«La UOC me ha dado mucho más de lo que podía esperar, me ha ayudado a cambiar una situación crítica»
Jesús Martín, graduado en Derecho en la UOC
Jesús Martín, graduado en Derecho en la UOC
Jesús Martín se gradúa este año del grado de Derecho de la UOC, después de haber superado un buen puñado de dificultades. Trabajaba en una pequeña empresa familiar del sector metalúrgico cuando la crisis financiera del 2008 dejó a su familia en la ruina y ahogada en deudas. Después de preparar unas oposiciones, decidió matricularse en la universidad para seguir escalando posiciones en el trabajo. Gracias a la carrera, descubrió la llamada Ley de la Segunda Oportunidad, que le cambió la vida. Hablamos con él sobre la apuesta determinada por la formación para hacer frente a la adversidad.
Jesús Martín se gradúa este año del grado de Derecho de la UOC, después de haber superado un buen puñado de dificultades. Trabajaba en una pequeña empresa familiar del sector metalúrgico cuando la crisis financiera del 2008 dejó a su familia en la ruina y ahogada en deudas. Después de preparar unas oposiciones, decidió matricularse en la universidad para seguir escalando posiciones en el trabajo. Gracias a la carrera, descubrió la llamada Ley de la Segunda Oportunidad, que le cambió la vida. Hablamos con él sobre la apuesta determinada por la formación para hacer frente a la adversidad.
¿Cómo fueron tus primeras experiencias universitaria y laboral hasta la crisis del 2008?
De joven estudié hasta COU y empecé estudiando Informática en la Universidad de Girona. Aunque tenía cierta facilidad para estudiar, no tenía mucha motivación y en mi caso primó el contar con unos ingresos económicos estables. Visto con perspectiva, seguramente fue un gran error por mi parte, y con una mejor formación el final hubiera sido diferente. Así que compaginé una primera etapa en la universidad con el trabajo en el almacén de un supermercado, hasta que a los veintiún años dejé los estudios y aposté por unirme a una empresa metalúrgica propiedad de la familia de mi mujer. La empresa iba tirando, y allí trabajé catorce años. Teníamos una calidad de vida relativamente buena, hasta que llegó la crisis del 2008.
¿Qué os pasó durante la crisis?
Durante la crisis, todas las empresas que no estaban saneadas sufrieron mucho, y en nuestro caso quebramos. Mi mujer también estaba en la empresa, y nos encontramos los dos como autónomos, sin derecho al paro, con un niño de ocho años y unas deudas por encima del medio millón de euros. En Sant Celoni, donde yo vivo, en las pocas ofertas de trabajo que había no encajaba un perfil como el mío, que tenía 35 años y experiencia principalmente en el mundo administrativo. Además, la situación en la que estábamos con mi mujer era muy complicada. Por todas las deudas que teníamos como avalistas de la empresa no podíamos ni siquiera abrir una cuenta en el banco, y habíamos perdido nuestro piso.
¿Cuál fue el proceso de recomponer tu trayectoria laboral y apostar por una mejor formación?
En aquel momento tenía la necesidad de encontrar algo que me diera una cierta seguridad y estabilidad rápidamente, y que, además, dependiera cien por cien de mí. Entonces, aposté por la Administración pública. Empecé a formarme por mi cuenta para preparar unas oposiciones, y la apuesta salió bien. Fue así como conseguí una plaza en la Diputación de Girona. El proceso me fue muy bien y tuve un cierto éxito, porque se presentaron trescientas personas y, con mucho esfuerzo, quedé tercero entre las once plazas que había. El proceso también me hizo ganar autoestima, y decidí seguir estudiando.
¿Por qué escogiste la carrera de Derecho en la UOC, y qué experiencia has tenido estudiando el grado?
En 2013 empecé el grado de Derecho con la idea de poder progresar en el trabajo. Yo entré en la Diputación como administrativo, pero para poder pasar a ser técnico hay que tener un título universitario. Yo soy más de números, pero las oposiciones tienen mucha parte de derecho, y me di cuenta de que sería lo que me prepararía mejor de cara a optar a futuras plazas. También consideré que Derecho, al tener una parte más teórica, sería una carrera interesante para hacer a distancia. Cuando decidí volver a la universidad, la gente de mi entorno veía como una carga enorme ponerse a estudiar con 37 o 38 años, pero para mí no era ningún sacrificio, porque era algo que me llenaba. Me ha gustado muchísimo estudiar, y considero que estudiar el grado de Derecho en la UOC ha sido un acierto total. Conozco otros compañeros que han hecho la carrera presencial, y he podido valorar mucho el sistema de la UOC. En otros sitios la carga teórica es elevadísima, y a mí me ha gustado mucho de la UOC que tiene una vertiente muy práctica. Las PEC te ponen en situaciones en las que tú mismo debes buscar cuál es la respuesta o la interpretación... A la larga esto para mí ha sido muy positivo, y creo que es una forma de estudiar que, con un perfil como el mío, es ideal.
