Mayo es el mes en que celebramos el día internacional de la libertad de prensa. Este año la conmemoración (que es el día 3) era un domingo, pero alrededor de esta fecha no han faltado acontecimientos que nos lo recordaran. Hemos tenido debates, simposios, campañas y publicaciones desde donde se ha hablado largo y tendido sobre el tema.
Desde los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC hemos participado en la medida en que nos ha sido posible. El día 4 de mayo se presentó la comunicación “Periodismo ciudadano, libertad de prensa y derecho a la información” en el Simposio sobre Libertad de Prensa que el Col·legi de Periodistes de Catalunya y la Universitat de Lleida organizaron en la capital leridana.
No es sobre esta intervención de lo que quiero hablar aquí, sino de todo lo que se ha puesto sobre la mesa estas últimas semanas de actividad frenética para la reivindicación de los derechos a la libre expresión, a la información y a la comunicación. El contexto lo justifica: vivimos en un momento suficientemente delicado como para pararnos a reflexionar un poco. En primer lugar, tenemos como marco la crisis estructural que afecta al sector de las empresas periodísticas. En segundo lugar, estamos empezando a sufrir la puesta en vigor de leyes mordaza, hecho que ha sido aliñado con las declaraciones recientes y no inocentes del ministro de Justicia sobre la conveniencia de devolver la censura a las informaciones periodísticas. En tercer lugar, nos encontramos de pleno en la coyuntura de unas elecciones municipales que contempla prácticas extinguidas en el resto de países de Europa, como la imposición de bloques electorales a los medios públicos que cubren la actividad de la campaña.
El panorama, ciertamente, es inspirador. Pero ante el desencanto que tanto periodistas, aspirantes a periodistas, como la misma ciudadanía puede llegar a experimentar ante esta realidad habría que contraponer la idea de que hay que mantenerse, más que nunca, en guardia. A destacar: la enorme tarea emprendida día a día por las y los periodistas en el ejercicio crítico y comprometido de su trabajo. Este mes de mayo ha sido abundante en ejemplos de cómo llevarlo a la práctica, como por ejemplo los esfuerzos invertidos en la campaña para denunciar ante el Consejo de Europa los bloques electorales o la publicación de los silencios mediáticos correspondientes al año 2014 que el Grupo Barnils y MèdiaCat han presentado en forma de anuario.
El Simposio de Lleida del día 4 de mayo, el debate en Barcelona el 13 de mayo sobre las amenazas a la libertad de expresión y al derecho a la información (organizado por la Xarxa DIC), la campaña “No a los bloques electorales”, la presentación del Anuari de Silencis Mediàtics del día 14 de mayo, son todos ellos actos que ponen el acento en dos aspectos importantes: en primer lugar, que el derecho a informar y a ser informado está en crisis y, en segundo lugar, que la salvaguardia de estos derechos ciudadanos es la lid de toda sociedad democrática, al servicio de la cual se tiene que poner el trabajo periodístico.
Una de las conclusiones extraídas del seguimiento de esta actividad del mes ha sido constatar el pesimismo intergeneracional que se impone entre los profesionales del gremio, los efectos del cual pueden derivar hacia lo que Xavier Sitjà denominó oportunamente, en el acto del día 13, “narcotización de los periodistas”. No se trata de presentar una realidad marcada por la obligatoriedad de pasar por el aro de la precariedad laboral o de someterse a la censura ajena y propia en el ejercicio de la profesión. Esta instantánea (muy reproducida en todos los actos aquí reportados) puede hacer mucho daño en el imaginario no solo de las y los estudiantes de periodismo, sino en la formación misma de una opinión pública sana.
La panorámica resultante de la compilación de reflexiones que han circulado por las redes sociales a partir de los actos públicos de este mes de mayo nos da, pues, la oportunidad de percibir que estamos en un momento importante por lo que a la reivindicación de la libertad de prensa se refiere. No se trata de quedarnos mirando al cielo clamando que no nos caiga encima el aguacero (o que, en el mejor de los casos, no nos salpique mucho), sino de ver cada jarro de agua fría como una oportunidad de mantenernos despiertas y despiertos. Es tarea de periodistas (y de maestras y maestros de periodistas) decir (y enseñar a decir) que llueve cuando llueva, y que se mean encima cuando se nos meen encima.
Cita recomendada
CLUA, Anna. Agua de mayo, pan para todo el año. COMeIN [en línea], mayo 2015, núm. 44. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n44.1540
Profesora de Comunicación de la UOC
@anna_clua