"Queremos que la UOC sea líder y también un motor de cambio y de progreso social"
Xavier Prats Monné, nuevo presidente del Consejo Asesor de la Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya
Xavier Prats Monné, nuevo presidente del Consejo Asesor de la Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya
Xavier Prats Monné es el nuevo presidente del Consejo Asesor de la Fundació per a la Universitat Oberta de Catalunya. El Consejo es un órgano consultivo que tiene por objetivo garantizar una amplia representación de la sociedad catalana en el funcionamiento de la institución. En esta entrevista, Prats comparte cuáles son sus principales objetivos como presidente del Consejo y cuál es la visión que guiará su presidencia.
Prats, que es presidente del Patronato del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y consejero del Instituto Jacques Delors de París, es licenciado en Antropología Social por la Universidad Complutense de Madrid y posee posgrados en políticas de desarrollo económico y estudios europeos. Ha sido reconocido con un doctorado honoris causa por la Universitat Rovira i Virgili y en 2016 recibió la Orden de Alfonso X el Sabio en España. Así mismo, fue director general de Salud y Seguridad Alimentaria entre el 2015 y el 2018 en la Comisión Europea y lideró políticas y programas de la Unión Europea en salud pública y seguridad alimentaria. Anteriormente, del 2011 al 2015, fue director general de Educación y Cultura, puesto en el que gestionó iniciativas como Erasmus, Marie Curie y Europa Creativa. También es asesor especial de Teach For All, una organización global sin ánimo de lucro dedicada a ampliar las oportunidades educativas en todo el mundo.
Usted se ha estrenado hace poco en la presidencia del Consejo Asesor. ¿Cuáles son las funciones que se le reservan como presidente de este órgano?
Diría que mi función más importante es garantizar que el Consejo Asesor actúe como un aliado estratégico de la UOC, aportando ideas y puntos de vista que ayuden a fortalecer la misión de la universidad de ofrecer una educación de calidad abierta, innovadora y transformadora para todo el mundo.
Por lo tanto, creo que mi primera responsabilidad como presidente es crear un espacio en el que las opiniones y las experiencias de todos los miembros se pongan al servicio de esta universidad. Esto significa fomentar un clima de colaboración para asegurar que las diferentes perspectivas del Consejo converjan en propuestas que marquen un impacto real y constructivo.
La fuerza del Consejo Asesor es su diversidad —de trayectorias profesionales, de ideas, de género— y la gracia de ser el presidente es sacarle todo el partido.
Bajo su presidencia, ¿dónde quiere poner el foco y cuáles son los objetivos que se plantea lograr?
Como siempre se está a tiempo de ser menos ambiciosos, espero que al final de mis cuatro años de mandato el Consejo Asesor haya contribuido a lograr dos objetivos estratégicos de la UOC. El primero es acercar todavía más la UOC a la sociedad, anticipando los retos que sin duda vendrán e impulsando iniciativas que conecten con nuestro entorno cultural, económico y profesional. Y dando más visibilidad a lo que la UOC ofrece a la sociedad: creo que, a pesar del progreso logrado en tres décadas, el impacto y el potencial de la UOC como universidad con una misión de utilidad pública no son suficientemente conocidos, ni por las instituciones ni por la ciudadanía.
El segundo objetivo es la sostenibilidad de la UOC. Esta universidad es un ejemplo único de acceso inclusivo combinado con calidad académica: espero trabajar con los otros miembros del Consejo para preservar este modelo único y darle estabilidad financiera e institucional.
Queremos que la UOC sea sostenible y aumentar su liderazgo en el ecosistema educativo: que siga siendo no solo una institución académica líder, sino también un motor de cambio y de progreso social. Espero que podamos tejer suficientes conexiones con universidades, centros de investigación, agentes sociales y sociedad civil para abrir nuevas vías de innovación y colaboración.
¿Qué importancia tienen las colaboraciones entre instituciones educativas y empresas y qué resultados se esperan de estas alianzas?
Las universidades con finalidad pública como la UOC tienen que ser independientes de los intereses particulares, pero no indiferentes al interés general: las alianzas con la empresa sirven para fortalecer la posición de la UOC como líder en educación digital, impulsar la innovación en la sociedad del conocimiento y contribuir al progreso tanto de la academia como de la economía.
Esperamos que estas colaboraciones den como resultado investigaciones de más impacto y programas de formación mejorados que creen ciudadanos globales, y que ofrezcan más oportunidades de movilidad estudiantil y de becas internacionales.
Las colaboraciones con empresas nos permiten mantenernos en la vanguardia de la innovación digital y proporcionar a nuestros estudiantes habilidades prácticas y relevantes para la industria y la sociedad, mientras que las empresas obtienen acceso a talento y soluciones innovadoras.
En los próximos años, ¿en qué ámbitos cree que la UOC puede tener más posibilidades de incidir? ¿En qué aspectos puede mejorar y qué necesita para hacerlo?
Creo que la UOC tiene una gran capacidad de incidencia, sobre todo en la formación continua y la inclusión educativa: son las áreas centrales de la misión de la UOC, y también aquellas donde nuestra sociedad tiene más necesidades y el sistema universitario menos capacidad de satisfacerlas.
Nuestra universidad se puede consolidar como referente en educación digital para contribuir a construir una sociedad más justa y equitativa y crear un ecosistema de aprendizaje que responda y se adapte a las necesidades de las personas. Podemos ofrecer oportunidades de aprendizaje a personas de todos los ámbitos, incluidas aquellas con trayectorias más complejas.
