro obstáculo es que las personas que ahora son mayores no estuvieron expuestas a la tecnología cuando eran jóvenes. Así, hemos visto en algunos estudios que si una persona utiliza tecnología cuando tiene 50 o 60 años, será más fácil que la utilice cuando esté en los 80. Es decir, la continuidad en el uso de la tecnología es importante. Cuando los baby boomers lleguen a los ochenta años, serán grandes usuarios de las nuevas tecnologías. Por eso veremos un cambio importante en este aspecto en los próximos veinte años.
Sí y no. Probablemente usaremos más tecnología, especialmente para monitorizarnos. Por ejemplo, aquí en mi muñeca puedes ver mi Pedometer wearable, que controla los pasos que doy cada día, las calorías que quemo a diario, etc. Pero diagnosticar ya es otra cosa, no puede decirme si tengo una enfermedad o no. Con todo, monitorizar a los pacientes mediante el uso de dispositivos wearable ayuda a los profesionales sanitarios a hacer un diagnóstico.
Actualmente, los médicos hacen un diagnóstico con la información que les damos cuando vamos al centro médico. Con los datos de los teléfonos inteligentes de los pacientes, los médicos podrán hacer un diagnóstico más preciso. Y también podremos prevenir algunos problemas de salud. Pero, por otra parte, la tecnología también podría producir grandes diferencias entre las personas. A algunas personas les puede gustar, pero otros quizás no querrán ser monitorizadas. Podría haber un movimiento contrario a la tecnología, y la sociedad podría dividirse en dos.
Mis anteriores publicaciones se centraban en las personas mayores porque realicé varios proyectos de investigación en Estados Unidos -aunque ahora me he trasladado a Corea para trabajar en KAIST- sobre el uso del vehículo privado, que es muy importante en la cultura norteamericana. Las conclusiones de mi estudio son que la ayuda mutua (por ejemplo, personas mayores jóvenes que se ofrecen a llevar en coche a las tienen de 85 años en adelante) es muy importante para el envejecimiento activo y el envejecimiento en el hogar. El concepto de movilidad en la comunidad es esencial para promover la movilidad en las últimas etapas de la vida.
Actualmente trabajo en un proyecto llamado «Building an Age-friendly Daejeon Using ICT» (Construir una Daejeon adaptada a las personas mayores por medio de las TIC). Es importante que la construcción de las ciudades y las comunidades tenga en cuenta todo tipo de personas, independientemente de su edad o su capacidad. Mi planteamiento se basa en el modelo social de discapacidad. Esto significa que la discapacidad no la deciden los individuos, sino la estructura social. Es necesario reconstruir las comunidades para que todas las personas estén incluidas en ellas, independientemente de su estado de salud, etc.
Me interesa mucho utilizar macrodatos para predecir el comportamiento de las personas y desarrollar intervenciones eficaces. Estamos ante la era de la revolución de los datos. Con las nuevas tecnologías nos es mucho más fácil recoger datos. Por ejemplo, cuando yo era pequeña, mi familia tenía una cámara y solo hacíamos fotos en días importantes -cumpleaños, vacaciones, etc.- y hoy en día tomamos fotos de cualquier cosa en cualquier momento. Ahora bien, aunque sea muy fácil recoger datos, analizarlos no lo es tanto. En este sentido, pienso que los científicos sociales necesitan más formación en el análisis de macrodatos, porque hasta ahora hemos utilizado la estadística tradicional, que no siempre resulta adecuada en este ámbito. En el nuevo modelo de investigación colaborativa debemos aprender a trabajar con profesionales de otras disciplinas, como por ejemplo con ingenieros. La colaboración entre diferentes disciplinas es muy importante.
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Redacción