6/2/12
«Todo el mundo quiere noticias, pero nadie quiere pagarlas»
Terhi Rantanen
Terhi Rantanen
En los últimos tiempos, los medios de comunicación se encuentran en medio de una revolución constante, hasta el punto de que hay cambios tan recientes que no hay literatura académica sobre ellos. ¿Cómo vive estos años?
Buena parte de mi investigación es en medios tradicionales, pero como la mayoría de mis colegas son expertos en nuevos medios, me beneficio de su trabajo y de los debates que, cada vez más, se hacen en torno a este tema. Lo que pasa es que el ritmo en el ámbito informativo es tan rápido que incluso los periodistas tienen problemas para seguirlo. Los académicos tenemos un ritmo más lento y solemos ir por detrás de los periodistas, pero, como ellos, notamos esa presión por la inmediatez, cuando, en realidad, el buen periodismo y el buen trabajo universitario requieren tiempo. Un artículo para una publicación académica puede necesitar dos años para realizarlo. Nuestro proceso, pues, es muy lento.
Pero, cuando se habla de medios de comunicación, los cambios son tan rápidos que en esos dos años lo que se ha analizado ¡puede haber cambiado totalmente!
Sí, así es. De todos modos, cuando pensamos en nuevos medios solemos verlo como un fenómeno inédito. Pero cuando miramos la historia de los medios de comunicación, observamos que cada vez que nace un medio nuevo aparecen los mismos problemas. Con el telégrafo hubo una gran excitación, se decía que el mundo cambiaría. Con el teléfono o el cine pasó lo mismo: se hablaba de que cambiarían las relaciones sociales, de que la televisión afectaría a los niños, al igual que pasa ahora con internet. Y, a pesar de que parezca una autopromoción, esa es la idea que se expone en mi último libro, When News was New.
En el libro habla de cómo se ha reinventado el concepto de noticia. La última reinvención ha sido internet, ¿o últimamente ha habido otros momentos en los que también ha pasado eso?
Lo que intento decir en el libro es que creo que nunca tendríamos que pensar que algo es completamente nuevo sin mirar qué ha pasado antes. Incluso cuando se estudian los nuevos medios también debemos mirar el pasado, porque es la única manera de comprender realmente si aquello es nuevo o no. La gente dice que una cosa es nueva porque lo parece y tiene el aspecto de serlo, y porque está de moda. Cuando eso sucede tenemos que ir más allá, contextualizarlo e intentar ver qué es realmente nuevo, si lo es la tecnología en sí misma o lo que permite esa tecnología. Porque la tecnología siempre innova, pero ante una novedad debemos hacernos las mismas preguntas de siempre.
Pero la cantidad de gente a la que afecta la aparición de un medio como internet es inmensa. ¿Es esa la principal diferencia respecto a las revoluciones tecnológicas anteriores?
Estoy de acuerdo con tu apreciación, aunque haya mucha gente que no está conectada a internet. El año 2011 ha sido muy interesante por los movimientos sociales y políticos que han tenido lugar en el mundo árabe, ya que se está produciendo algo diferente. Nos hallamos en medio de ese fenómeno, si observamos los efectos de las redes sociales, y hay muy pocos académicos actualmente que puedan hacer un análisis inmediato de todo lo que está sucediendo.
Hablemos de su libro. ¿Cómo ha cambiado el sentido de las noticias?
Quería saber qué era lo que hacía que las noticias se consideraran como tales; así que empecé a analizar las noticias a lo largo de la historia. En el siglo xix la gente intercambiaba historias que eran noticia, pero las cosas cambiaron con la llegada del telégrafo y la velocidad que ese aparato significaba. Entonces nacieron las primeras agencias de noticias, que vendían las noticias como un producto nuevo. Por tanto, tenían que conseguir exclusivas, hechos noticiables. Así, gracias al telégrafo y a ese nuevo formato que necesitaba una estructura, la gente empezó a reconocer las noticias como tales. Los diarios se vendían porque la gente quería saber cuáles eran las últimas noticias. Así pues, de repente, apareció la urgencia de disponer de esas últimas noticias y, a medida que aparecían nuevos medios como la televisión, la ratio de esas noticias era cada vez más cercana, hasta que ahora con internet...
...es las 24 horas del día.
Es constante, permanente. Pero entonces, ¿cómo puede haber noticias nuevas? Si las noticias son constantes, están disponibles en cuestión de nanosegundos, ¿quiénes dan las últimas noticias? ¿Cómo definimos qué es una noticia sin ese concepto de temporalidad? Y, además, ahora todo el mundo es proveedor de noticias. En los siglos xix y xx, los periodistas podían decir: «yo huelo las noticias, sé cómo conseguirlas», y el periodismo se convirtió en una profesión. Pero ahora, con internet, si a alguien le gusta algo, lo cuelga y lo envía a los demás.
