El selfie está de moda. Bueno, sí, como casi todos los temas sobre los que escribimos en esta revista. Vamos a reconocerlo de entrada: hay un punto de esnobismo entre los investigadores en comunicación y ciencias sociales; nos gusta estar a la última y entender los diferentes fenómenos sociales. Tanto es así que nos lanzamos enseguida a la piscina para abordar los temas candentes. Esto lo pude observar en el pasado congreso de ECREA 2014 (la asociación europea de investigación y docencia en comunicación), por ejemplo, en relación a las presentaciones sobre big data, donde los proyectos desarrollados están, en su mayoría, más en el plano de la reflexión sobre el objeto de estudio que en el de los resultados. Algo similar sucede con el fenómeno del selfie.
El selfie constituye un exponente actual de los modos de representación de uno mismo, de la identidad, que ha cobrado una especial popularidad. En parte, esto se debe a la frecuente aparición de noticias en las que el selfie se asocia a aspectos morbosos o negativos, conductas peligrosas u otros comportamientos relacionados con el narcisismo o el culto al cuerpo. En muchas ocasiones, tanto personajes públicos, celebrities, y/o ciudadanos anónimos protagonizan polémicas relacionadas con esta práctica: selfies que provocan accidentes (incluso muertes), selfies de traseros (belfies), selfies en el campo (felfies), selfies en entierros, en exposiciones...; en definitiva, selfies en los lugares más insospechados son las manifestaciones más llamativas de la práctica, pero desde luego no son las únicas. En este sentido, como investigadores, tratamos de ir un poco más allá de lo anecdótico del tema y añadir complejidad al fenómeno desde una perspectiva social y cultural.
El selfie es un autorretrato realizado con una cámara digital –generalmente incorporada en un dispositivo móvil–, que tiene como objetivo ser compartido en las redes sociales. Al sujetar la cámara uno mismo, predomina un determinado tipo de encuadre, similar a lo que anteriormente se denominó ego-shot (foto realizada por uno mismo con la cámara digital). Por este motivo, el selfie expresa una narrativa personal en forma de imagen (aunque también combinada con textos e interacciones) y se inscribe en la cultura visual contemporánea a partir de las prácticas facilitadas por las redes sociales y las prácticas de la fotografía digital (Gómez-Cruz, 2012).
La representación de la identidad es un tema en el que profundicé de un modo más concreto hace ya algunos años, a partir de las representaciones artísticas contemporáneas y de la cultura digital (San Cornelio, 2008). Sin embargo, en la actualidad, las redes sociales y la cuantificación de los datos que generamos en Internet ofrecen nuevas perspectivas sobre el tema y, sobre todo, nuevas aproximaciones metodológicas, que es lo que me gustaría tratar en este artículo.
Siendo un tema tan reciente (prácticamente unos dos años), es interesante observar cómo se perfilan las investigaciones sobre el fenómeno selfie. Algunas de ellas se abordan desde una perspectiva cuantitativa, creando datasets o grandes corpus de datos que recogen este tipo de imágenes, catalogándolas por sus aspectos formales; por ejemplo, colores predominantes o uso de filtros (Zarrella, 2014) o en relación a las convenciones del retrato fotográfico profesional (Bruno et al., 2014). Más abundantemente, los proyectos de investigación sobre el selfie provienen del ámbito de la psicología, centrados en cuestiones como el narcisismo o la autoestima (Gabriel, 2014). En el ámbito humanístico también ha habido un cierto interés por clasificar las diferentes tipologías de selfies, en base a los referentes de la historia del arte sobre el retrato, especialmente en los periodos del Renacimiento y el Barroco. Sin embargo, otras aproximaciones más críticas (por ejemplo, procedentes del feminismo o los queer studies) apuntan que los selfies pueden suponer una forma de expresión que manifieste resistencia a las normas dominantes sobre el género y la sexualidad (Losh, 2014).
Otra de las contribuciones más destacadas en el tema es la de Lev Manovich, quien ha dirigido Selfiecity (2014), un proyecto que mezcla técnicas de cultural analytics, que incluyen una parte de análisis big data (localización) y una caracterización formal realizada manualmente. En este proyecto se analiza una gran cantidad de fotografías (120.000 selfies) publicadas en la plataforma Instagram, localizadas en cuatro ciudades: Berlín, Moscú, Sao Paulo y Nueva York. El análisis realizado ofrece datos de tipo socio-demográfico, como por ejemplo la edad de los sujetos que realizan selfies (entre 21 y 23 años) o la predominancia de fotografías de mujeres. Además, se centra en algunas características formales que definen dichas fotografías como retratos (la inclinación de la cabeza o la presencia, o no, de una sonrisa en la imagen).
A partir de una primera exploración del estado de la cuestión en este tema se deduce que, para entender el fenómeno en profundidad, se debería realizar una aproximación metodológica mixta (tanto cuantitativa como cualitativa) y vincular los selfies al contexto personal donde se producen para obtener una información de mayor calidad.
