16/9/21 · Institucional

«Impartir formación en línea nos permite cultivar el talento en cualquier lugar del mundo»

Josep A. Planell, rector de la UOC

Josep A. Planell: «En un mundo que cambia tan rápido, la formación a lo largo de la vida es imprescindible» (foto: UOC)

Josep A. Planell: «En un mundo que cambia tan rápido, la formación a lo largo de la vida es imprescindible» (foto: UOC)

Josep A. Planell, rector de la UOC

 

Josep A. Planell es el rector de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) desde el año 2013. Licenciado en Física por la Universidad de Barcelona y doctor en Ciencia de los Materiales por la Universidad de Londres, aborda en esta conversación los retos a los que debe hacer frente la UOC. La pandemia, que ha puesto la formación en línea en el orden del día, puede cambiar el panorama de la educación superior, que desde hace años también apuesta por la internacionalización. Consciente de estos cambios, Planell, con una trayectoria científica que lo sitúa como el investigador más citado en publicaciones académicas en su especialidad en España, insiste también en reafirmar la simbiosis de otros rasgos significativos de la UOC: la comunión entre ciencia, tecnología y creatividad.

 

Josep A. Planell es el rector de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) desde el año 2013. Licenciado en Física por la Universidad de Barcelona y doctor en Ciencia de los Materiales por la Universidad de Londres, aborda en esta conversación los retos a los que debe hacer frente la UOC. La pandemia, que ha puesto la formación en línea en el orden del día, puede cambiar el panorama de la educación superior, que desde hace años también apuesta por la internacionalización. Consciente de estos cambios, Planell, con una trayectoria científica que lo sitúa como el investigador más citado en publicaciones académicas en su especialidad en España, insiste también en reafirmar la simbiosis de otros rasgos significativos de la UOC: la comunión entre ciencia, tecnología y creatividad.

La pandemia cogió a todo el mundo a contrapié. Las universidades tuvieron que hacer un gran esfuerzo para adaptarse a la virtualidad y es posible que se acabe consolidando una oferta híbrida o totalmente en línea. ¿Significa esto que crece la competencia para universidades online como la UOC?

La emergencia sanitaria obligó a todo el mundo a adaptarse al entorno en línea como pudo. Se ha hecho un gran esfuerzo y hay que agradecerlo, pero es cierto que la mayoría de universidades no están diseñadas ni preparadas para dar el salto, hoy en día, a ofrecer solo formación en línea. A raíz de la COVID-19, es posible que algunas universidades presenciales quieran transformarse y ofrecer más formación online en un futuro y que este cambio de paradigma afecte en cierto modo a la UOC. Pero también debemos tener en cuenta que la mayoría de universidades se dirigen a un perfil de estudiante que no es el nuestro. Impartimos formación a lo largo de la vida, no estamos centrados solamente en la franja de entre 18 y 23 años.

Además, la evolución de la UOC a lo largo de estos 25 años, tanto desde el punto de vista tecnológico como en términos de su modelo pedagógico, de su gobernanza, de los criterios que configuran la calidad de la docencia en línea y, sin duda, de la investigación y la generación de conocimiento, sobre todo en áreas de interacción entre tecnología y ciencias humanas, la ha convertido en modelo y referente para la educación en línea.

La pandemia ha acelerado los cambios en la forma de trabajar y de vivir, y ya empezamos a hablar de nómadas digitales. Estas nuevas dinámicas pueden afectar positivamente a territorios alejados de las urbes y con una población decreciente. ¿Cómo podría la UOC contribuir al desarrollo de estos territorios?

Estamos ante una gran oportunidad, porque la UOC permite que personas de todo el mundo puedan formarse. Existen muchas familias que viven en pueblos y que no pueden permitirse enviar a sus hijos a una ciudad con universidad. Por eso, es fundamental que las universidades en línea podamos ayudar a cualquier persona a formarse desde cualquier lugar. Formarse sin tener que salir de un territorio fomenta que los conocimientos y las iniciativas profesionales puedan quedarse para enriquecerlo. Esta cuestión requiere inversiones en tecnología e infraestructura: las administraciones deben garantizar que la conexión a internet llegue a todas partes, con calidad y de forma accesible para todo el mundo, y deben fomentar esta nueva ruralidad.

