La mayoría de los que nos movemos en este mundo de la
biblioteconomía y de la
documentación recurrimos orgullosos a
La Momia (1999) como ejemplo de película donde aparece una bibliotecaria. La actriz
Rachel Weisz interpreta a una
bibliotecaria apasionada de la egiptología, muy culta e inteligente que tiene un relevante papel en la trama del
film.
Veinte años después, aparece esta producción cinematográfica inspirada -según
Evelio Martínez- en un artículo de
Los Angeles Times que escribió un
bibliotecario de Salt Lake City, donde abordaba un tema bastante escabroso sobre los estragos que trajo el recorte de presupuestos para refugios en dicha ciudad, ya que las
bibliotecas se convirtieron gradualmente en refugios para vagabundos y enfermos mentales.
Lamentablemente,
la función social que las bibliotecas han ido adoptando en la última década ya no es una novedad aunque, probablemente, no sea conocida por muchos. En una
entrevista concedida a El Periódico el pasado mes de abril, la directora de la
biblioteca del barrio de Bon Pastor de Barcelona,
Virginia Cierco, explica que
“una biblioteca no va de libros, si no de personas” y añade:
“Las bibliotecas públicas son espacios de relación de gente muy diversa, son gratis, puedes entrar sin identificarte, no es necesario que gastes y puedes hacer algo o no hacer nada. No hay otro espacio de convivencia igual, y eso permite trabajar muchas problemáticas sociales”. En esta misma línea
Julián Marquina también señala que
las bibliotecas públicas pertenecen a todas las personas. No importa que sean ancianas o recién nacidas, que tengan estudios o que no los tengan, o que sean ricas o pobres. Decir “a todas las personas” no es una frase bonita con un trasfondo oculto, decir “a todas las personas” es que todas ellas tienen sus puertas abiertas.
Dirigida por
Emilio Estévez y protagonizada por Alec Baldwin, Jena Malone y Christian Slater, entre otros, la
película cuenta con la colaboración de la
American Library Association, que
promueve el acceso equitativo a la información para todas las personas y reconoce la necesidad urgente de responder al creciente número de niños, adultos y familias pobres en los Estados Unidos. Estas personas se ven afectadas por una combinación de limitaciones, que incluyen el analfabetismo, la enfermedad, el aislamiento social, la falta de vivienda, el hambre y la discriminación, que dificultan la eficacia de los servicios
bibliotecarios tradicionales. Por lo tanto,
es crucial que las bibliotecas reconozcan su papel para permitir que las personas pobres participen plenamente en una sociedad democrática, utilizando una amplia variedad de recursos y estrategias disponibles. Se necesitan programas concretos de capacitación y desarrollo para sensibilizar y preparar al personal de la
biblioteca para identificar las necesidades de las personas pobres y brindar servicios relevantes.
En España, la fundación
Biblioteca social lleva desde 2014 apoyando proyectos que desarrollan las
bibliotecas públicas, dirigidos a los sectores más vulnerables de la sociedad. Más allá de un servicio ligado a la cultura,
las bibliotecas públicas representan un eje clave para la mejora de la calidad de vida, la cohesión social y, en su conjunto, también para el crecimiento económico de un país. Abiertas a todos y desplegadas por todo el territorio, tienen un potencial enorme que es necesario apoyar. En la Fundación confluyen dos elementos:
1.Las bibliotecas públicas por su calidad de institución que contribuye a la igualdad de acceso a la información y al conocimiento, y que representan un importante servicio de cohesión social.
2.El compromiso social entendido como la voluntad de contribuir a paliar la situación de los sectores más vulnerables de la sociedad, a través de acciones concretas.
Por ello en su Patronato figuran personas provenientes del ámbito de las bibliotecas y del tercer sector.
Si Hollywood ha llevado la función social de las bibliotecas al cine, ya no cabe ninguna duda de que esta labor se ha convertido en una de las principales funciones de las bibliotecas, seguramente, la que más sentido le da en el contexto actual. En una sociedad de la información donde las tecnologías y Google parecen saberlo todo y solucionarlo todo, la utilidad y la necesidad de las bibliotecas queda en entredicho para algunos. No en vano, la crisis ha hecho que se cerrara más de una. Pero también la propia crisis ha reenfocado sus funciones, haciendo que las bibliotecas ya no vayan de libros, sino de personas.
Cita recomendada: SANZ MARTOS, Sandra. La función social de las bibliotecas llega al cine.
COMeIN [en línea], mayo 2019, no. 88. ISSN: 1696-3296. DOI:
https://doi.org/10.7238/c.n88.1931.