Número 103 (octubre de 2020)

Superficie de navegación: espacio para habitar y localizar

Efraín Foglia

No exageramos cuando afirmamos que las ciudades han incorporado una piel digital en su superficie, pues si calculamos la cantidad de datos digitales que circulan por las redes inalámbricas de los centros urbanos, entenderíamos que en algunas zonas existen más bits que cemento. Debido a esto, la superficie habitable se está transformando en un territorio de interacción digital mediada por dispositivos personales y grandes infraestructuras de comunicación.

A todo ello se añade el creciente uso de teléfonos móviles y demás dispositivos digitales que ha saturado las ciudades de portabilidad tecnológica. Dicha capacidad de ubicuidad muestra su eje central en el fenómeno creado por los ordenadores y teléfonos móviles, que han llegado hasta tamaños realmente pequeños y manejables. A partir de ahí, se ha buscado que todas las funcionalidades estén integradas en un mismo dispositivo, fenómeno que anuncia la publicitada convergencia tecnológica.

 

El factor determinante para que esta convergencia tecnológica se pusiera en marcha fue la conexión a internet de forma inalámbrica de estos dispositivos y su conjunción con sistemas GPS. Esta tecnología se ha implementando gradualmente en las ciudades y, al parecer, no hay marcha atrás en el proceso, pues su componente comercial es de vital importancia para la economía actual. Esto también ha dado pie a transformaciones en el consumo de los medios masivos. La convergencia mediática y tecnológica caminan de la mano alimentándose la una de la otra. «Bienvenidos a la cultura de la convergencia, donde chocan los viejos y los nuevos medios, donde los medios populares se encuentran con los corporativos, donde el poder del productor y el consumidor mediáticos interaccionan de maneras impredecibles» (Jenkins, 2008). Las grandes corporaciones que reinaron en la época dorada de la televisión comienzan a transformar sus contenidos y plataformas para poder ser visualizadas en pantallas móviles de espectacular resolución y alta calidad en audio. Al teléfono le queda poco de aquel invento que anticipaba la comunicación de uno a uno, ahora es lo más parecido a un centro procesador de datos con capacidad de interconexión a internet, que, además, sigue evolucionando como la interfaz tecnológica que ha penetrado más en el mundo global y llegado a rincones donde el internet fijo nunca llegó. Ahora el teléfono móvil es un nodo omnidireccional.

 

Se ha iniciado el contagio entre medios masivos, lo que facilita que la ciudadanía se vuelva partícipe de formas híbridas de comunicación. La convergencia tecnológica más corporativa se puede ver materializada en artilugios como el iPhone o el teléfono móvil en general. Básicamente, representan las navajas suizas de las telecomunicaciones: portátiles, estéticas y multifuncionales. Aparentemente, el grado de convergencia de estos sistemas digitales es muy elevado, pero en la realidad las empresas fabricantes se empeñan en generar círculos cerrados de consumo encaminados a preferencias tecnológicas prediseñadas. Se viven momentos de éxtasis y nacimiento de nuevos tecnofetichismos con imágenes de gurús, como lo fue Steve Jobs, que muestran la idea del empresario exitoso que promete antes que nadie la solución óptima para un futuro mejorado a través de las innovaciones de su empresa Apple.

 

Ubicados en esta nueva realidad, cada persona contará con su dispositivo móvil y podríamos aventurarnos a afirmar que muchos de los imaginarios, las metáforas y los debates en torno a las prácticas sociales suceden en el flujo entre terminales digitales donde son registradas las ideas a través de fotos, audio, texto, hipertexto y enlaces de páginas web, creando así un gran libro de bocetos digitales consultable desde cualquier zona del mundo. De esta forma, se está creando una gran pizarra artística global. Es la biblioteca imaginada por Jorge Luis Borges con una sección exclusiva de pensamiento artístico y de todos sus procesos ejecutados en tiempo real. «Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza» (Borges, 1944).

 

Naturalización en la sociedad, naturalización de los problemas

 

Al integrarse y naturalizarse las tecnologías en la sociedad, también se integran en su problemática y generan nuevos conflictos, no debemos olvidar que la investigación tecnológica se basa en la militar. En ciudades con una elevada tasa de violencia, el teléfono móvil se está utilizando para perpetrar secuestros y amedrentar a la sociedad. Asimismo, el tema de la privacidad se vuelve conflictivo, pues el dispositivo receptor está siempre con nosotros, localizado o al alcance del sensor más cercano. Aquellas compañías que intentan publicitar un producto encuentran un perfecto soporte en el teléfono móvil, a través del que lanzan sus campañas sin ningún tipo de principio ético. Se trata del mismo fenómeno que hemos sufrido durante años con el spam del correo electrónico, con la diferencia de que el inbox siempre va con nosotros.

