La moneda social, una herramienta contra las crisis financieras
Las divisas complementarias son una forma de protección de la economía local ante las crisis globalesEn España existen aproximadamente 100 monedas sociales en funcionamiento. Más allá del euro, se abren paso otras divisas como el Puma en Sevilla, la Grama en Santa Coloma de Gramenet, el Zoquito en Cádiz o la Turuta en Vilanova i la Geltrú. Andalucía y Cataluña son las comunidades con más divisas sociales en funcionamiento. En Barcelona el pasado año se puso en marcha el REC en diez barrios de la Ciudad Condal. «Las monedas complementarias o sociales son divisas que se crean al margen del dinero oficial y que fomentan proyectos de ámbito social o ambiental, sobretodo a escala local», explica August Corrons, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). A diferencia del dinero, su acumulación no tiene sentido: «Ahorrar este tipo de monedas no se concibe, porque no generan intereses; su objetivo es que el dinero vaya de la mano de la producción y no de la especulación».
Aunque las monedas sociales siempre han estado vinculadas a economías transformadoras, hay iniciativas fomentadas desde los ayuntamientos, como el de Bristol, en Inglaterra, donde el propio alcalde y los funcionarios cobran parte de su sueldo en este tipo de moneda. También en Santa Coloma de Gramenet se está consolidando una moneda local, y se prevé en el futuro proponer al funcionariado que cobre parte de su sueldo en dicha moneda. «Para una ciudad es interesante que el dinero circule en la propia urbe, que no salga fuera, que el propio territorio sea más rico. Desde este punto de vista, las monedas locales no dejan de ser como un tipo de tarjeta de fidelización para que la gente vuelva a consumir, pero a escala municipal», afirma Corrons.
La moneda social como herramienta ante una crisis financiera
Las monedas sociales también han tenido un papel histórico ante algunas crisis financieras y han conseguido aportar liquidez cuando las monedas corrientes no lo han permitido. Algunas desaparecieron después de estos periodos de falta de liquidez, como las que existieron durante el «corralito» en Argentina, o el TEM durante la crisis en Grecia. Otras aún funcionan, como el WIR suizo, que surgió después de la Gran Depresión del 1934. «Este tipo de moneda es una forma de protección de la economía local ante las crisis globales; se trata de un sistema que, si hay una crisis, hace que esta no afecte tanto a la economía local», comenta Corrons.
Según el Banco de España, este tipo de moneda es «indeseable». «Los bancos tienen el monopolio del dinero, y cualquier alternativa que surja para intentar romper su monopolio es leída como una amenaza; sin embargo, el objetivo de estas monedas es complementar el euro; no se persigue —y hacerlo sería irreal— ninguna sustitución», afirma Corrons.
Aunque la economía es uno de sus campos de influencia, las monedas complementarias también abarcan los ámbitos social y ambiental. «Desde el punto de vista económico, fomentan la riqueza local y tienen un efecto multiplicador, en el sentido de que el dinero circula dentro del municipio», afirma Corrons. Muchas de estas monedas abordan su cara social con iniciativas que luchan contra la exclusión social y las desigualdades, como la Ossetana y el Boniato, por ejemplo. Para Corrons, las monedas sociales fomentan el empoderamiento de las personas, que así pueden conseguir un dinero adicional a partir de lo que ellas son capaces de hacer y de producir, y además fomentan la relación entre las personas y hacen crecer en ellas una mayor autoestima, puesto que se sienten parte de una comunidad y se ven capaces de hacer cosas favorables en pro de la sociedad.
Cuatro tipos de monedas sociales
Monedas sociales, complementarias, de intercambio, locales… Tienen muchos nombres, pero ¿son todas iguales? «Digamos que son y no son lo mismo», afirma Corrons, que añade que se pueden distinguir cuatro grandes tipos de monedas sociales:
- En primer lugar, hay los sistemas de crédito mutuo, que se basan en procesos monetarios fiduciarios creados por los propios miembros. Estos anuncian sus ofertas y sus necesidades de bienes y servicios y existe un sistema central de contabilidad que se encarga de registrar las transacciones. Los más conocidos son los sistemas de intercambio local (LETS, por sus siglas en inglés). «Suelen tener lugar de forma física y se realizan intercambios de persona a persona sin que haya una moneda propia», explica Corrons.
- En segundo lugar, están los bancos de tiempo, que son sistemas en los que la moneda es la unidad de tiempo. Estas iniciativas intercambian exclusivamente servicios sobre la base del tiempo de cada uno de los participantes. El tiempo vale lo mismo para todos, independientemente del servicio prestado. Se gana tiempo ayudando a otras personas u organizaciones y se gasta tiempo consumiendo los servicios ofrecidos por otros miembros.
- La tercera categoría son las monedas locales, que tienen un ámbito muy local y que fomentan que la economía local evolucione. Son sistemas monetarios geográficamente delimitados que circulan dentro de una determinada región. Si bien muchas monedas locales tienen forma de billetes físicos, hay muchos casos en los que se trabaja única y exclusivamente con plataformas tecnológicas.
- Y por último, hay los mercados de trueque, que son un híbrido entre los sistemas de crédito mutuo y las monedas locales. Constan de una infraestructura que facilita a los participantes el intercambio de bienes y servicios en el marco de un evento, como por ejemplo los mercados o las ferias.
Expertos UOC
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