En un intento de iniciar una pequeña investigación sobre el tema, he realizado una observación inicial de la plataforma Instagram, que es el espacio donde se producen más imágenes de tipo personal (y no el reenvío de fotos de otros usuarios, como podría pasar en Twitter) para ensayar algunas búsquedas y encontrar sus limitaciones. Si realizamos una búsqueda por la etiqueta (hashtag) #selfie en la aplicación móvil de Instagram encontramos un número cercano a los 200.000.000 posts, que se van actualizando cada vez que refrescamos la búsqueda. Este criterio responde a la definición que los propios usuarios hacen de sus fotografías (ellos las etiquetan como #selfies) y tiene un alcance mundial. A primera vista se encuentran algunas pequeñas diferencias entre los diferentes momentos de búsqueda que he probado; por ejemplo, el domingo por la tarde había una mayoría aplastante de fotos femeninas y el lunes por la mañana esta diferencia no era tan acusada. Esto significa que para tener una visión más completa y realista del selfie en las redes sociales se deberían realizar múltiples búsquedas a lo largo del tiempo y observarlas, no tanto como una foto fija, sino como algo que está en continuo movimiento. Esto es sin duda un reto para los investigadores, acostumbrados a manejar datos que se 'congelan' en un momento dado.
En el ranking de hashtags relacionados con el selfie en Instagram, en segundo lugar aparece #selfiesunday (más de 11.000.000), pues el domingo aparentemente es el día de la semana en el que más selfies se realizan (y se etiquetan) como tales en Instagram. Le sigue el #selfiesaturday (1.400.000) y, como curiosidad, el día en que al parecer se toman menos selfies es el miércoles (#selfiewednesday con 131.000 posts). Existen otras etiquetas que incluyen la palabra selfie, aunque en apariencia el contenido no se diferencia de la primera búsqueda, excepto en algunos casos, como por ejemplo #selfiegang (78.000), donde aparecen de un modo mayoritario fotografías de personas de etnia no caucásica, como latinos o afroamericanos. O #selfiegopro (casi 67.000), etiqueta con la que se definen fotografías altamente estilizadas, con encuadres más extremos o que incluyen accesorios para la cámara que permitan una mayor espectacularidad. En esta categoría la presencia masculina y femenina es prácticamente igual.
Para comparar estos datos con los de otras plataformas se replicó la búsqueda en Twitter, donde la aplicación no devuelve únicamente fotografías sino posts donde aparezca la etiqueta. Es más difícil clasificarlas que en la plataforma Instagram, y existe por tanto una mayor variedad de fotografías. Un dato que merece la pena destacar es que la búsqueda un domingo por la tarde arrojó bastantes fotografías de carácter erótico y pornográfico en Twitter, incluso usuarios dedicados 'profesionalmente' a ello. En Instagram no apareció este tipo de fotografías, lo que hace pensar en determinados mecanismos de control de contenidos. En cambio, la búsqueda en Twitter un lunes por la mañana no devuelve este tipo de fotografías, lo que permite deducir que las dinámicas de los selfies están muy condicionadas por la actividad social, profesional o de ocio de los usuarios.
Las observaciones anteriores son deducciones muy preliminares y básicas de lo que se puede llegar a entender de la práctica del selfie. Evidentemente, los métodos empleados son muy limitados: la aplicación móvil no permite realizar búsquedas combinadas, así que hay que recurrir a otras aplicaciones, o crear propias, que permitan cruzar datos de etiquetas distintas y generar visualizaciones, para poden ir centrando los datos si queremos tener visiones más locales o de grupos más pequeños. Asimismo, sería óptimo poder completar las investigaciones con métodos cualitativos para poder entender con profundidad el significado de estas prácticas.
Al final, todos los avances metodológicos dedicados a este campo se pueden aplicar después a otras investigaciones, una vez que el tema pueda haber dejado de ser una moda.
Para saber más:
Bruno, N.; Gabriele, V.; Bertamini, M.; Tasso, T. (2014). “Selfies” Reveal Systematic
Deviations from Known Principles of Photographic Composition. Art & Perception, 2(1-2), 45–58.
Gabriel, F. (2014). Sexting, selfies and self-harm: Young people, social media and the performance of self-development. Media International Australia, Incorporating Culture & Policy, 151, 104-112.
Gómez-Cruz, E. G. (2012). De la cultura Kodak a la imagen en red: una etnografía sobre fotografía digital. Barcelona: Editorial UOC.
Losh, E. (2013). Beyond Biometrics: Feminist Media Theory Looks at Selfiecity. En línea.
San Cornelio, G. (2008). Arte e identidad en Internet. Barcelona: Ediuoc.
Zarrella D. (2014). The Science of Selfies. En línea.
Cita recomendada
SAN CORNELIO, Gemma. Sobre selfies e investigación: algunas consideraciones metodológicas. COMeIN [en línea], noviembre 2014, núm. 38. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n38.1478
Profesora de Comunicación Audiovisual y Diseño de la UOC