10/6/22 · Estudios de Artes y Humanidades

«Nunca ganaremos a las máquinas en productividad, eficiencia y rapidez; es aquí donde empieza el miedo a la inteligencia artificial»

Mónica Rikic, artista electrónica

Mónica Rikic

Mónica Rikic

Mónica Rikic, artista electrónica

 

Mónica Rikić es artista electrónica y programadora creativa. Profesora colaboradora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), centra su práctica en el código, la electrónica y los objetos no digitales para crear obras interactivas, a menudo enmarcadas en juegos experimentales. Con sus proyectos, ha participado en diferentes festivales internacionales, como el Ars Electronica, el Japan Media Arts Festival, el FILE Brasil y el Sónar, y ha realizado residencias en el Technoculture Arts and Games de Montreal y en el Ars Electronica Futurelab. Hablamos con ella sobre arte y tecnología y sobre su participación en el simposio ISEA2022 Barcelona, impulsado por la UOC, donde es programadora del track dedicado a las performances y donde presentará su obra más reciente, Especies I, II y III.

 

Mónica Rikić es artista electrónica y programadora creativa. Profesora colaboradora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), centra su práctica en el código, la electrónica y los objetos no digitales para crear obras interactivas, a menudo enmarcadas en juegos experimentales. Con sus proyectos, ha participado en diferentes festivales internacionales, como el Ars Electronica, el Japan Media Arts Festival, el FILE Brasil y el Sónar, y ha realizado residencias en el Technoculture Arts and Games de Montreal y en el Ars Electronica Futurelab. Hablamos con ella sobre arte y tecnología y sobre su participación en el simposio ISEA2022 Barcelona, impulsado por la UOC, donde es programadora del track dedicado a las performances y donde presentará su obra más reciente, Especies I, II y III.

¿Cuál es tu búsqueda como artista y qué es lo que te inquieta?

Últimamente me he centrado bastante en analizar, desde el punto de vista del pensamiento crítico, las tecnologías más allá de la técnica. Es decir, estudiar qué afectaciones sociales tienen las tecnologías sobre nosotros como personas y como sociedad. Pienso que debemos dejar de hablar de cómo nos afectan las tecnologías y establecer el punto de partida en el que las tecnologías ya nos han afectado. Y, a partir de aquí, plantear cómo transformarlas o hacer un uso más responsable de ellas, o mirarlas desde una óptica completamente distinta, dejando de lado la sensación de que las tecnologías están por todas partes y las usamos siempre, pero que no podemos interferir en su desarrollo. Lo cierto es que no hace falta ser un superprogramador para cambiar las cosas, así que hay que romper con esta visión. Mi trabajo busca contribuir a introducir las tecnologías como parte de la cultura, como parte de un agente que nos configura y es parte de nosotros, y mostrar que tenemos capacidad de decidir hacia dónde avanzarán.

A menudo enfocas estas prácticas desde un punto de vista lúdico.

Trabajo con diferentes enfoques en función de la práctica que utilice y del lugar donde se exponga la pieza. Sin embargo, la técnica que más estoy usando últimamente —y que será una de las piezas que presentaré en ISEA— se enmarca en la idea de proponer tecnologías alternativas a través del juego y desde la imaginación, justificando muy bien el pensamiento filosófico que hay detrás del concepto de las piezas. Lo que hago, pues, son piezas de arte que se desarrollan como dispositivos dramatúrgicos, en los que hay más o menos interacción con el público. Las piezas donde se genera más interacción son del tipo taller, donde el público utiliza herramientas para crear un juego, una sociedad, etc. Lo que propongo es un entorno de relación en el que podemos crear conceptos para cada una de las piezas. Después, al otro extremo, hay piezas en las que el público es simplemente espectador y la misma pieza presenta un entorno donde suceden una serie de cosas que intentan cambiar la visión que tiene el público sobre las tecnologías, de modo que se da una interacción más conceptual.

En algunas piezas recientes, como por ejemplo en Madre de Robots, reflexionas sobre la inteligencia artificial desde un punto de vista crítico.

Este es uno de los intereses conceptuales que tengo ahora mismo. Por ejemplo, Madre de Robots sería también una pieza muy interactiva, la veo como una herramienta de mediación social. Al final, lo más importante de la pieza no es el output, es decir, la instalación sonora, sino todo el proceso que se desarrolla con el público durante el taller, donde se buscan formas de interpretar el comportamiento humano con algoritmos. Lo que hacemos en Madre de Robots es invertir el proceso de la inteligencia artificial, lo que sirve para enseñar cómo funciona la inteligencia artificial y qué hay detrás de los dispositivos a personas que no necesariamente conocen las técnicas de esta tecnología. El público experimenta cómo son estos procesos de forma muy práctica.

