Escribir con faltas en las redes sociales no afecta al nivel de ortografía
Los móviles pueden ayudar a mejorar la competencia lingüística de las personas y a menudo las animan a escribir y leer más que antesLos teléfonos móviles y las redes sociales van dando lugar a un nuevo registro comunicativo entre los jóvenes, conocido como texting o textspeak, que consiste en la omisión de palabras y en el uso de expresiones que no son propias del lenguaje escrito estándar, tales como «WTF», «XOXO», «4ever» o «LOL». Se trata de abreviaciones y acrónimos mayoritariamente provenientes del inglés que están ya muy presentes en los chats y las plataformas sociales. Ahora bien, estas palabras ¿podrían terminar haciéndose un hueco en la escritura formal y perjudicar a la expresión escrita?
Un informe de la Universidad de Alcalá (UAH) alerta de que el 90 % de los jóvenes admite cometer faltas de ortografía cuando escribe en las plataformas sociales. Sin embargo, varios estudios demuestran que escribir con faltas en las redes sociales no afecta al nivel de ortografía. «Cuando las personas escriben en los medios digitales instantáneos, tales como WhatsApp, priorizan la rapidez y el contenido del mensaje por delante de la forma, haciendo uso de la escritura abreviada, sin acentos y con emoticonos», explica la profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC Ona Domènech.
El profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC Ferran Lalueza apunta que «las redes sociales han generado un contexto comunicativo que antes no existía, y el lenguaje se ha adaptado por medio de un registro igualmente nuevo caracterizado por la brevedad, la informalidad y la agilidad». Coincide con él el profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la UOC Joan Pujolar, quien añade que «actualmente, con internet, existe la necesidad de expresar cosas que hasta ahora las prácticas escritas más habituales dejaban de lado».
Lalueza explica que las redes sociales son plataformas para la interacción con los demás y ello conlleva que, «aunque sea por escrito, en realidad lo que se hace es conversar con las personas que se perciben como próximas y con las que se comparte un entorno virtual». «Los jóvenes utilizan este nuevo lenguaje porque se adapta muy bien a las características del entorno digital y, además, les permite compartir un código común que genera complicidad y sentimiento de pertenencia», razona el profesor.
Sin embargo, Domènech dice que «no hay que alarmarse y pensar que estas formas se extenderán a cualquier tipo de situación», ya que «los hablantes adaptamos la lengua a cada situación comunicativa en que nos encontramos, por lo que en situaciones informales no utilizaríamos las mismas palabras que en situaciones formales, y viceversa». Pujolar coincide con ella, y asegura que en su mayoría «se trata de expresiones que aspiran a expresar gestualidad conversacional propia del habla convencional, tal como lo hacen los emoticonos».
La profesora asegura que los jóvenes tienden a utilizar «un vocabulario transgresor» tanto en las redes sociales como fuera de ellas, «pues necesitan diferenciarse y romper con la norma establecida». En todo caso, añade Domènech, «este tipo de lenguaje es pasajero y propio de una determinada etapa vital, como es la adolescencia».
El móvil, un aliado para la lengua
El móvil también puede resultar de ayuda al escribir gracias al corrector o a la predicción del texto. De hecho, un informe apunta que el uso del texting por parte de los jóvenes «está positivamente relacionado con el rendimiento gramatical y que no afecta a sus funciones ejecutivas». Incluso se ha demostrado que la capacidad de una persona para cambiar de código comunicativo es signo de competencia social, así como un indicador de una alta capacidad intelectual en los niños.
Domènech asegura que las nuevas tecnologías «pueden ser beneficiosas para lograr una buena competencia lingüística», ya que «hacen que los jóvenes escriban más, lean más y reflexionen más sobre la lengua, porque están continuamente expuestos al público y vigilan más la calidad lingüística».
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