El factor R o factor relacional, ya tratado en "Por qué las TRIC y no las TIC", debe integrarse en las prácticas educomunicativas que se producen en el aula, sea presencial o virtual. Estas interconexiones van más allá de las relaciones entre el docente y el discente, y de los propios alumnos con sus compañeros.
El proceso de aprendizaje entendido en su esencia como aprendizaje permanente o “aprendizaje para la vida” (tomamos los planteamientos de Learning: The Treasure Within) debe contemplarse desde un marco de relaciones con lo ya sabido (aprendizaje significativo), lo que se aprende (aprendizaje inmediato) y lo que se va aprender de manera prospectiva (aprendizaje aplicado). Estas tres esferas temporales (pasado, presente y futuro) se conjuntan e interrelacionan de forma integral tendiendo a un aprendizaje global, “para toda la vida”.
En este aprendizaje se dan cita todas las dimensiones relacionales, las cuales podrían asociarse al modelo educativo endógeno que propone Freire, al poner el “énfasis en el proceso” y centrarse en la persona. Esa forma de hacer partícipes a los educandos y, por extensión, a los ciudadanos es esencial para llegar a la autonomía o a la autogestión porque, como señala Kaplún (1998), “sólo participando, involucrándose, investigando, haciéndose preguntas y buscando respuestas, problematizando y problematizándose se llega al conocimiento. Se aprende de verdad lo que se vive, lo que se recrea, lo que se reinventa y no lo que simplemente se lee y se escucha".
La participación activa del discente en el proceso de aprendizaje sólo puede enfocarse desde el uso activo de diversos métodos en los que se produce una transferencia de sus adquisiciones y de sus creaciones. La interferencia constante entre lo aprendido, lo ya sabido y lo que queda por descubrir es una experiencia conexa en la que nada queda al descubierto, si no que todo forma parte del proceso dinámico, inquieto y permanente de aprendizaje. Con el uso exclusivo de técnicas de adquisición del conocimiento en sentido tradicional, tales como la lección magistral, la toma de apuntes textuales o la lectura lineal bibliográfica, apenas se incentiva el proceso de autogestión del aprendizaje. Son necesarios otros operativos menos mecánicos y memorísticos, más activos y abiertos.
La convergencia entre diferentes opciones metodológicas, con el uso de diferentes técnicas activas que permitan el desarrollo participativo de adquisición de competencias de todo tipo, no sólo cognitivas, es lo que bautizamos como intermetodología. El factor relacional en este proceso deriva de la confluencia, intercambio y transferencia de diferentes tipos de actividad o método. La interrelación que se produce entre unas técnicas y otras permite una práctica rica y globalizadora de actividades diversas, sumativas y ampliadoras del propio proceso en el que se dan cita las dimensiones competenciales de análisis-síntesis-reflexión-acción, las cuales se retoman y recuperan una y otra vez, de manera alterna, dependiendo del tipo de técnica que en cada caso se programa y propone al alumnado o que surge del mismo.
Este proceso de aprendizaje pretende convertirse en una dinámica fluida y progresiva mediante la incursión de diferentes modos de inteRacción (destacando la "R" del factor relacional), por lo que descartamos el diseño de una secuencia lineal. En todo momento, se apuesta por las propuestas, comentarios, reflexiones y aplicaciones que surgen de los alumnos. Así puede observarse en algunos grupos de discusión y en algunas prácticas de comunicación digital.
La premisa desde la que se parte es generar espacios que faciliten la exploración individual y colectiva, la participación, el análisis crítico y la producción, todo ello con un componente destacado de recreación. Así, reflexión y creación van unidas de manera interconectada, teniendo en cuenta también la búsqueda del aprendizaje lúdico.
El verdadero sentido educomunicativo radica en que el alumno y el docente aprenden, de tal manera que unos y otros avanzan en el proyecto de aprendizaje permanente. Cada uno de los agentes que forman parte del proceso de construcción del aprendizaje, a modo de células, se organizan en una densa y potente red sináptica. El flujo de energía positiva generada por los propios avances, al igual que ocurre con las neuronas, producen una sinapsis más significativa y útil en sus campos aplicativos, en nuestro caso en las áreas de la comunicación y educación, o en su carácter convergente: en el ámbito educomunicativo.
Cita recomendada
MARTA LAZO, Carmen; GABELAS, José Antonio. Intermetodología educomunicativa y aprendizaje para la vida. COMeIN [en línea], mayo 2013, núm. 22. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n22.1340
Profesora de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad de Zaragoza e investigadora en educomunicación
Profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad de Zaragoza e investigador en educomunicación