El aprendizaje en línea en 2021: de la urgencia a la calidad
Con el trasfondo de la pandemia, los expertos de la UOC exponen los retos y las tendencias del aprendizaje en línea para los próximos añosLa pandemia de la COVID-19 ha provocado la mayor interrupción de los sistemas educativos que jamás ha existido en la historia, que ha afectado casi a 1,6 mil millones de estudiantes en todo el mundo. Ante la disrupción que han supuesto los diferentes confinamientos, la enseñanza en línea ha ocupado el centro del escenario global, una transformación obligada que ha acelerado la migración digital y que puede significar el despegue definitivo de este tipo de enseñanza durante el año 2021. De hecho, las primeras previsiones de la industria vaticinan que el mercado del aprendizaje digital o e-learning crecerá el 8 % y superará los 375.000 millones de dólares en 2026.
«Algo que afecta tan negativamente una proporción tan elevada de la humanidad nunca puede ser bueno para nadie, pero sí podemos decir que, gracias a la educación en línea, los sistemas educativos de todo el mundo no se han tenido que interrumpir al cien por cien y que grandes capas de la población mundial han podido conocer qué es este tipo de educación», explica Albert Sangrà, investigador del grupo Edul@b y profesor de los Estudios de Psicología i Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
A pesar de este éxito, las condiciones en las que se ha dado este reto mayúsculo de pasar en pocos días de una modalidad presencial a una virtual han llevado a un tipo de prácticas de urgencia que los expertos denominan «docencia remota de emergencia», la cual, a pesar de que se desarrolla de forma virtual, no equivale necesariamente a una enseñanza en línea de calidad. «Un efecto no deseado», describe Sangrà, «inherente a la forma inesperada e inmediata en la que se ha tenido que afrontar la situación, es que en muchos casos la falta de preparación previa, de formación del profesorado, de disponibilidad de recursos, y de conectividad y accesibilidad a dispositivos ha hecho que muchas experiencias no hayan sido satisfactorias».
Tal como recuerda Carles Sigalés, investigador y vicerrector de Docencia y Aprendizaje de la UOC, «pasar a la enseñanza en línea no es tan sencillo como parece. Una universidad que ofrece formación en línea de calidad debe organizarse de forma completamente distinta, el traslado de la presencialidad a la no presencialidad no es automático». Se trata de un sistema que pone a los estudiantes en el centro del aprendizaje, con implicaciones que van más allá de la mera traslación a una pantalla de lo que un profesor hace en una universidad presencial. «Algunas personas se han dado cuenta de que poner en marcha un modelo como este no tiene nada de fácil y que no se trata de hacer videoconferencias síncronas. Han visto que es necesario un diseño y una planificación muy detallados, la elaboración de recursos de aprendizaje y tomar decisiones con respecto a una forma de evaluar diferente, y también que hace falta una competencia digital desarrollada, pero no solo instrumental, sino también metodológica», recalca Lourdes Guàrdia, investigadora de Edul@b y subdirectora de docencia de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.
Un modelo de éxito al servicio de la comunidad
En este sentido, la UOC, una universidad pionera en este modelo de enseñanza y aprendizaje desde su nacimiento hace 25 años, ha podido contribuir durante los últimos meses a ayudar a los profesionales y las instituciones del sector educativo. «Se ha organizado un ciclo de webinars con mucho impacto, en el que ha participado profesorado de todos los estudios de la UOC, y también se ha hecho un libro que ya cuenta con más de 23.000 descargas: Decálogo para la mejora de la docencia online. Propuestas para educar en contextos presenciales discontinuos. Solo con eso, ya mostramos cómo podemos ayudar a mucha gente, y a la vez, continuar aprendiendo con ellos y seguir haciendo evolucionar el modelo», destaca Lourdes Guàrdia.
Uno de los elementos clave en este modelo y que ha facilitado que la UOC continúe a la vanguardia de los nuevos procesos de aprendizaje es el eLearn Center, el centro de desarrollo e innovación del aprendizaje en línea de la UOC. «Se trata del motor de nuestro modelo de aprendizaje: es una unidad técnica que interactúa con el profesorado y trabaja en nuevos desarrollos, propone innovaciones en nuestro modelo y estimula estas innovaciones entre el profesorado», afirma Carles Sigalés.
