¿Por qué nos puede interesar diseñar proyectos personales, propios, autoiniciados, autoencargos o como los queramos denominar? O, dicho de otro modo, ¿qué nos puede llevar a vestirnos de diseñador o diseñadora, de cliente y del resto de papeles del auca que hay en el proceso de diseño? Muchos estudiantes que acaban los estudios de diseño se preguntan «¿Y ahora qué hago, si tengo poca experiencia y pocos proyectos en el portafolio?». Pues bien, uno de los caminos que podemos tomar es el del autoencargo.
Los proyectos personales o autoencargos son aquellos en los que no hay cliente, sino que surgen a iniciativa propia del estudio de diseño, agencia o persona creativa, que suele encargarse de todo el proceso, desde el inicio hasta el final.
Nos podemos encontrar en diferentes situaciones –enumeraremos algunas– en las que nos pueda interesar crear proyectos autoiniciados, dejando de lado los posibles momentos de crisis o disminución de trabajo de clientes, cuando este tipo de trabajos aumenta por razones obvias.
Si todavía no hemos tenido experiencia profesional en el ámbito, cuando queramos incorporarnos a un estudio, agencia o colaborar como freelance, este tipo de proyectos nos puede ayudar a ampliar nuestro portafolio. Funcia (2013) ve la oportunidad de transmitir el potencial, la predisposición al trabajo, el nivel de profesionalidad y las capacidades plásticas y conceptuales de estudiantes de diseño. En una línea similar, pero con un portafolio ya consistente, este tipo de proyectos nos puede ayudar a visibilizar el camino hacia el que queremos redirigir nuestra carrera profesional. Por ejemplo, puede ser el caso que nos interese potenciar nuestro trabajo en el campo del diseño editorial, de la ilustración o del motion graphics, por citar algunos, pero que actualmente no sean la rama más visible en nuestra trayectoria. Por lo tanto, podemos crear nuestros propios proyectos para decantar y visibilizar el camino que queremos seguir.
Una vía para ganar premios o por el disfrute y la «gimnasia creativa»
Puede ser la vía para ganar premios del ámbito –lo que en publicidad se denominan truchos–, que, además de visibilidad dentro de la profesión, también suele ser una vía de alimentación de nuestro ego profesional. Òscar Guayabero (2022) apunta, en esta línea, que en la actualidad muchos de los trabajos premiados tienen como cliente al propio estudio que ha hecho el trabajo.
También podemos optar por los proyectos personales solo por el gusto de disfrutar, de desarrollar la curiosidad, de experimentar y explorar nuevas maneras de trabajar. Álvaro Neil, conocido como Biciclown (Graffica, 2018), autor y documentalista, apunta que algunos de estos proyectos no son rentables económicamente, pero sí que lo son emocionalmente. Por lo tanto, nuestro objetivo, en este campo, no pasa exclusivamente por el beneficio económico.
Por último, aunque no menos importante, puede servirnos como «gimnasia creativa», como lo denomina Raquel Pelta (2009), cuando los trabajos libres no responden a ningún encargo concreto ni a la petición de un cliente, pero sirven para experimentar.
Aspectos que tener en cuenta
Ahora bien, ¿qué debemos tener en cuenta cuando nos embarcamos en un proyecto propio de diseño? Más allá de la libertad creativa aparente que puede deslumbrarnos, hay aspectos que hacen de este tipo de proyectos un camino complejo (no necesariamente complicado).
De entrada, hay un aspecto económico que hay que tener en cuenta. Si no tenemos cliente, en principio no hay un ingreso directo que cubra las horas de dedicación y los gastos que puedan estar relacionados con estas. A pesar de que podemos entenderlo como una inversión, hay que tener claro este aspecto antes de empezar. Raquel Pelta (2004) lo describe muy bien cuando habla de que no se trata de un proceso que se pueda abordar de la noche a la mañana. Primero, continúa Pelta, hay que tener una idea inteligente y viable, puesto que no se trata de llenar el mundo de artefactos inútiles, ni endeudarse económicamente.