Para conseguirlo, tenemos que mejorar constantemente nuestras capacidades pedagógicas, nuestra infraestructura digital y el ritmo de adopción de las innovaciones tecnológicas en educación. Esto requiere sobre todo estabilidad jurídica y sostenibilidad financiera.
Lo que necesita la UOC es, por un lado, resolver su indefinición jurídica para poder operar con más flexibilidad y eficacia. Desde nuestros orígenes tenemos una misión de universidad pública y una gobernanza de fundación privada, y sufrimos los inconvenientes de ambos modelos. Por otro lado, necesitamos un contrato plurianual con los poderes públicos que asegure la financiación adecuada para mantener la competitividad académica y tecnológica.
La inteligencia artificial es, sin duda, uno de los aspectos que más marcará el futuro de la educación superior en los próximos años. ¿Qué retos cree que tiene la UOC por delante en este ámbito en particular?
La inteligencia artificial transformará la educación superior tan profundamente como al resto de nuestras sociedades. La UOC no será una excepción: también tendrá que repensar su tecnología y el modelo pedagógico. En ciertos aspectos, la UOC está más adelantada que otras universidades porque nació digital, pero, por la misma razón, el reto de mantener el liderazgo cuando la tecnología se hace omnipresente es más importante.
Creo que el objetivo tiene que ser utilizar la IA para empoderar a nuestros estudiantes en el reconocimiento y la gestión de su propio desarrollo competencial y conectarlos directamente con las necesidades del mercado laboral y de la sociedad.
La experiencia de un aula virtual pronto será radicalmente distinta a la de hoy: más inmersiva, sin duda, y técnicamente más sofisticada. Por ejemplo, podremos monitorizar con gran eficacia los hábitos de aprendizaje y las preferencias pedagógicas individuales de nuestros 90.400 estudiantes para incrementar su satisfacción y productividad y reducir el abandono. La IA no solo puede mejorar la educación, sino reinventarla poniendo al estudiante en el centro de una experiencia de aprendizaje personalizada y adaptativa, en un entorno digital más ético y seguro, con itinerarios formativos flexibles y mejores sistemas de gestión académica.
Además de la IA, ¿qué otra tendencia o aspecto debe tener en cuenta una universidad como la UOC para mantener su liderazgo como universidad en línea?
Creo que la tendencia dominante en educación superior será el aprendizaje a lo largo de la vida, impulsado por la rápida evolución tecnológica y los cambios sociales que ya estamos experimentando. Si hoy el conocimiento se renueva a un ritmo sin precedentes y la IA transforma radicalmente el mercado laboral, la idea de estudiar hasta obtener un título y después aplicar lo que has aprendido durante 40 años de vida laboral no es muy plausible. Y, a pesar de esto, los sistemas educativos todavía están organizados como hace cien años.
Creo que la educación evolucionará hacia un modelo que ofrezca acceso permanente al conocimiento producido por las universidades, y no acceso restringido a cohortes sucesivas de estudiantes. Este nuevo paradigma implica que las instituciones educativas tendrán que proporcionar plataformas y recursos que permitan acceder de forma flexible y continua a contenidos actualizados, cursos modulares y oportunidades de aprendizaje personalizadas. La UOC, con su experiencia en educación en línea y su enfoque en el aprendizaje continuo, ya está excepcionalmente muy posicionada para ofrecer soluciones innovadoras; lo que no tiene todavía son los recursos humanos y financieros para lograr esta transición.
¿Cómo evalúa el impacto de la UOC en el acceso a la educación superior y en la transformación social?
Creo que en 30 años la UOC ha emergido como un agente transformador: fue pionera en educación digital no solo en Cataluña, sino en el mundo; ha roto barreras geográficas y sociales, y ha abierto las puertas del conocimiento a colectivos tradicionalmente excluidos de la educación superior de calidad.
Muchas universidades tradicionales suelen predicar el acceso universal y practicar el acceso exclusivo: hacen de la dificultad de acceso de los estudiantes a su institución una cuestión de prestigio, y publican con orgullo porcentajes desalentadores de candidatos admitidos. El impacto de la UOC consiste en hacer lo contrario: la combinación de accesibilidad, flexibilidad y calidad hace que la UOC sea un actor clave en la transformación digital de la educación superior y en la democratización del acceso al conocimiento.
El modelo de la UOC es especialmente valioso para las personas que quieren una educación de calidad y no pueden acceder a ella presencialmente por razones geográficas, laborales o personales. Para quien tiene que equilibrar responsabilidades familiares y crecimiento académico, por ejemplo: 3 de cada 10 estudiantes de la UOC tienen hijos, comparado con solo 1 de cada 100 en las universidades presenciales. Y hoy la UOC acoge a la mitad del alumnado universitario con discapacidad certificada de toda Cataluña.
A medida que el conocimiento y la educación se vayan haciendo más determinantes para los individuos y para la sociedad, el impacto de la UOC en términos de acceso, inclusión y diversidad también crecerá. Pero la UOC no se limita a transmitir conocimiento: también lo crea, y de calidad; en el ámbito de la investigación, sobre todo sobre el impacto de la tecnología en la sociedad, la UOC ha conseguido un impacto considerable en producción científica.
Contacto de prensa
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Anna Sánchez-Juárez