¿Pueden ser transversales, los conceptos de competitividad, sostenibilidad y creatividad?,
Francesc Muñoz (moderador)
Desde el prisma del paisaje se refuerza el concepto de territorios y ciudades sostenibles. Ambientalmente es evidente que el paisaje considera parámetros como la vegetación, la calidad del aire y la del agua y la contaminación acústica en el momento de planificar. Al mismo tiempo, sin embargo, el componente social es altamente valorado, ya que desde el Convenio Europeo del Paisaje (Florencia, 2000) se asume que "paisaje hace referencia a un área, tal como la percibe la colectividad, como resultado de la interacción de los factores naturales y humanos." Por este motivo se están haciendo intentos más o menos logrados para integrar procesos de participación ciudadana en la planificación. Por lo tanto, a través de las políticas los valores sociales son promovidos y reconocidos. Igualmente, la economía tampoco se ha dejado de lado en los análisis paisajísticos, y tanto desde las herramientas de diagnosis como desde las de intervención y gestión, se tiene en cuenta.
Si vinculamos la reflexión anterior con el objetivo de ser competitivos, entendido de forma global y no exclusivamente económica, se puede comprobar como territorios con buenas intervenciones y bien gestionados paisajísticamente garantizan una competitividad superior en los aspectos mencionados (ambiental, social y, también, económica y culturalmente). La entrada a un municipio en la cual se ha intervenido con el fin de hacerla más atractiva visualmente, donde se ha controlado el paso de los vehículos privados, se ha limpiado las rías secas, se ha plantado vegetación autóctona y se ha creado un carril bici y un paseo del que puede disfrutar toda la población, es más sostenible y más competitiva que una población desordenada donde se prioriza el acceso de los coches y los camiones, con la cual la población no se siente identificada y sólo funciona como lugar de paso. Por lo tanto, y en la línea de este ejemplo, muchos otros territorios pueden “salir a la luz” si se tratan desde la óptica integradora del paisaje, que con actuaciones a corto plazo asegura un desarrollo sostenible hacia el futuro.
Finalmente, las políticas de paisaje destacan por sus estrategias innovadoras, desde las que se utilizan para diagnosticar los diferentes territorios (no sólo con baremos cualitativos, sino también con impresiones y percepciones cualitativas tenidas en cuenta y que provienen de la sociedad), como las de intervención y gestión (por ejemplo, los estudios de intervención e integración paisajística) o las de las tareas posteriores de monitorización (con los indicadores elaborados en función de los objetivos de calidad).