Debemos tener en cuenta que, por el hecho de que internet es ubicuo, la universidad puede ser global. Esto no solamente significa tener una dimensión internacional, sino también formar ciudadanos globales de forma inclusiva y respetando la diversidad, y con una fuerte voluntad de impacto social. Este es, de hecho, un vector estratégico que constituye la esencia de la UOC. Significa promover el aprendizaje globalmente y fomentar la interculturalidad —en las aulas, a través de los materiales didácticos—, además de trabajar para que las competencias que adquieran los estudiantes —digitales, organizativas, de trabajo colectivo— faciliten la formación de ciudadanos globales, preparados para los retos del siglo xxi.

Más de una vez ha comentado que en una sociedad en la que crecen las fake news y teorías como el terraplanismo la pandemia ha vuelto a poner la ciencia en el lugar que le corresponde.

Así es. La lucha contra la emergencia sanitaria se ha hecho desde la ciencia. Nos ha dado las vacunas y la situación está mejorando. Pero con esto no basta, porque la pandemia no es solo una emergencia sanitaria, sino que ha afectado a todos los aspectos de nuestra vida. Solo hay que ver las afectaciones en la salud mental que surgen a raíz de la COVID-19. Incluso hay quien compara lo que está pasando con una guerra, al menos por las tensiones que está generando en la ciudadanía. Ha sido un antes y un después, y la ciencia es uno de los elementos que tiene que ayudarnos a entender qué ocurre. En un momento de auge de las fake news, la ciencia tiene el deber de implantar criterios de racionalidad y nosotros, como universidad, tenemos que ayudar a hacer que sea posible.

La UOC focaliza su investigación en la interacción entre la tecnología y las ciencias sociales. Con la reciente presentación, junto con ocho instituciones más, de Hac Te, el hub de arte, ciencia y tecnología, el diafragma se abre. ¿Qué visión acompaña esta iniciativa?

En el año 2000, cuando se inaugura el Internet Interdisciplinary Institute (IN3) sobre la base de la interacción entre la tecnología y la sociedad, se plantó una semilla que ha ido dando frutos. El primero y el más evidente fue el vínculo entre la tecnología y la educación, con el eLearn Center. Más adelante fue el vínculo entre la tecnología y la salud, con el eHealth Center. Y actualmente tiramos de un tercer hilo, que es el de la relación entre la tecnología y la creatividad. Es por eso por lo que impulsamos este hub que une el arte, la ciencia y la tecnología, puesto que creemos que puede ser un proyecto transformador para la propia universidad y un catalizador de cambios para la ciudad de Barcelona y para el país. Esta visión de futuro pasa por una apuesta clara de nuestra universidad por invertir en tecnología, le dedicaremos el 10 % de nuestro presupuesto: en 2013 fueron 8 millones de euros y en 2022 serán 15 millones.

La UOC está a punto de convertirse en una universidad acreditada institucionalmente. ¿Qué supondrá esto?

Es un logro importantísimo. Contaremos con un sello de calidad que nos reafirma como actores importantes en la tarea de cultivar una educación universitaria de calidad. Además, también se trata de una carta de presentación imprescindible para la relación con los países de Latinoamérica. Estamos llevando a cabo una política de globalización que nos conduce a colaborar no solo con instituciones académicas, sino también con administraciones públicas. Y este sello es imprescindible para presentarse ante estas administraciones.

Mandato público, gestión privada. ¿Es así como la UOC definiría de una forma sencilla su gobernanza?

Siempre nos preguntan si somos públicos o privados. La ley de creación de la UOC la reconoce como privada, porque parte de una fundación privada, pero en el preámbulo del texto se reconoce que la universidad la crea la Generalitat de Cataluña para garantizar una educación universitaria a distancia, en catalán y de acceso público. Y, de hecho, según esta ley, se establece que el precio de la matrícula de la UOC se define de acuerdo con el decreto de precios que cada año actualiza la Generalitat. Y, para poder cumplir con estos precios, la UOC recibe subvenciones. Tener un mandato público y ser una fundación privada exige un equilibrio complicado, en un país tan binario como el nuestro. Pero los sistemas de gobernanza pública a través de fundaciones —ya sean públicas o privadas— existen y están extendidos en países como Austria, los Países Bajos o Portugal. No nos estamos inventando nada.

Este curso se ofrece un nuevo grado, el de Educación Primaria. ¿Qué representará para la UOC poder formar maestros?

