Un profesor de la UOC estrena en París y Copenhague una instalación de realidad virtual a partir de imágenes de viviendas confinadas
The Smallest of Worlds, cocreada por Joan Soler-Adillon junto con Uwe Brunner y Bettina Katja Lange, propone una experiencia interactiva sobre el valor de los espacios íntimosCoger un mando como los de los videojuegos. Ponerse unas gafas de realidad virtual. Y, de repente, encontrarse dentro de un espacio tridimensional de extrañas proporciones, hecho de trozos de interiores de viviendas de todo el mundo captados en pleno confinamiento debido a la COVID-19. Mientras tanto, oír una voz que habla de la cuarentena. Elegir con el mando uno de los objetos del espacio extraño y, como consecuencia, entrar en otro espacio. E ir viviendo todas estas experiencias desde dentro, como si fuéramos los protagonistas.
Esto es, a grandes rasgos, lo que propone un proyecto artístico de realidad virtual e interactividad cocreado por Joan Soler-Adillon, profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la UOC, que en abril se estrenará en dos importantes festivales de París y de Copenhague.
El proyecto, titulado The Smallest of Worlds, es “una reflexión sobre el valor del espacio privado, que te transporta a lugares extraños, como si fuera un sueño, una especie de poema espacial”, explica Soler-Adillon. El artista catalán, experto en comunicación interactiva y arte digital, es su autor junto con el arquitecto austríaco Uwe Brunner y la escenógrafa alemana Bettina Katja Lange.
El título, detalla el profesor de la UOC, es un juego de palabras: “El mundo de cada uno se ha hecho muy pequeño y el mundo es pequeño porque pasa lo mismo en todas partes”. Es decir, nos hemos quedado más que nunca en casa, en una intimidad con la que hemos establecido una nueva relación y que, a menudo, hemos terminado mostrando más que nunca, ya sea a base de redes sociales, de videollamadas o de reuniones virtuales de trabajo.
A la vez, dice Soler-Adillon, The Smallest of Worlds es un ejemplo de investigación basada en la práctica: “Hemos querido experimentar con la micronarrativa; hemos querido buscar qué historias se pueden contar con realidad virtual que no funcionarían como documental convencional; nos hemos preguntado cómo crear entornos fragmentados, no realistas y con los que la gente conecte de todos modos”.
La muestra ha tenido muy buena acogida y en abril se estrenará en dos destacados festivales europeos, donde las circunstancias han hecho que los artistas presenten dos versiones distintas.
En concreto, el 6 de abril se inaugurará, en París, Les Ailleurs, un festival de nueva creación con un cartel y una puesta en escena imponentes, donde la obra se podrá visitar presencialmente en formato de instalación de realidad virtual y física. Y el 21 de abril, el reconocido festival de documentales CPH: DOX (Festival Internacional de Cine Documental de Copenhague) abrirá virtualmente sus puertas. Allí, The Smallest of Worlds se podrá ver en versión en línea. Además, el proyecto está nominado como finalista del DOK.fest de Múnich.
Contribuciones de todo el mundo
¿De dónde salen los entornos de The Smallest of Worlds? Son composiciones creadas a partir de una selección de entre los más de tres centenares de vídeos enviados por personas de todo el mundo que han respondido a la llamada de los tres artistas y han captado sus espacios íntimos en imágenes. El resultado es una pieza colaborativa que se aleja, sin embargo, de los vídeos originales, tanto respecto a los colores o las texturas como en cuanto a las proporciones de los objetos o personas que aparecen en ellos.
Los autores han compuesto los espacios a partir de la técnica de la fotogrametría, que permite convertir las imágenes de vídeo en entornos tridimensionales “imperfectos”, en palabras del profesor de la UOC.
Asimismo, la muestra incorpora notas de voz de las personas que han enviado los vídeos, ya sea dando su testimonio durante los primeros días del confinamiento, o reflexionando sobre ello meses después. Los idiomas son variados, desde el inglés hasta el catalán, pasando por el francés, el chino, el hindi o el suizo-alemán.
Por ejemplo, “en uno de los espacios vemos a mis hijas jugando bajo el tejado de la masía donde vivimos, mezcladas con una habitación caótica de México que nos ha enviado alguien que no conocemos, mientras una chica explica, en francés, cómo han vivido el confinamiento en su casa de Marruecos, donde se tuvieron que quedar encerrados muy poco después de ir a vivir a ese país”, ilustra el artista catalán.
El origen, un mes antes del estado de alarma
Joan Soler-Adillon y sus dos compañeros de proyecto se conocieron en febrero de 2020 en una residencia artística en la galería Espronceda de Barcelona. Allí hicieron un proyecto juntos, basado en la fotogrametría, y se emplazaron a seguir trabajando en esa línea los meses siguientes.
Y entonces llegaron la pandemia y el estado de alarma. A pesar de que el profesor de la UOC todavía no ha podido encontrarse físicamente con Uwe Brunner y Bettina Katja Lange, en junio lograron compartir una nueva residencia artística, esta vez virtual, en un festival alemán, y en octubre presentaban una primera versión del proyecto en el festival DOK Leipzig.
En cuanto al futuro, Soler-Adillon no descarta que The Smallest of Worlds pueda llegar a Cataluña y subraya que todavía tienen que ver si tendrá más recorrido. Para el profesor de la UOC, sería interesante “construir comunidad alrededor de este proyecto”.
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