La muerte voluntaria del cineasta e intelectual francosuizo Jean-Luc Godard por suicidio asistido ante la imposibilidad de hacer frente a los daños paliativos diagnosticados constituye el último acto de rebeldía de la gran mente privilegiada –tan revolucionaria formalmente como osada y polémica– del arte del siglo XX. El cine queda huérfano, de músculo y de alma.
El adiós de Jean-Luc Godard, en septiembre de 2022, pone fin a la última generación revolucionaria que el gran arte del último siglo, el cine, ha ofrecido: la Nouvelle Vague. Godard, último superviviente del grupo, cierra la puerta al último gran capítulo vanguardista de un arte hoy diluido en la industria del consumo y de la datificación de las imágenes.
Miembro de un grupo de críticos cinematográficos con evidentes pretensiones estéticas reunidos en Cahiers du Cinéma, el boletín fundado en 1951 por el gran teórico de las primeras vanguardias europeas y del neorrealismo André Bazin –y autor del texto fundacional ¿Qué es el cine?–, Godard y el gran François Truffaut liderarían el salto de la crítica a la práctica fílmica que después harían otros compañeros de Cahiers como Éric Rohmer, Jacques Rivette o Claude Chabrol. Godard no solo sería el pionero, materializando el sentido profundo de la palabra avantgarde– la guardia que abre camino–, sino también el más radical, el más formalista y a la vez humanista, el más comprometido políticamente y, por todo ello, el más influyente.
El estreno de Godard como director
En los casi ciento treinta años de historia de cine, muy pocos estrenos en la dirección han tenido el mismo impacto e influencia que À bout de souffle (Al final de la escapada, 1960). Ideada originariamente por el colega Truffaut, que ya había ganado el año anterior el premio a mejor dirección del Festival de Cannes por Les quatre cents coups (1959), la película la filmaría Godard abandonando el guion inicial. Ganador del Oso de Plata del Festival Internacional de Cine de Berlín a la mejor dirección, el film sería un anuncio del cinéma avenir: adiós a las prisiones del lenguaje que habían convertido un todavía joven arte en una vieja locomotora de aparatoso funcionamiento. Godard, más por instinto que por otra cosa, pondría en entredicho el montaje narrativo del plano-contraplano y normas como el salto de eje de cámara, innovaría con largos trávelin en todas las direcciones e introduciría un uso natural de la cámara en mano y del sonido directo, o impondría la filmación improvisada en busca de la espontaneidad entre actores. En la gran década de Godard, los sesenta, también llegarían Bande à parte, Alphaville, Pierrot le Fue, La Chinoise o Week-end, antes de abandonar el cine de vanguardia por burgués y abrazar la revolución a través del arte político. Sería para Godard el inicio de «el fin del cine».
La aportación de Godard al cine
Capaz de «mostrar y mostrarme a mí mismo» (en sus propias palabras), Godard le abriría al cine las puertas de una magia sin trucos: a la creación de un lenguaje propio –característica común de todas las artes–, Godard aportaría una conciencia del espacio y del tiempo fílmicos, la creación de una fenomenología vivencial específica, incomparable a la de ningún otro arte. Las mejores obras nunca escritas sobre el cine –Cinéma 1 (L’image-mouvement) y Cinéma 2 (L’image-temps), de Gilles Deleuze– son el resultado de la impronta de Godard. No inventa un arte milagroso, pero lo actualiza y lo hace salir adelante con nuevas virtudes: si David W. Griffith había aportado a principios de siglo los cimientos de un lenguaje nuevo y los vanguardistas rusos la forma y la ideología emancipatoria en la era de las revoluciones populares, À bout de souffle nos invitaba a sentir el corazón palpitante de la experiencia fílmica como augurio de la revolución cultural y existencial de los años sesenta y setenta. La enmienda a la tradición por parte de Godard no dejaría a nadie a salvo –ni al espectador, ni a los cineastas, ni a los historiadores o críticos.
Acusado de marxista, a pesar de reivindicarse como «sencillamente existencialista», en 1969 formaría el Groupe Dziga Vertov con Jean-Pierre Godin, en homenaje al gran innovador ruso del arte cinematográfico. Este segundo asalto a las normas consistiría en poner en entredicho la noción de autoría, a abrazar el cine hecho en comunidad con el invento de los cinetracts o a vincular el arte de las imágenes al compromiso ético, solidarizándose con causas políticas subalternas como la defensa del Estado de Palestina.
