«Las necesidades de los niños con autismo casi no se tienen en cuenta»
Blanca Calvo, investigadora del grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC
Blanca Calvo, investigadora del grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC
El proyecto ASD Publics: Activando espacios para la neurodiversidad, liderado por la Universitat Oberta de Catalunya(UOC), con el Ayuntamiento de Barcelona, el Instituto Global de Atención Integral del Neurodesarrollo (IGAIN) y el Laboratorio de emergencias urbanas (LEMUR), establece las pautas para diseñar espacios de juego que sean aptos para estos menores. El resultado han sido dos documentos. El primero es una guía de diseño con pautas para crear y gestionar espacios de juego, de forma que los niños con trastorno del espectro autista (TEA) también puedan disfrutar de los parques públicos. El segundo es una metodología de cocreación, tipo manual, para incluir a estos niños en el diseño de estos espacios. La investigadora principal ha sido Blanca Calvo, del grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC.
El proyecto ASD Publics: Activando espacios para la neurodiversidad, liderado por la Universitat Oberta de Catalunya(UOC), con el Ayuntamiento de Barcelona, el Instituto Global de Atención Integral del Neurodesarrollo (IGAIN) y el Laboratorio de emergencias urbanas (LEMUR), establece las pautas para diseñar espacios de juego que sean aptos para estos menores. El resultado han sido dos documentos. El primero es una guía de diseño con pautas para crear y gestionar espacios de juego, de forma que los niños con trastorno del espectro autista (TEA) también puedan disfrutar de los parques públicos. El segundo es una metodología de cocreación, tipo manual, para incluir a estos niños en el diseño de estos espacios. La investigadora principal ha sido Blanca Calvo, del grupo de investigación Urban Transformation and Global Change Laboratory (TURBA Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3) de la UOC.
¿Por qué decidieron centrarse en niños con TEA?
Hay dos razones. La primera tiene que ver con la casualidad: la idea surgió en el transcurso de una conversación con una persona de IGAIN que trabaja con este colectivo. Me contó una mala experiencia que había tenido con uno de estos niños en el parque. Me planteé, entonces, que los arquitectos y urbanistas teníamos que hacer algo. La segunda razón es que las necesidades de este colectivo son muy particulares y casi no se tienen en cuenta.
¿Cuáles son esas necesidades?
Existen muchas, como la necesidad de estructura. Las personas, no solo los menores, con autismo llevan muy mal el caos y necesitan que las cosas estén muy guiadas, algo que no suele suceder en los espacios públicos. En este caso, hay elementos que pueden ayudar a estructurar el juego, como un pavimento que se pinta para indicar un recorrido o para marcar una zona. También les puede resultar muy difícil entender cómo se utiliza un elemento de juego, así que recurrimos a pictogramas para explicárselo.
¿Son especialmente sensibles a los estímulos?
Existe mucha diversidad dentro del TEA. No hay un único patrón. Algunas personas son hipersensibles, y otras, hiposensibles. Además, alguien puede ser hipersensible a un sentido, pero no a otro. Lo más común es la hipersensibilidad al ruido, lo que dentro de un parque infantil resulta muy difícil de gestionar, porque suele haber gritos, golpes, etcétera. Pero también hay casos en los que existe una hipersensibilidad al tacto, y tocar determinadas texturas les disgusta mucho o, por el contrario, les encanta.
Teniendo en cuenta estas necesidades, ¿proponen crear espacios de juego independientes para estos menores?
Hicimos una encuesta, a través de la Federación Catalana de Autismo, que contestaron 86 familias, y muchas pedían franjas de tiempo o espacios de uso prioritario, pero nosotros no lo recomendamos, porque va en contra del principio de inclusión. Una de las cosas que proponemos es que dentro de las áreas de juego haya siempre espacios de calma, como refugios. Les suelen gustar mucho, por ejemplo, los tipis, las tiendas de campaña indias, o rincones que estén más alejados, pero dentro del espacio de juego. También es importante que cuenten con zonas donde puedan estar tranquilos con los padres.
¿Qué tipo de pruebas han realizado con los niños?
Hemos hecho cuatro talleres, y en cada uno de ellos hemos creado distintos espacios de juego. El primero fue en las oficinas de la UOC, y los dos siguientes, en la Gran Clariana de las Glòries, un espacio verde donde se trazó un perímetro interactivo con un montón de opciones de juego sensorial. En el primero, solo estaban los menores con TEA y sus hermanos, mientras que en los de la Gran Clariana se acercaron varios niños neurotípicos a los que les llamó la atención, y se produjo una interacción muy interesante.
¿Y el último taller?
Lo organizamos en el patio de un colegio de Sants, el Jaume I. Nos ofrecía una infraestructura grande con columpios, rampas y muchos elementos que no habíamos podido probar. Este taller fue el más real y el más parecido a un parque de verdad, pero muy delimitado, lo que tranquilizaba a las familias y evitaba que los menores se pudieran escapar.
¿Ha estado muy presente la naturaleza?
Los beneficios de la naturaleza en las personas con TEA están muy documentados, así que intentamos diseñar parques que no estén construidos con elementos artificiales, como el plástico o el cemento, sino con elementos naturales, que les transmitan calma.
¿Qué papel han desempeñado las familias?
Han sido varios y muy importantes. Tomábamos datos permanentemente y tratábamos de descubrir qué les gustaba más. Pero esto no siempre es fácil, porque la expresión facial de las personas con TEA también está afectada y una sonrisa no siempre expresa alegría, así que las familias nos ayudaron a entenderlos. Hablamos también con ellos antes de los talleres y nos sumamos a sus salidas habituales al parque para preparar nuestro proyecto.
¿Cómo valoraron el proyecto?
Muy bien. Las familias mostraron una gran satisfacción, porque, además, les ofrecimos la posibilidad de ir al parque sin sentirse juzgados. Ese no era el objetivo del proyecto, pero nos dimos cuenta de la cantidad de conflictos a los que se enfrentan en el día a día. También les gustó mucho que alguien se preocupara por sus necesidades.
¿Cuáles son las conclusiones?
Las guías han sido valoradas de forma muy positiva por las asociaciones, las familias, los expertos en TEA y el Ayuntamiento de Barcelona, aunque nos hemos encontrado muchos problemas que no habíamos previsto y aún queda muchísimo por hacer. Queremos seguir trabajando y que las asociaciones también se involucren y se hagan suyo el proyecto.
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Redacción