La hibridación llega para quedarse
Uno de los efectos de la aceleración del aprendizaje virtual que se ha producido durante la pandemia es el impulso de los modelos híbridos —que combinan clases presenciales y en línea—, útiles para formar a ciudadanos en competencias muy necesarias en una sociedad cada vez más tecnológica, así como para enfrentarse a escenarios imprevistos como el que vivimos en la actualidad. «Algunas de las universidades que han tenido que hacer esta migración en línea seguramente sacarán de ella muy buenas lecciones y las veremos ofreciendo formación no presencial como complemento de su actividad», explica Carles Sigalés.
En la misma línea se expresa Albert Sangrà, que destaca el hecho de que muchas personas del ámbito educativo se han dado cuenta de que desarrollar modelos híbridos que estén basados en buenos diseños de enseñanza en línea puede aportarles «muchos beneficios, tanto en cuanto a la flexibilidad de las propuestas formativas, como también en cuanto a la capacidad de interacción, colaboración y personalización». «Ahora bien», sigue diciendo el investigador, «es importante que estos modelos se diseñen con una mirada diferente de la que se ha utilizado hasta ahora —que ha sido desde la presencialidad—, porque, si no, no tendrán un gran recorrido».
Una formación del profesorado adaptada al entorno digital
El papel del profesorado en el entorno digital ha evolucionado hacia la figura de facilitador del aprendizaje de los estudiantes, pero sigue siendo fundamental. «Al contrario de las previsiones de algunos, el factor humano es imprescindible en un contexto cada vez más mediatizado por datos y algoritmos. El acompañamiento, el criterio y el apoyo que debe facilitar un docente en un contexto de educación en línea, o incluso híbrido, son fundamentales para garantizar la calidad y el logro de los objetivos educativos de los estudiantes», destaca Albert Sangrà.
Esta transformación implica también la necesidad de una formación diferente que tenga en cuenta tanto el nuevo rol como las características de la enseñanza en línea. «El profesorado es quien diseña la formación, quien realiza una planificación previa para que luego los estudiantes se la hagan suya, quien elabora las actividades y los recursos básicos y quien planifica la evaluación, pero si lo tiene que hacer utilizando tecnología, entonces necesita una formación específica, y no solo desde un punto de vista instrumental, sino también para el uso pedagógico de estos instrumentos», recalca Lourdes Guàrdia.
En esta línea, Sangrà apunta que durante la pandemia se ha podido observar que el profesorado necesita aumentar su competencia digital docente, así como contar también con más formación en metodologías didácticas, en gestión de la motivación e implicación de los estudiantes y en «entender que el profesorado es el gran diseñador de los escenarios de aprendizaje también en un contexto digital en línea».
«Y sobre todo», añade, «es necesario que desarrollemos nuestras capacidades para saber leer los indicadores que nos señalan cambios y ayudar a los estudiantes a desarrollar su oficio de aprendices. No hace falta decir que, para ser altamente efectiva, esta formación debe llevarse a cabo en el mismo contexto en línea en el que después habrá que diseñar y gestionar las actuaciones docentes».
Inteligencia artificial y analítica de aprendizaje
Una de las tendencias clave en el futuro desarrollo del aprendizaje en línea es el uso de la inteligencia artificial (IA) y la analítica de aprendizaje para aprovechar los datos generados durante el aprendizaje en línea. «Si hago una docencia en la que no puedo ver qué ocurre con los clics de los estudiantes, estoy perdiendo la parte sumergida del iceberg de los procesos de aprendizaje. Los datos son el petróleo de las organizaciones educativas en línea», describe Juliana Raffaghelli, investigadora del Edul@b. Por este motivo, desde hace cinco años, la UOC agrupa en un sistema llamado data mart grandes volúmenes de datos —debidamente anonimizados— referentes al perfil de los estudiantes, su actividad en el Campus y los resultados académicos obtenidos.
«Se trata de una tendencia que ya estaba allí», recuerda Lourdes Guàrdia, «pero que ahora se ha incrementado: utilizar el rastro que dejan los estudiantes cuando usan la tecnología para extraer datos de su comportamiento y del uso que hacen de esta tecnología y, con ello, informar a los actores del sector educativo para que puedan tomar decisiones de mejora con más fundamento».