La mayoría de la gente envía noticias elaboradas por los medios de comunicación.
Sí, y por eso los medios no pueden encerrarse en sí mismos. En el Reino Unido y en Finlandia los medios han pedido a los lectores que les hagan llegar sus últimas noticias, lo cual significa que reconocen que ya no son los únicos que disponen de ese conocimiento. Y volviendo a tu cuestión, se plantea el tema de las noticias y la información. En el pasado los periodistas podían definir qué era una noticia. Ahora en internet hay noticias e información, y es muy distinta una cosa de la otra. Lo que explico en el libro es que las noticias no han muerto, pero sí ha muerto el concepto de lo que eran, porque actualmente es muy difícil definir qué es una noticia y qué no lo es.
Rupert Murdoch dijo: «El mundo cambia. Los más grandes ya no se comerán a los pequeños, sino que los más rápidos se comerán a los lentos». ¿Los medios, obsesionados en ser los primeros, se han olvidado de intentar ser los mejores?
Ese aspecto es muy importante, porque en la lucha por la inmediatez nadie tiene tiempo para pensar sobre las cosas de las que se informa. Hace un año participaba en un proyecto de Reuters Thomson, y me sorprendió que los responsables de esa agencia de noticias nos dijeran que no querían ser objetivos, que eso ya no es importante. Precisamente porque las noticias están por todas partes, lo que ahora quieren es explicar qué significan.
Pero las agencias aportaban información objetiva. ¿Ahora buscan lo contrario?
¡Exacto! Los medios tradicionales cambian y hay que reinventarse. Los periódicos están en medio de una lucha. En las estaciones de Londres dan el periódico gratuitamente, lo regalan, y mucha gente no lo coge, en cambio antes había unos niños que te lo vendían. He hablado con muchos periodistas y editores y tienen serias dudas sobre el futuro de los periódicos impresos. Las noticias siempre han necesitado un soporte de papel para poderlas imprimir, y ahora, en cambio, las noticias y el papel tienen vidas separadas.
Paradójicamente, la información requiere más información que nunca y muchos ciudadanos cuelgan noticias que, en la mayoría de los casos, proceden de los periódicos. En cambio, estos se encuentran en medio de una gran crisis.
Porque de lo que hablamos es de la viabilidad de un modelo de negocio. Todo el mundo quiere noticias, pero nadie quiere pagarlas. Es la cultura del todo es gratis, sobre todo entre los jóvenes. Te dicen: ¿por qué voy a pagar si lo encuentro gratis en internet? Y en todo eso también hay varios aspectos que deben tenerse en cuenta, como la credibilidad de algunas noticias. Tradicionalmente, la gente confiaba en los medios de comunicación. Esa era su marca. Pero si los medios desaparecen, ¿quién tendrá esa autoridad? ¿Quién proveerá a los ciudadanos de noticias? Por otro lado, también se produce el hecho de que si una persona tiene dinero puede suscribirse a servicios de noticias que aportan análisis y mucha más información.
Pero entonces volvemos a una información para privilegiados que la pueden pagar.
Sí, y la demás gente ya encontrará la otra información gratuitamente en internet.
Hace dos años la revista Time reabrió el debate sobre si las versiones en línea de los periódicos deberían ser de pago. Algunos medios creen que no les queda más remedio que hacerlo así si quieren ser rentables, y otros, que ya es demasiado tarde para cobrar por eso.
Algunos periódicos cobran porque perdían mucho dinero ofreciendo la versión en línea gratis. Yo veo un modelo en el que internet proveerá de las últimas noticias, porque es el medio más rápido de todos. En ese contexto, los periódicos impresos quizá tengan futuro si se especializan en la interpretación de las noticias o en la especialización temática, como el Financial Times, por ejemplo. Y no deja de ser interesante observar cómo se repite la historia, en el sentido de que antes de los diarios teníamos los journals, publicaciones interpretativas.
De todos modos, las previsiones sobre el futuro de los periódicos no son muy optimistas.
Como académica y experta en medios de comunicación, creo que la posible desaparición de los periódicos sería un hecho muy desafortunado. La única manera de sobrevivir es intentar pensar en nuevas fórmulas que, hoy, todavía no se conocen. Mucha gente de todo el mundo busca soluciones, pero aún es demasiado pronto. Solo sé que los medios de comunicación tradicionales van hacia el final de una época.
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Redacción