La falta de vocación técnica de las niñas hace peligrar su futuro laboral
La elección de los estudios superiores está marcada por los estereotipos de género, lo que no favorece la igualdadLa paradoja de la brecha de género: cuanta más igualdad de género hay, menor es el porcentaje de mujeres que estudian ingenierías y titulaciones técnicas
En la próxima década, 600 millones de niñas adolescentes accederán al mercado laboral, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), y no lo harán en igualdad de condiciones con respecto a los chicos de su edad. «Se enfrentan a la discriminación sistemática y a los prejuicios, pero también a la falta de la capacitación que requieren las profesiones del futuro», advierten desde la ONU. Sobre este último punto también insisten desde Unicef: «Una de las ocho grandes amenazas a las que se enfrentan las niñas actualmente es no poder obtener las habilidades necesarias para desempeñar los trabajos del mañana».
Esta realidad, en España y en los países de nuestro entorno, no tiene que ver con que las niñas abandonen sus estudios al llegar a la etapa universitaria. De hecho, según datos de Eurostat, hay 115,6 mujeres por cada cien hombres en las aulas de las facultades. Sin embargo, la elección de los estudios superiores está marcada por los estereotipos de género. Hay titulaciones feminizadas y titulaciones masculinizadas —especialmente las relacionadas con el ámbito STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su sigla en inglés)—, lo que no ayuda a fomentar la igualdad. Pero poco a poco puede que esta tendencia esté cambiando: las mujeres graduadas en carreras tecnológicas en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) se han triplicado en diez años.
Las mujeres se interesan por ámbitos de la ciencia vinculados a los cuidados
«Existen muchos estereotipos de género acerca de los roles que los hombres y las mujeres han de desempeñar y de las profesiones que idealmente han de ocupar. Esto hace que muchas chicas no se sientan atraídas por algunos ámbitos STEM, por ejemplo, por la ingeniería y la informática», apunta Milagros Sáinz, directora del grupo de investigación Género y TIC (GenTIC), de la UOC.
Para Sáinz, también investigadora principal del proyecto GESTEMI, en el que se estudian la eficacia y los efectos de las intervenciones orientadas a aumentar el interés de las jóvenes por los estudios STEM, «las mujeres se interesan por ámbitos de la ciencia vinculados a la vida y la química, congruentes con los cuidados, roles que se han asociado tradicionalmente con ellas. Por eso hay tantas que se matriculan en medicina, biotecnología, biología o química. Sin embargo, estos estereotipos cuestionan su capacidad para desarrollarse competentemente en otros ámbitos científicos. Se sigue pensando, por ejemplo, que las mujeres tienen menos competencias para las matemáticas que los hombres. Como es bien sabido, las matemáticas son una materia clave dentro de la ciencia y la tecnología».
La segregación continúa
La Unión Europea calcula que en 2020 existirán 825.000 empleos vacantes en Europa relacionados con la informática y las telecomunicaciones, unos puestos de trabajo inaccesibles para las mujeres desde el momento en que renuncian a estudiar estas carreras. Las consecuencias no solo repercuten en su nivel de empleabilidad, sino en el conjunto de la sociedad.
«Las vocaciones STEM se consideran las carreras del futuro por las que tienen que apostar los jóvenes. Partiendo del hecho de que las niñas sienten menos interés por estas materias, en el futuro se generará un elevado sesgo en el mercado laboral. Las mujeres serán menos competitivas y se verán menos representadas en la toma de decisiones, que serán realizadas mayormente por hombres, con el riesgo de discriminación que esto puede conllevar», dice María Teresa Ballestar, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, investigadora en ESIC y experta en ciencia de datos (data science).
Por su parte, Milagros Sáinz coincide en señalar que «las profesiones STEM masculinizadas (la ingeniería y la informática) son las que a priori serán las encargadas de cambiar la sociedad digital. Si no hay mujeres en estos ámbitos, se corre el peligro de no cubrir las necesidades de las mujeres. Si no cambiamos esta idiosincrasia, seguiremos siendo testigos de una enorme segregación, donde las mujeres no tomarán parte en las decisiones ligadas al diseño y producción de tecnologías. Esto sería un desastre para una sociedad cada vez más dependiente de lo digital y de las sinergias que puede haber entre las disciplinas estrictamente tecnológicas y las no estrictamente tecnológicas».
