Las mejoras urbanísticas y la presión inmobiliaria, claves en la gentrificación
Hacer promociones públicas de vivienda, sobre todo de alquiler, es uno de los factores que pueden ayudar a mitigar el fenómenoLa gentrificación es un proceso de desplazamiento de población de determinados barrios a causa de actividades o de grupos de gente con más capacidad adquisitiva a consecuencia de cambios en el mercado inmobiliario o mejoras urbanísticas. El concepto se ha puesto muy de moda últimamente a raíz de la cruzada de varias asociaciones de vecinos de muchas grandes ciudades contra un fenómeno que en realidad no es nuevo. «Siempre ha existido, siempre ha habido desplazamientos de población dentro de una ciudad», explica el arquitecto y profesor de urbanismo del Máster de Ciudad y Urbanismo de la UOC Miguel Mayorga, que insta a las administraciones, en concreto a los ayuntamientos, a estar alerta y «anticiparse» a un proceso que va extendiéndose como si fuera una mancha de aceite.
Mayorga apunta a tres grandes causas para abordar la gentrificación: la transformación urbanística de una zona degradada, la construcción de equipamientos culturales o la peatonalización de un área de la ciudad, convierte estos barrios en muy atractivos para vecinos de otras zonas de la ciudad, que optan por vivir en ellos. Consecuencia: el barrio cambia su imagen, se elitiza y se revaloriza y, por lo tanto, los alquileres suben. Los vecinos que han vivido de alquiler allí toda su vida, al finalizar el contrato, no pueden seguir pagando la renta, porque la nueva es más cara, y acaban yéndose. «Los más vulnerables son los que viven de alquiler», constata. La situación puede generar en ocasiones paradojas difíciles de explicar. Mayorga asegura que hay vecinos que se oponen incluso a la mejora de un parque, ya que temen que esto ocasione que les incrementen el alquiler y se vean obligados a marcharse de su barrio. Es lo denomina «gentrificación verde».
«Otras razones que explican el fenómeno son la concentración de determinados negocios en una misma calle o un mismo distrito». Por ejemplo, cuando las tiendas tradicionales están cerrando y aparecen negocios destinados al turismo. El experto asegura que siempre ha habido desplazamientos internos de población dentro de la ciudad o en la periferia, de acuerdo con las condiciones socioeconómicas de los vecinos, pero que actualmente estos movimientos no afectan solo a la residencia sino también a las actividades económicas que se desarrollan en el barrio.
La presión inmobiliaria juega un papel clave. Algunos expertos como el geógrafo escocés Neil Smith afirman que llega un momento en que determinadas zonas degradadas de la ciudad tienen un potencial económico e inmobiliario tan grande que inversores, promotores, empresas y fondos de inversión impulsan un proceso de gentrificación. Mayorga constata que en los últimos años se ha detectado en ciudades como Barcelona que grandes inversores rusos o latinoamericanos compran edificios peatonales, con comercios y equipamientos, bien conectados con el transporte público, que después destinan a apartamentos o viviendas de uso turístico. Este hecho convierte las zonas en un cebo para turistas, con los conflictos que ello puede comportar cuando un barrio experimenta la masificación turística.
«La gentrificación es una mancha que se va extendiendo sobre todo si hay buenas conexiones con el transporte público». Refuerza esta idea explicando que la plataforma de alquiler de alojamientos Airbnb empieza a ofrecer lugares de alojamiento no solamente en el centro de la ciudad sino también en zonas que están bien conectadas con el centro. «La distancia ya no se mide en metros sino en tiempo», explica, y añade que algunas empresas ya están haciendo negocio con este proceso. En Estados Unidos, Canadá y Australia, entre otros países, ha surgido una inmobiliaria en línea, Walk Score, que ayuda a los futuros inversores, compradores o nuevos vecinos a buscar lugares que tengan equipamientos, comercio de proximidad, zonas peatonales, transporte público... y las evalúa en un ranking de 0 a 100.
¿Un proceso imparable?
Para mitigar este proceso, Mayorga apuesta por impulsar políticas para proteger los grupos de vecinos y actividades que dan identidad a los barrios, regular el mercado inmobiliario, hacer promociones públicas de vivienda, sobre todo de alquiler, para los vecinos con menos recursos. «Por ejemplo, la propuesta del Ayuntamiento de Barcelona de ejercer de intermediario entre propietarios de pisos vacíos y personas que buscan piso puede ser una buena medida para frenar los desplazamientos de estas personas que viven de alquiler», afirma.
Al margen de esto, el profesor considera que se debería hacer un seguimiento del proceso cuando este ya ha arraigado en un barrio midiendo y controlando diferentes variables: los porcentajes de españoles y extranjeros y su evolución en el tiempo, de población europea, con formación universitaria, de mayores de cuarenta años y con un alto poder adquisitivo, del índice de viviendas unipersonales, de las variaciones en los precios de los alquileres, de la localización de actividades productivas vinculadas al turismo...etc. Estos datos pueden dar pistas sobre si un barrio tiende o no a la elitización. Mayorga lo ejemplifica de la siguiente manera: «La agrupación en un barrio de un determinado perfil de vecino que ronda los cuarenta años, que vive solo o en pareja, con un alto nivel de estudios y poder adquisitivo, al que gusta viajar, establecido en la zona hace menos de cinco años, que come en un determinado tipo de restaurantes... simplifica la vida del barrio; el espacio público y las actividades acaban siendo para negocios o terrazas». «Anticiparse a este proceso es clave. La gentrificación es un fenómeno que no se puede revertir completamente ni controlar al cien por cien, pero sí se puede mitigar» reconoce. Según el experto, esto se puede conseguir revisando las prácticas especulativas del suelo o las inmobiliarias y adoptando políticas que controlen los alojamientos turísticos, entre otras medidas.
Expertos UOC
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