Un ejemplo de esta tecnología es el proyecto LIS: Learning Intelligent System, impulsado desde el eLearn Center por David Bañeres, del grupo de investigación Systems, Software and Models Research Lab (SOM Research Lab), del Internet Interdisciplinary Institute (IN3), que tiene como objetivo detectar a estudiantes en riesgo de suspender y ofrecer soluciones personalizadas para mejorar su rendimiento académico. De hecho, entre los objetivos del eLearn Center mediante el proyecto SoulYou hay la aplicación de la IA en la UOC los próximos diez años.
Tratamiento justo de los datos
Esta gran cantidad de información hace que uno de los retos de la implantación de la educación en línea, tal como destaca el Plan de Acción de Educación Digital de la Comisión Europea, sea contar con una estructura tecnológica adecuada y respetuosa con los datos de los estudiantes. «Antes de implementar el software y de crear y desarrollar espacios, es necesario tener acceso a dispositivos, a conectividad y a plataformas que hagan un tratamiento justo de los datos de los usuarios, así como que los estudiantes estén de acuerdo con ello, porque en el ámbito digital todo permanece», destaca Juliana Raffaghelli.
Durante la pandemia, muchos usuarios, universidades e instituciones educativas recurrieron a grandes plataformas como Google, Apple o Zoom para reducir los riesgos durante la migración de la enseñanza presencial a la enseñanza en línea, pero esta apuesta planteó otros problemas: «Tener cientos de programadores escribiendo código da más tranquilidad cuando tienes que trasladar toda tu didáctica presencial al ámbito virtual, pero ¿qué ocurre con los datos que recogen aplicaciones gratuitas como, por ejemplo, Google Classroom, y qué uso se hace de ellos?», se pregunta la investigadora. Europa ya ha planteado el debate sobre cómo se puede respetar la soberanía de datos de los ciudadanos europeos, pero «es un problema que requiere una alfabetización de los docentes y un trabajo mancomunado con la parte de informática para proteger los datos y desarrollar sistemas propios».
La expansión de la virtualidad
La tecnología que permite la formación virtual está evolucionando constantemente y a mucha velocidad, un avance que según los expertos de la UOC impulsará la educación en línea hasta ámbitos que parecían reservados a la educación presencial. «La virtualidad entrará en prácticamente todos los campos de conocimiento mediante simulaciones y adaptaciones de laboratorios y entornos de prácticas, y nos acercaremos a muchos de los ámbitos que hoy parecen imposibles. De hecho, cuando miro atrás, veo que en la actualidad hacemos muchas cosas que hace veinte años no hubiéramos imaginado», recuerda Carles Sigalés.
En este sentido, los investigadores señalan la realidad virtual como un elemento importante en esta evolución. «Con el aumento de la velocidad de procesamiento se innovará en el desarrollo de tecnologías relacionadas con el uso de la realidad virtual y aumentada que permitirán mejorar los sistemas virtualizados y los laboratorios simulados en línea», predice Juliana Raffaghelli.
Redes complejas contra la brecha digital
Muchas de estas tecnologías serán el futuro para una parte del sistema educativo, pero para muchas personas este futuro dependerá de factores socioeconómicos y de la reducción de las desigualdades en el acceso a internet y a los dispositivos. «Las desigualdades sociales, la brecha digital... son problemas que ya existían antes del coronavirus. Lo que ocurre es que la pandemia los ha desnudado, nos los ha mostrado con más crudeza, y nosotros no hemos podido mirar hacia otro lado», explica Albert Sangrà.
Uno de los retos para el futuro es cómo conseguir que todo el mundo pueda acceder a la educación en línea en las mismas condiciones. Además de la implicación de la administración y el gobierno, los expertos apuntan la necesidad de ayudar a las familias e involucrar al entorno más inmediato para que también aporte recursos en términos de infraestructuras. «El aprendizaje en línea será posible y efectivo en estos entornos más desfavorecidos en la medida en que se estructuren redes complejas que trasciendan la institución educativa, es decir, la escuela no podrá estar sola, sino que deberá unirse a asociaciones del territorio que ayuden, por ejemplo, a realizar el montaje de ordenadores u otras tareas de voluntariado tecnológico, para generar una comunidad a distancia», explica Juliana Raffaghelli.
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