La paradoja de los países con mayor igualdad de género
En relación a la falta de vocaciones STEM entre las mujeres, hay algo que llama especialmente la atención de los investigadores. «Sorprende que en sitios con altas cotas de igualdad como los países nórdicos, las chicas huyen de los ámbitos STEM masculinizados, como las ingenierías o la informática. Sin embargo, países como Pakistán o la India, con menores tasas de igualdad efectiva entre hombres y mujeres, tienen una alta participación de mujeres en estos ámbitos», apunta la investigadora de la UOC.
Un estudio de 2018 publicado en Psychological Science constató este hecho, al que desde entonces se denomina paradoja de la igualdad. Según el estudio, basado en los resultados académicos de 472.242 adolescentes de 67 países, cuanta más igualdad de género hay en un país (según el índice de igualdad de género del Foro Económico Mundial), menor es el porcentaje de mujeres que estudian ingenierías y titulaciones técnicas. Por dar un ejemplo, en Estados Unidos las ingenieras no llegan al 14 %, mientras que en Argelia las mujeres representan el 41 % de los graduados universitarios en los campos de la ingeniería, las ciencias o la tecnología. Los países más igualitarios suelen ser estados de bienestar, con un alto nivel de seguridad social, con lo que las mujeres pueden elegir libremente sin miedo a las consecuencias económicas que pueda conllevar su elección. En los menos igualitarios, en cambio, se añade una presión extra a las mujeres para trabajar en disciplinas mejor pagadas, que suelen ser las científicas y tecnológicas.
«Las chicas, cuando pueden elegir en entornos más desarrollados, prefieren huir de aquellas profesiones o estudios que les van a suponer luchar contra estereotipos que cuestionan sus capacidades y competencias tanto en la universidad como en el ámbito laboral. Prefieren no enfrentarse a la dificultad de ser la excepción más que la regla. También porque las diferencias salariales con respecto al resto de profesiones (por mucho que sean algo mejores) no son tan grandes como para elegir este tipo de profesiones. Sin embargo, en los países menos desarrollados las profesiones tecnológicas están mejor retribuidas que el resto y permiten a las mujeres ser un sustento para sus familias mediante ellas», añade Sáinz.
El ejemplo y la visibilización, elementos clave para cambiar esta tendencia
Para revertir la situación en los países occidentales, los expertos apuntan medidas en varias direcciones. «Si queremos generar un cambio, los primeros que debemos cambiar somos los adultos», dice María Teresa Ballestar. «Primero, debemos ser conscientes de que existe un problema y, en segundo lugar, tenemos que implantar las medidas que sirvan para corregirlo. Los niños absorben información y replican los comportamientos como parte de su proceso de aprendizaje. Nada cambiará si nosotros mismos no tratamos de cambiar. No podemos trasmitir el mensaje de que "una niña puede hacer lo que quiera", si luego vamos a comprar juguetes y nos encontramos con unos juguetes para niños y otros para niñas».
Además, «la falta de referentes femeninos en los roles científico-técnicos, especialmente en las primeras etapas de desarrollo, hace que las niñas no se sientan identificadas con estos y no tengan a quién emular», continúa exponiendo la profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. «No tienen por qué ser referentes famosos, pueden ser familiares, amistades o profesores. Si los niños no ven mujeres en ciertas posiciones, deducirán inconscientemente que esos puestos de trabajo no son para mujeres».
«En la actualidad, observamos iniciativas que tratan de intervenir para paliar la situación», señala por su parte Milagros Sáinz, «pero no están desarrolladas para aunar esfuerzos ni para ser sostenibles a lo largo del tiempo. Se enfocan en un momento de la educación formal, normalmente en algún curso de secundaria obligatoria o posobligatoria».
«Es muy difícil para las familias educar en igualdad si en el colegio no lo hacen y viceversa. También los medios de comunicación exponen de manera continuada a los jóvenes a imágenes que refuerzan los estereotipos de género, y los videojuegos contribuyen a poner más énfasis en esa división de roles con respecto al papel que los hombres y las mujeres tienen que ocupar en nuestra sociedad. ¿Decimos algo al respecto?», concluye la investigadora principal del proyecto de investigación GESTEMI, financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación, y Universidades.
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