La falta de espacio logístico amenaza el comercio electrónico
El 78 % de los consumidores deja de comprar en una empresa si recibe un producto tarde o incompleto por tercera vezEl auge del comercio electrónico dispara la contratación de espacios logísticos, que alcanzó un nivel de contratación de 935.000 metros cuadrados contratados en Madrid durante el 2018, lo que supone un nuevo récord en el sector por segundo año consecutivo y una subida del 2 % respecto a la de 2017. Según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), las ventas por internet crecen a un ritmo interanual del 27,2 % y ya mueven 21.800 millones de euros en España. Fenómenos de marketing como el Viernes Negro (Black Friday) o el Ciberlunes (Cyber Monday) van dando lugar a la necesidad de una infraestructura logística de grandes dimensiones, lo que obliga a las grandes distribuidoras a ampliar continuamente las instalaciones.
El profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Xavier Budet asegura que «la celeridad es un factor clave en las actuales cadenas de suministro», y que es precisamente por este motivo que «los operadores logísticos se van situando más cerca de sus clientes». Sin embargo, la Asociación de Promotores de Cataluña (APCE) y la consultora inmobiliaria Forcadell alertan de la poca disponibilidad de naves industriales en los lugares donde la demanda es más elevada, como Barcelona y Madrid. «Si el crecimiento de las compras en línea sigue el ritmo de los últimos años, llegaremos a un punto en que no habrá suficiente espacio urbano y se producirá un colapso de los pedidos», asegura el profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Josep Maria Català.
Según un informe de Zetes, hoy en día las empresas líderes del mercado solo tardan veinte minutos en preparar un encargo y garantizan una entrega completa en el primer intento. Ahora bien, una saturación de las entregas —ligada a un aumento de los tiempos de entrega— pondría las compañías entre la espada y la pared, teniendo en cuenta que el 78 % de los consumidores deja de comprar en una empresa si recibe un producto tarde o incompleto por tercera vez. Será necesario, pues, encontrar soluciones alternativas.
Català asegura que el uso de los macrodatos podría ser una solución a la falta de espacio logístico, ya que «permitiría la especialización de los almacenes según el barrio donde estén y factores como la renta per cápita, el volumen comprado, el tiempo de reposición o los productos más demandados por zona, horas y tipo de comprador». Analizar los datos de los pedidos permitiría también ganar más espacio para las mercancías. «Podrían ofrecerse descuentos en los productos con menos rotación o bien podrían trasladarse a las naves de fuera de la ciudad para priorizar el almacenamiento de los productos más vendidos», ejemplifica Català.
Entregas más eficientes y menos contaminantes
Uno de los grandes retos de las entregas de compras electrónicas es el impacto medioambiental, ya que las principales ciudades europeas empiezan a restringir la entrada de vehículos contaminantes. «Habrá que buscar alternativas más respetuosas con el medio ambiente, como por ejemplo los vehículos eléctricos u otros medios de transporte como el patinete o la bicicleta», ejemplifica Budet. Català coincide con él, y asegura que en un futuro podría optarse también por «el uso de los drones», aunque la legislación no lo permite actualmente.
«Cada vez veremos más colaboraciones entre distintas empresas para consolidar y compartir infraestructuras y vehículos para formalizar las entregas», asegura Budet. Muchas compañías empezarán a utilizar los dark stores —locales en centros urbanos no abiertos al público para preparar y expedir los pedidos—, los centros temporales (pop-up) o las entregas colaborativas, en las que serán los particulares quienes terminarán entregando el producto al cliente.
Sin embargo, los profesores alertan de que las restricciones de los centros urbanos y la congestión del tráfico aumentarán los puntos de recogida. «Las taquillas de recogida permiten entregar más paquetes en menor tiempo, por lo que la rotación del producto aumenta y hay más espacio disponible en los almacenes», explica Català. Al fin y al cabo, añade, «es la solución que conviene a todo el mundo, ya que mientras que las empresas optimizan los costes y las rutas, los usuarios no tienen que estar pendientes del momento en que se les entregará el producto, pues podrán recogerlo cuando salgan del trabajo».
¿El comercio electrónico acabará desplazando los grandes almacenes?
En los últimos años, los hábitos de los consumidores han cambiado debido al aumento de la venta digital y la aparición de grandes empresas de distribución en internet. Estados Unidos siempre ha marcado las tendencias en temas de distribución, al ser el país con más centros comerciales. Sin embargo, las grandes superficies empiezan a estar en vías de extinción debido a la sobreoferta comercial y al auge del comercio electrónico. Según un estudio de la consultora CBRE, el 25 % de los centros comerciales que hay actualmente en Estados Unidos cerrará en los próximos cinco años. ¿Esta tendencia podría acabar llegando a España?
La profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC Inma Rodríguez-Ardura asegura que «los hábitos de los consumidores españoles cambian» y que a pesar de «valorar la calidad del servicio, también buscan la máxima comodidad y flexibilidad en las compras». Es decir, prefieren comprar en varios canales y dispositivos. «Lo que desea el consumidor es pasar fácilmente de un canal al otro durante el proceso de decisión», explica esta profesora.
Los establecimientos tradicionales, añade, «tendrán que transformarse y deberán considerar el potencial de negocio de nuevas tecnologías como la realidad aumentada, los robots o la inteligencia artificial» para competir con éxito con el comercio electrónico. «Las tiendas deben dejar de ser establecimientos dedicados exclusivamente al cierre de transacciones para convertirse en espacios de comunicación y relación con los consumidores y proporcionarles una experiencia de compra integrada y única», concluye Rodríguez-Ardura.
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