Desde el punto de vista personal, ¿qué te ha dado la UOC?
Como decía, yo empecé a estudiar por la inercia formativa que había cogido después de preparar las oposiciones para la Administración pública, pero después la UOC y el grado de Derecho me han dado mucho más de lo que yo podía esperar. En mi caso cambió la situación crítica que tenía en el aspecto financiero. La expresión más clara de esto es que a media carrera, más o menos, descubrí la Ley de la Segunda Oportunidad, lo que me ha dado una salida a una situación que, cuando empecé a estudiar, ni sabía que existía.
Además de esto, en cuanto a la autoestima, obviamente soy una persona muy diferente después de haber estudiado en la UOC. Ahora puedo aconsejar y echar una mano a familiares y amigos con situaciones jurídicas. Si bien no he cursado el máster y no estoy colegiado, de forma que no los puedo representar, sí los ayudo. Antes esto era impensable, no tenía los recursos.
Has dedicado tu trabajo de final de grado a la Ley de la Segunda Oportunidad. ¿En qué consiste esta ley y cómo pudiste aplicar los conocimientos académicos a tu vida real?
La Ley de la Segunda Oportunidad forma parte de la Ley Concursal, lo que antes en el Estado español se denominaba "suspensión de pagos". Lo que se hace con una empresa cuando está a punto de quebrar es, antes que nada, efectuar un concurso de acreedores para ver si puedes remontar. Si no es así, se liquida. Y el problema de muchos empresarios es que, cuando la empresa quiebra, ellos también han quebrado paralelamente, porque la mayoría de la deuda está avalada y, por lo tanto, no pueden seguir adelante con sus vidas. En nuestro caso, la deuda era tan grande que era impagable, inasumible para una persona física.
Por lo tanto, la Ley de la Segunda Oportunidad permite que la deuda pueda exonerarse si se cumplen una serie de requisitos, como por ejemplo que sea una deuda de buena fe, que la deuda no sea con la Administración o que sea inferior a cinco millones de euros. Es una ley que yo descubrí a media carrera en la UOC, gracias a estudiar Derecho, porque no se le da nada de publicidad. Mi familia y yo empezamos un proceso muy pesado de casi tres años, y le dediqué mi trabajo de final de grado. Mi proceso fue paralelo a los estudios, y gracias al trabajo iba descubriendo cosas que me servían a mí personalmente. Hasta que, al final, se resolvió a nuestro favor. Además, es un trabajo que alguien podría aprovechar perfectamente, porque está hecho por una persona que lo ha vivido en su propia piel. Creo que ahí está, sobre todo, el interés de mi trabajo.
Tu mujer ha seguido un camino similar al tuyo en cuanto a la formación, y recientemente tu hijo también se ha matriculado en la UOC.
¡Somos totalmente una familia UOC! Cuando yo estaba en proceso de buscar trabajo, mi mujer encontró uno. Era un trabajo bastante precario, pero nos ayudaba a salir adelante. Cuando yo entro en la Diputación de Girona, ella empieza a preparar unas oposiciones para entrar, igual que yo, y consiguió una plaza. En mi caso, estudiar me hizo pasar a tener trabajo, mientras que en el suyo la ayudó a tener un trabajo mejor, mejor pagado y con más derechos. Una vez en la Administración, también empezó la carrera de Derecho, y quedó muy contenta porque, en su caso, ella decía eso de que "yo no sirvo para estudiar". Una vez en la universidad, descubrió que tenía muchos más recursos de los que creía. En cuanto a mi hijo, que ahora tiene veintidós años, también había empezado Informática, pero después de un curso y medio vio que no le gustaba. Es un chaval muy creativo, al que le gustan la fotografía y los vídeos, y ahora se ha matriculado en el grado de Diseño y Creación Digitales. Hace un semestre que lo hace y está muy contento.
¿Qué le aconsejarías a una persona que se encuentra ante una adversidad tan grande como la que sufriste tú? ¿Por qué la formación ha sido clave en este sentido?
Lo que he dicho siempre es que, para salir de una situación, el primer paso es aceptarla con todas las consecuencias. La formación es la siguiente instancia. Ante la adversidad, siempre hay algún tipo de formación que puede ayudarte a salir adelante, porque la formación al final acaba abriéndote posibilidades y mejorando lo que tú eres. Hay que tener claro hacia dónde se quiere ir.
¿Qué significa para ti graduarte, después de haber pasado por todo esto?
Me hace mucha ilusión. Yo acabé de estudiar en enero del 2020, pero no pude tener ceremonia debido a la pandemia. Seguro que será un momento muy especial; siempre tuve claro que el día de la graduación quería estar ahí. Es el momento de sentirte orgulloso de lo que has hecho, y creo que es un día que todo el mundo que se ha graduado se merece.
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Redacción