La inteligencia artificial a menudo se mira con un punto de recelo, y parece que en nuestro imaginario siempre le asociamos cierta distopía. ¿La tuya es una visión más optimista?

Bien, a mí ni siquiera me gusta llamarla inteligencia artificial: prefiero referirme a los sistemas cognitivos artificiales. El propio término inteligencia artificial es uno de los principales problemas en los que se apoya esta narrativa, que yo creo que está impulsada por diferentes intereses de poder. Y porque, por ejemplo, presupone que podemos definir de forma universal lo que es la inteligencia humana y que no existen otros tipos de inteligencia de agentes no humanos, que también son viables y aceptables. Luego, si nosotros consideramos que esta es la forma universal de definir la inteligencia humana, debemos darnos cuenta de que la estamos basando en valores que se corresponden con los intereses sociales y corporativos actuales, como la rapidez y la productividad. Pero, para mí, no son definitorios de las inteligencias humanas, porque pienso que estas son diversas, que hay de distintos tipos. Está claro que nunca ganaremos a las máquinas en productividad, eficiencia y rapidez. Y es aquí donde empieza el miedo. Por tanto, cometemos un doble error: pensamos que podemos definir la inteligencia de una forma globalizada y, después, alimentamos el mito de que la inteligencia artificial es un agente superior a nosotros. El pasado colonizador de las sociedades occidentales nos hace creer que el otro es algo inferior que podemos dominar. Ahora personificamos al otro en la idea de una tecnología que puede dominarnos, y tenemos miedo. Son narrativas mainstream propulsadas sobre todo por las plataformas audiovisuales. La idea es romper un poco con todo esto.

Para reflexionar sobre todas estas cuestiones, entre el 10 y el 16 de junio tendrá lugar en Barcelona el simposio ISEA2022, impulsado por la UOC, en el que participarás de varias formas. Una de ellas será exponiendo una nueva obra, Especies I, II y III, gracias a la Beca DKV de Producción-Investigación ISEA 2022. ¿En qué se basa?

Estoy a punto de empezar un doctorado en la UOC, y la obra sirve como una primera propuesta para la investigación que quiero llevar a cabo. Sin entrar mucho en detalles, es una pieza compuesta por tres lienzos, que de algún modo tienen partes mecánicas y que muestran lo que pretendo hacer con mi doctorado: trasladar conceptos filosóficos a la programación creativa y a la electrónica creativa. Quiero defender la idea de que pueden existir otros tipos de sistemas cognitivos artificiales que no sean la réplica del ser humano y que, de algún modo, pueden desarrollar y mostrar procesos existenciales. Mi hipótesis es ver qué pasa si, de alguna forma, en vez de centrarnos en que las inteligencias artificiales deban ser productivas o guiarse por unos mercados que les busquen unas funcionalidades concretas, podemos darles unos usos más experimentales. La pieza está formada por tres dispositivos: uno que es más mecánico, otro más orgánico y otro más fluido. Va acompañada de un audiorrelato que explica los procesos de la máquina y su existencia, y justifica que puede ser válida sin tener que ser una réplica del ser humano.

También participas como programadora de performances. ¿Qué idea hay detrás de este track?

Hay varias líneas en las performances: reflexiones alrededor de los usos de la inteligencia artificial, de cómo nos relacionamos con la naturaleza y el mundo no humano... Más allá de trabajar en la producción, pienso que lo que hay que destacar más como artista es el hecho de que un simposio como ISEA haya hecho este año en Barcelona una apuesta bastante grande por incluir a artistas que no estén dentro del mundo académico y proporcionarles financiación y ayudas económicas que no se habían dado nunca en ISEA. Cuando se forma parte del mundo académico, es más sencillo acceder a subvenciones o ayudas de las universidades, pero ahora se posibilita que otros perfiles puedan tener acceso a ellas. En esta edición se ha hecho un esfuerzo para poder incluir pequeños presupuestos del Ayuntamiento de Barcelona, la Generalitat y otras instituciones.

¿Por qué será innovadora esta nueva edición de ISEA y por qué es relevante tener estos encuentros en una ciudad como Barcelona?

Creo que la gracia de la conferencia será precisamente esa mezcla entre artistas y académicos. Además, habrá varias actividades que se expandirán más allá de Barcelona, como por ejemplo en Reus y en Terrassa, y otros acontecimientos en el territorio. Esto es genial. Y, luego, otra cosa que no pasaba en otras ediciones es que las performances y los talleres estarán abiertos al público que no tenga entrada para el simposio, y que las exposiciones serán gratuitas y se extenderán más allá de las fechas de ISEA. Por tanto, será muy accesible: tanto la gente a quien le interesa el arte como aquella que no se plantea mucho estas cosas encontrarán cosas interesantes.

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