Se trata de otro gran logro que nos ha costado mucho conseguir. La reivindicación de la UOC de impartir Magisterio viene de mucho antes de que yo fuera rector. Finalmente, llegó un momento en el que crecía tanto el número de estudiantes que se matriculaban en universidades en línea de fuera de Cataluña para cursar Magisterio que el Departamento de Educación vio claro que la UOC tenía que ofrecer este grado.

Para mí, poder ofrecer por fin Magisterio en la UOC va mucho más allá. Formando maestras de otro modo, con competencias digitales fuertes, contribuiremos a luchar contra el gran sesgo de género que sufren los programas de formación superior de las llamadas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Si tenemos maestras bien formadas en tecnología, tendremos más chicas en el futuro que apuesten por estudiar carreras tecnológicas.

En 2013, la UOC tenía poco más de 50.000 estudiantes y ahora pasa de los 80.000. ¿Cuál es el techo de crecimiento?

Durante estos años hemos crecido porque teníamos un mandato de la Generalitat de crecer y hacernos viables en un contexto de crisis. La docencia es escalable, sí, pero también es cierto que tiene un límite. Y este límite lo hemos empezado a sufrir durante este curso, puesto que hemos tenido que cerrar algunas aulas porque la disponibilidad del personal docente no es infinita. Así que tendremos que analizar, junto con la Generalitat, dónde está este límite. Será un gran debate porque, si la UOC es abierta, no debería tener numerus clausus. ¿Tendremos que poner notas de corte? Esto también significaría que no somos abiertos.  

La misión de la UOC, como decíamos antes, es garantizar una educación a distancia con acceso público. Se nos plantean una serie de preguntas muy interesantes que, al final, radican en debatir sobre si podemos crecer más. En algunos ámbitos seguro que sí. Tenemos que saber encontrar aquellos grados y estudios que nos hagan absolutamente distintivos, por la calidad de nuestra docencia y nuestra singularidad respecto a otras universidades.

¿En qué se podría sintetizar la singularidad de la UOC?

En primer lugar, en su modelo pedagógico. En la UOC se aprende haciendo, hacemos realidad la evaluación por competencias. Hemos evitado trasladar al online la misma dinámica del modelo presencial, con profesores que imparten clases a través de una pantalla. Otra singularidad es nuestra gobernanza, de mandato público con gestión privada, sustentada en la transversalidad de la gestión académica. También nos distingue la investigación que realizamos y los ámbitos en los que la realizamos. Y, además, destacaría la vocación de que la UOC sea un nodo de conocimiento. Tenemos la misión de difundirlo y valorizarlo. El conocimiento hace tiempo que no está solo en las aulas, sino que está en los hospitales, en los museos, en las empresas... En todas partes. Por lo tanto, nuestra tarea es ser activadores y dinamizadores de este conocimiento y ponerlo a disposición de la ciudadanía.

La UOC lleva años apostando por afianzar su dimensión global. Cuenta con sedes en México y Colombia, ha ido incorporando a su estructura a personas de distintas nacionalidades y ha seguido una política propia de internacionalización. ¿Cómo cree que puede evolucionar este recorrido?

Esta internacionalización fue objeto de muchos debates internos. Pero creo que nuestro modelo está funcionando muy bien porque entendemos que la forma de globalizarnos y de entrar en otros países debe ser con las administraciones locales de cada país, sobre todo cuando hablamos de un ámbito tan regulado como el de la educación superior. El éxito que tenemos se ve con el número creciente de estudiantes internacionales, que hoy llega a los 12.500. De estos, un tercio son personas extranjeras que estudian en la UOC desde fuera de España, la mayoría latinoamericanas. Otro tercio son personas extranjeras, también mayoritariamente latinoamericanas, que viven en España. Y un último tercio tienen nacionalidad española y viven y estudian desde fuera del país. La vocación de servicio público y el modelo no presencial hace que podamos cultivar el talento de las personas según sus necesidades, estén donde estén.

¿Cómo se imagina la UOC en el año 2050?

Estoy convencido de que la misión de nuestra universidad, que es formar personas a lo largo de la vida, se mantendrá plenamente vigente en la UOC del futuro. Las universidades del siglo xxi, y en particular nuestra universidad, deberán asegurar la formación de las personas en función de cada momento vital y profesional. Y, como ha hecho siempre la UOC, con las tecnologías de cada momento. Y esto habrá que hacerlo con unos precios públicos para poder asegurar su impacto social.

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