«Creer que cualquiera puede hacer cualquier trabajo es un error. Sin vocación no se llega a ser buen profesor»
Doug Lemov
Doug Lemov
Doug Lemov inició su carrera como maestro en la escuela de un barrio pobre de Boston. Aunque adoraba su profesión y se la tomaba muy en serio, no siempre conseguía en el aula los resultados que buscaba. Entonces empezó a hacerse preguntas sobre cómo ser un buen maestro y cambiar la suerte de los estudiantes que parecían condenados por su procedencia social. De aquellos primeros días hasta hoy, en que dirige Uncommon Schools, una red de escuelas que trabajan con niños en riesgo de exclusión social en Estados Unidos y consiguen grandes éxitos académicos, no ha dejado de analizar, estudiar, reflexionar... Teach like a Champion, su estudio sobre maestros exitosos de zonas urbanas, se ha convertido en manual para muchos de ellos en su país. El pasado 30 de abril participó en Debats d'Educació, invitado por la UOC y la Fundació Jaume Bofill.
Doug Lemov inició su carrera como maestro en la escuela de un barrio pobre de Boston. Aunque adoraba su profesión y se la tomaba muy en serio, no siempre conseguía en el aula los resultados que buscaba. Entonces empezó a hacerse preguntas sobre cómo ser un buen maestro y cambiar la suerte de los estudiantes que parecían condenados por su procedencia social. De aquellos primeros días hasta hoy, en que dirige Uncommon Schools, una red de escuelas que trabajan con niños en riesgo de exclusión social en Estados Unidos y consiguen grandes éxitos académicos, no ha dejado de analizar, estudiar, reflexionar... Teach like a Champion, su estudio sobre maestros exitosos de zonas urbanas, se ha convertido en manual para muchos de ellos en su país. El pasado 30 de abril participó en Debats d'Educació, invitado por la UOC y la Fundació Jaume Bofill.
Nunca fui muy bueno en la escuela. En una ocasión tuve una profesora de inglés llamada Mrs. Cosby, que me gustaba mucho. Me llamó la atención de una forma que nunca he olvidado. Me expulsó de la clase y me dijo que debía tenerme más respeto porque era muy inteligente pero no me esforzaba y hacía demasiadas tonterías. Eso me marcó mucho porque era mi profesora preferida: aún recuerdo muchas de sus lecciones.
En realidad fueron varios los educadores que me inspiraron. Recuerdo que en mi primer puesto de trabajo como maestro pensé mucho en todos aquellos que habían tenido un papel importante en mi vida y deseé convertirme en algo parecido para mis alumnos. Con el tiempo me di cuenta de que desearlo no era suficiente. Detrás de ellos, de su comportamiento, había mucho trabajo y sobre todo técnica y años de experiencia.
Es aquel que tiene la habilidad de adivinar qué es lo que necesitan sus alumnos, reconocer cuándo están aprendiendo y saber transmitirles pasión por ello.
No sé nada de porcentajes, pero lo que puedo decir es que la vocación difícilmente puede ser entrenada. Creer que cualquier persona puede hacer cualquier trabajo es una equivocación. Sin vocación no se puede llegar a ser buen profesor.
Se hace porque, aunque la vocación es muy importante, existen muchos otros factores que aprender, y gracias a ello se puede ampliar el número de buenos educadores. Necesitamos miles y miles de ellos.
Hay unos 10.000 desafíos, y muchos de ellos son completamente impredecibles. Hay alumnos que se esfuerzan mucho y aún así no logran buenos resultados, otros quieren que los dejes en paz y sin embargo no puedes dejarlos sentados todo el año en una esquina, otros te ponen a prueba y te responden para ver cuán lejos pueden llegar contigo, etc. El problema es que muchos profesores no saben lidiar con ellos porque no han aprendido a hacerlo. Empiezan a dar clases y de repente se encuentran con situaciones para las que no están preparados. En EE. UU. el 50 % del profesorado que trabaja en escuelas de suburbios acaba dejando el trabajo porque le resulta demasiado duro.
Deberían enseñarles que los problemas con los que se van a encontrar no deben ser relevantes a la hora de continuar enseñando. Cuando un profesor entra en una clase tiene que estar preparado para cualquier adversidad. En EE. UU. existe muchísima teoría acerca de lo que se debe saber, pero luego llevarla a la práctica no es tan sencillo. Para mí, ser buen maestro depende de cómo respondes a una pregunta, por ejemplo, o de lo altas que son tus expectativas sobre los alumnos.
No. Lo que hay son comportamientos distintos a la hora de aprender. Los individuos cambiamos según el tema, y con los estudiantes pasa exactamente lo mismo. Mi trabajo como educador consiste en saber cambiar y adaptarme a cada uno de manera que la mayor parte pueda obtener el mayor éxito posible.
Es importantísimo. El trabajo de un profesor es muy solitario. Enseñar debería ser un deporte de equipo, porque cuando uno entra en la clase y cierra la puerta se encuentra completamente solo ante treinta alumnos. Para tener éxito es imprescindible poder hablar con otros adultos para saber cómo actúan, qué hacen y qué dicen en sus clases. Los buenos equipos hacen mejores individuos.
Es una pregunta que lamentablemente muchos gobiernos no se hacen a sí mismos. Lo mejor que podrían hacer por nosotros es no decirnos qué es lo que debemos hacer sino cómo podríamos mejorar. Son dos cuestiones completamente distintas. Cualquier administración debería tener la obligación de intentar que las personas puedan hacer mejor su trabajo, y sin embargo no es ese el mensaje que solemos recibir los profesores.
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Redacción