Godard y la digitalización
El tercer salto al vacío, siempre prediciendo el futuro de los tiempos después vividos, llegaría a finales de la siguiente década. Godard se adentraría en las difusas fronteras del arte fílmico a las puertas de la digitalización, considerando el vídeo como herramienta emancipadora y la televisión como el espacio hegemónico para el combate de las ideas. Esta época, larga e irregular, se cerraría con la gran obra maestra de Godard, Histoire(s) du Cinéma, una memorable pieza de ocho capítulos escrita, pensada y editada a lo largo de una década (1988-1998). Reflexionando sobre el propio arte, la obra liquida la hegemonía del cine como arte del siglo y anuncia la entrada al túnel de la posmedialidad que Félix Guattari ya había apuntado brevemente en los ochenta, pero que no sería sistemáticamente teorizada hasta los años 2000 (Krauss, Manovich, Weibel). Godard, el prestidigitador, nos avisaba de lo que hoy todos disfrutamos y a la vez sufrimos: la tiranía de la experiencia impura, promiscua y agobiante de los medios digitales, que anulan nuestra capacidad crítica. Su denuncia de la deriva hipercapitalista hacia la devoración de imágenes, aun así, nunca estuvo reñida en Godard con una incesante reinvención formal y con el placer por el juego tecnológico como estrategias de sabotaje contra la oscuridad de los tiempos poscinematográficos.
Todavía quedarían algunos capítulos polémicos en el camino de Godard, cuya obra no se puede entender sin el retorno a los orígenes que representa su última etapa: una radical invocación al espectador hacia una nueva subjetividad ilustrada. Destaca la trilogía de tono semidocumental, activista y humanista conformada por Notre musique (2004), Film Socialisme (2010) y Le Livre d’image (2018). Los archivos de imágenes de la guerra de Sarajevo, Palestina e Israel se entrecruzan con múltiples encarnaciones del crimen –incluyendo tanto Rusia como las Naciones Unidas– y con escenarios clásicos de la mitología occidental (Odesa, Nápoles, Barcelona). Le Livre d’image, Palma de Oro especial de Cannes (2018) por una obra documental provocadora y a la vez autorreflexiva –sobre la violencia del propio hecho cinematográfico y de las sociedades que lo alimentan–, sería hace cuatro años el epitafio de una obra inclasificable e inacabable. Las decenas de películas del gran maestro francosuizo tal vez ya representen el mejor archivo de la última utopía de la modernidad occidental: la revolución a través del arte. Disfrutemos de este inescrutable libro de imágenesde un mundo que fue y que seguramente ya no volverá.
Para saber más:
BAZIN, André (2006). ¿Qué es el cine? Rialp.
DELEUZE, Gilles (1983). Cinéma 1. L'image-mouvement. Les Éditions de Minuit.
— (1985). Cinéma 2, L'image-temps. Les Éditions de Minuit.
GODARD, Jean-Luc (1960). À bout de souffle.
— (1964). Bande à part.
— (1965). Alphaville.
— (1965). Pierrot le fou.
— (1967). La chinoise.
— (1967). Week-end.
— (1988-1998). Histoire(s) du cinema.
— (2004). Notre musique.
— (2010). Film Socialisme.
— (2018). Le Livre d’image.
GUATTARI, Félix (1986, febrer). «L'impasse post-moderne». La Quinzaine littéraire, no. 20–21.
KRAUSS, Rosalind (1999). A Voyage on the North Sea: Art in the Age of the Post-Medium Condition. Thames & Hudson.
MANOVICH, Lev (2000). «Post-media Aesthetics». manowich.net [en línea]. Disponible en: http://manovich.net/content/04-projects/032-post-media-aesthetics/29_article_2001.pdf
SONTAG, Susan (1968). «Godard». A: David Rieff (ed.) Susan Sontag: Obra imprescindible. Random House.
TRUFFAUT, François (1959). Les quatre cents coups.
WEIBEL, Peter (2006). «The Post-Media Condition». Postmedia Condition. Centro Cultural Conde Duque.
Citación recomendada
GOZALO SALELLAS, Ignasi. «Godard, la última utopía». COMeIN [en línea], octubre 2022, no. 125. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n125.2261
Profesor de Comunicación en la UOC