Desde hace unos cuantos meses se está haciendo cada vez más popular una nueva manera de comprar, cenar y relacionarse. Se trata de las tiendas y restaurantes pop-up, donde el espacio deja de ser fijo para convertirse en itinerante y temporal para ofrecer, casi siempre, una experiencia irrepetible.
Comprar en un autobús o cenar en un almacén abandonado son sólo algunas de las posibilidades que ofrecen determinadas marcas, una tendencia a la que se han sumado chefs de reconocido prestigio internacional. Envueltos de cierto aire de clandestinidad, los participantes en estos eventos disfrutan de un entorno sorprendente e impregnado de exclusividad.
La tendencia nació en ciudades como Nueva York y Londres, donde nuevos diseñadores y talentosos chefs buscaban vías alternativas para dar a conocer el resultado de su trabajo, mirando la manera de ahorrarse costes fijos como el alquiler de espacios y, a la vez, poder difundir su obra más allá de sus fronteras.
Así, bajo el concepto pop-up –que podríamos traducir como emerger y que se inspira en el mismo nombre que usamos para denominar las ventanas emergentes de Internet– algunos diseñadores de moda empezaron a buscar espacios singulares donde presentar sus nuevas colecciones o vender sus stocks. En paralelo, una nueva forma de disfrutar de una cena especial empezó a forjarse. Se trataba de menús originales ofrecidos directamente por un chef en casas particulares, sótanos o terrazas, caracterizados por celebrarse alrededor de una única mesa con capacidad para un máximo de 25 personas. Una de sus peculiaridades, precisamente, es que los comensales no suelen conocerse previamente entre ellos, por lo que la cena se convierte a la vez en una experiencia social.
Las redes sociales han ayudado en la proliferación de este tipo de encuentros, donde las convocatorias se difunden con un margen de tiempo muy reducido. Una vez dentro del espacio, suele también ser frecuente encontrarse con actuaciones, performances o fiestas organizadas especialmente para la ocasión.
Una de las marcas pioneras en crear una tienda pop-up fue la japonesa Comme des Garçons, que redecoró un garaje de Nueva York hasta convertirlo durante una semana en una tienda abierta al público. Posteriormente, grandes marcas como Apple, Nike o Chanel también han apostado por este nuevo concepto de pop-up store. En nuestro país, la diseñadora vasca Sharon Iturri presentó una de sus nuevas colecciones de bambas customizadas Bala Roja en un especio en Barcelona, promocionándolo a la vez con acciones de street marketing. También en la Ciudad Condal, Custo abrió durante unos días un outlet en la mismísima Casa Batlló. Y, más recientemente, Nike ha abierto durante el mes de agosto de 2012 una pop-up store en el centro de Barcelona, con un diseño que conmemora el vigésimo aniversario de los Juegos Olímpicos de Barcelona’92.
Coincidiendo con la fiebre olímpica, el restaurante itinerante The Cube ha ido aún más lejos: en un espacio de cristal colgado sobre el río Támesis y espectaculares vistas a la ciudad de Londres, un grupo de chefs liderados por Sat Bains, galardonado con dos estrellas Michelin, ha ofrecido menús durante los meses de verano de 2012 a londinenses y otros curiosos ávidos de experimentar nuevas sensaciones. En este caso concreto, la marca Electrolux, constructora del espacio, ha convertido también esta acción en una campaña de relaciones públicas consiguiendo así notoriedad y una nada desdeñable cobertura mediática.
Sótanos, barcos, casas particulares, terrazas, autobuses, camiones, contenedores, plazas… quién sabe en cuál de estos espacios y con qué decoración sorprendente, espera latente la próxima tienda o restaurante pop-up. Lo que sí es seguro es que aparecerán para, rápidamente, desaparecer.
Cita recomendada
ESTANYOL i CASALS, Elisenda. 'Pop-up', un nuevo concepto de tiendas y restaurantes. COMeIN [en línea], agosto-septiembre 2012, núm. 14. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n14.1257
Profesora de Publicidad y Relaciones Públicas de la UOC
@EliEstanyol