En este sentido, si tenemos en cuenta una posible autoedición y las horas invertidas, podemos optar, por ejemplo, por el micromecenazgo, así como por la posible colaboración institucional o con empresas. Si tienes una idea, apunta Bruce Mao (Graffica, 2018), y la quieres llevar a cabo, hay maneras de conseguirlo; solo ha de ser suficientemente buena, útil y necesaria.
Si consideramos que, en el tipo de proyecto del que estamos hablando, somos nuestro propio cliente, debemos poder hacernos un buen briefing, que nos guíe en la estrategia conceptual y formal, que defina unos objetivos claros y nos mantenga el foco. Esta no es una tarea sencilla. De hecho, Mario Eskenazi, diseñador de extensa y destacada trayectoria, en una entrevista en el BLANC Festival (2020), confesaba que los proyectos personales no se le ocurren. Él experimenta directamente con los trabajos que está haciendo, puesto que necesita el encargo del cliente.
Por otro lado, puede costar mantener la energía y constancia para sacar adelante este tipo de proyectos. La ilustradora Elena Hormiga (Graffica,, 2018) lo explicita diciendo que «cuando alguien tira de ti es más difícil que abandones, pero cuando estás solo a veces puedes perder el norte».
Los timings pueden ser eternos o infinitos, si no nos marcamos una fecha tope. El día a día se nos come y puede costar encontrar el espacio temporal para dedicarse a desarrollar proyectos personales. Marcarse una fecha tope es indispensable, así como unos horarios para trabajar de manera continuada. Muchos estudios o profesionales del diseño destinan un día de la semana a este tipo de tareas. Núria Vila (Graffica, 2018), diseñadora y directora de arte en el ámbito del diseño sostenible, por ejemplo, empezó a experimentar los viernes con lo que quería y la motivaba.
Por último, debemos aprender a gestionar la confianza en nosotros mismos, así como la autoexigencia. Álvaro Neil (Graffica, 2018) lo resume diciendo que ningún cliente le ha dado más trabajo ni es más exigente que él mismo.
Por lo tanto, podemos combinar proyectos de cliente con proyectos propios, o bien optar directamente por la segunda opción para ampliar nuestro portafolio. Nos puede aportar libertad, motivación extra, experimentación, alegrías y sesiones de «gimnasia creativa», pero también la oportunidad de trabajar nuestro esfuerzo, constancia, autoexigencia o confianza en nosotros mismos. En definitiva, es una práctica interesante y escalable tanto como nos interese, desde unas tarjetas de visita hasta la organización de un evento a gran escala, pasando por la edición de un libro, la creación de una aplicación o el diseño de un espacio, entre otras infinitas opciones.
Para saber más:
BLANC Festival (2020). «Tête à Tête no. 2: Mario Eskenazi». En: Instagram [en línea]. Disponible en: https://www.instagram.com/tv/CAAbejEjAp1/?hl=en.
FUNCIA, Pablo (2013). «Home-made, low-cost, high quality. Del proyecto personal a la autopromoción de bajo coste en el diseño gráfico hoy». En: EME Experimental Illustration, Art & Design [en línea], no. 1, p. 40-51. Disponible en: https://polipapers.upv.es/index.php/eme/article/view/1776.
Graffica (2018). «No clients». En: Graffica. Valencia: PalauGea.
GUAYABERO, Óscar (2022). «¿Para qué sirven los premios?». En: Graffica [en línea]. Disponible en: https://graffica.info/para-que-sirven-los-premios-por-oscar-guayabero/?fbclid=IwAR1YyJH3gJiFS3l2pJcq4UXBkNxXAl-KZeO2jAIFZflUJ00WhnPRJGlBbZE.
PELTA, Raquel (2004). Diseñar hoy: Temas contemporáneos de diseño gráfico, p. 59. Barcelona: Paidós (Colección Pensar en Diseño).
PELTA, Raquel (2009). «Paco Bascuñán. Por siempre». En: Bascuñán, Paco (2009). La deriva tipogràfica, p. 27. Valencia: Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y Campgràfic.
Citación recomendada
MASSAGUER, Lluc. Diseñar y ser cliente/a a la vez: autoencargos y proyectos personales. COMeIN [en línea], febrero 2022, no. 118. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n118.2209
Profesora de diseño en la UOC