¿Los asistentes virtuales serán los nuevos profesores particulares?
Los altavoces inteligentes pueden complementar y mejorar las actividades educativas que los estudiantes deben llevar a caboEl control parental es esencial para evitar el acomodo o la dependencia de los niños respecto a los aparatos
Los asistentes virtuales del hogar han ganado popularidad en los últimos meses gracias a su capacidad para facilitar algunas de las tareas que hacemos habitualmente con nuestros dispositivos móviles. Nos ayudan a buscar datos en internet, a hacer consultas relacionadas con la actualidad y el tiempo o nos resuelven dudas de cultura general. Pero hace unos meses se viralizó el vídeo de un niño que pedía las soluciones de los deberes a uno de estos aparatos. Concretamente, le pidió el resultado de una resta y el altavoz inteligente le respondió correctamente. Este hecho ha suscitado todo un debate y ciertos temores sobre cómo la entrada de estos aparatos en el hogar puede afectar el aprendizaje de los niños.
Alexa, Siri y Google Assistant tienen muchas aplicaciones prácticas relacionadas con el entorno educativo, como traducción en tiempo real, calculadora o la posibilidad de agendar fechas de exámenes. La profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC Mireia Montaña asegura que «nos encontramos ante una herramienta más que nos puede ayudar a hacer las tareas del día a día y que puede servir perfectamente para el estudio». La profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC Teresa Romeu coincide en ello y apunta que «se abre un nuevo horizonte en el ámbito educativo al que no se puede dar la espalda».
«El asistente virtual, como profesor que acompaña, no debería sustituir en ningún caso el trabajo del niño, pero puede ser una manera de ayudarlo en las actividades que debe llevar a cabo, complementarlas y mejorarlas», explica Romeu. Se trata de aparatos que presentan varias ventajas, como «la asistencia las 24 horas los 7 días de la semana, la accesibilidad en múltiples entornos, la adaptabilidad a las diferentes necesidades y niveles de cada estudiante o la democratización y la globalización de las ayudas al estudio». «Pueden ayudar a los estudiantes a memorizar datos a partir de pódcast divertidos sobre las tablas de multiplicar o las capitales de los países, o a practicar idiomas», ejemplifica Montaña.
Sin embargo, Romeu apunta que los altavoces inteligentes también presentan ciertos inconvenientes, ya que «en ausencia de control parental o docente pueden favorecer una disminución del trabajo mental, dar lugar a un acomodo peligroso o generar una dependencia grave en el niño que los utiliza en exceso». Montaña también asegura que «el valor de un profesor va mucho más allá de estos aparatos, ya que, además de transmitir conocimientos, es empático con los estudiantes y eso es muy importante para implicarlos y motivarlos».
El control parental, esencial para un uso responsable
Las profesoras apuntan que «el uso de los altavoces inteligentes debe limitarse a las tareas en las que los estudiantes no pueden aportar un valor añadido». Montaña explica que los estudiantes, cuando tienen que hacer deberes o trabajos, deben ir «más allá pensando, conectando ideas y reflexionando». «Si pueden encontrar todas las respuestas a sus encargos con el asistente virtual es que las tareas del profesor no están bien propuestas», razona la profesora.
La tecnología debe estar al servicio de las personas y estos aparatos, explica Romeu, «son una herramienta potente para la formación que entre todos debemos canalizar y aprovechar correctamente, pero siempre con un seguimiento y una supervisión activa del docente, y más cuando hablamos de edades tempranas». Montaña coincide en ello, y añade que «lo importante es educar y motivar a los más pequeños en la cultura del esfuerzo, además de explicarles cómo hacer un buen uso de los aparatos digitales».
«La educación empieza en las familias y la escuela, por lo que para poder sacar todo el partido a estas nuevas tecnologías desde una mirada crítica hará falta un buen equilibrio entre los diferentes agentes sociales y educativos y una buena formación en competencias digitales de los docentes», concluyen las profesoras.
Expertos UOC
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