 

Cuando se habla de la extrema vigilancia y el control de los datos por parte de las corporaciones, se puede llegar a pensar que se exagera, pero la realidad demuestra lo contrario. Años atrás se investigó a la firma alemana Deutsche Telekom –una de las principales empresas de telecomunicaciones de ámbito mundial, con presencia en cincuenta países– por el presunto delito de espionaje a periodistas y a sus propios ejecutivos, así como a accionistas. Según un comunicado de prensa de la compañía, se descubrió que hubo casos de mal uso de los registros de llamadas telefónicas en Deutsche Telekom en 2005 y 2006. El presidente del Consejo de Administración contactó con el fiscal para facilitar una rápida inspección de la situación. En el verano de 2007 se investigó un caso a través de filtraciones desde dentro de la empresa. Esto llevó a cambios de personal y organización en el Departamento de Seguridad del grupo, que fue completamente reestructurado y equipado con nuevos mecanismos de control.

 

A la vista de las debilidades identificadas y la gran sensibilidad de este departamento, se recurrió al apoyo de un experto, con experiencia en el Ministerio Federal de Interior. El 28 de abril de 2008 el Consejo de Administración recibió acusaciones aún más severas en una carta de un externo que, al parecer, había estado involucrado en los incidentes y que actuó según órdenes de un miembro del Departamento de Seguridad del grupo. El actual presidente del Consejo de Administración asegura que quieren garantizar el mayor nivel de transparencia posible y permitir que el fiscal juzgue a los responsables. Además, Deutsche Telekom ha contratado a una consultoría legal para que investigue todos los casos alegados de mal uso. A la vista de la investigación criminal en curso, la empresa no puede hacer público ningún detalle más. Tanto el director general como el presidente del Consejo de Supervisión en ese tiempo afirmaron no tener ningún conocimiento del monitoreo de llamadas telefónicas. Por otro lado, la publicación alemana Spiegel afirma que sí que hubo muchas indicaciones en su momento de que, al menos, algo de espionaje a un bajo nivel debió haberse producido. Según Spiegel (información traducida por el autor a partir de los artículos publicados el 26 y 27 de mayo de 2008), si tan solo una fracción de esas alegaciones fueran ciertas, la empresa podría enfrentarse a cargos criminales que van desde violación de la privacidad de las telecomunicaciones a soborno e incluso extorsión. Más allá de lo que resulte de este caso se debe entender que el poder de estas corporaciones no encuentra límites, pues cuentan con las herramientas necesarias para interceptar toda la información que circula por las redes. Estamos hablando de un caso que ha salido a la luz, entre muchos otros, pero intentemos extrapolar esta situación a cualquier otra compañía del planeta. Sin ir más lejos, en mayo de 2008 Spiegel publicó que este era el último caso en una serie de escándalos en Alemania sobre empresas espiando a sus empleados. Un dato vital que establece una diferencia considerable con respecto al resto de casos es el hecho de que el Gobierno federal sea el principal accionista de Deutsche Telekom, la empresa de telefonía más grande de Europa.

 

La naturalización de la portabilidad tecnológica ha favorecido grandes cambios en las actividades económicas. Pensemos en el ámbito laboral y podremos comprobar que, dentro del marco económico global, el trabajador ideal es aquel autorreconfigurable, el trabajador multifuncional en constante mutación de competencias y, ante todo, con la mayor capacidad de movilidad posible. «El individuo de última generación parece estar dando un paso importante, pero a un precio considerable: para romper los márgenes de libertad individual que el contrato social capitalista había fijado –en virtud del concepto de clase– ha tenido que deshacerse de lo público. La consideración de lo público ha sido así reformulada: cesa de existir. Y la privacidad pasa a publicitarse. El individuo ahora es más remplazable que nunca, puesto que ya no representa ningún valor añadido de grupo: simplemente se representa a sí mismo» (Marzo, 2003, p. 7). Vemos a personas usando su ordenador portátil en cafés y aeropuertos, incluso se puede decir que muchas oficinas han mutado en trabajadores en constante movimiento que cuentan con herramientas capaces de generar un puente entre su trabajo y todo el sistema productivo. Con estas interacciones se transforma la relación de las personas con el espacio físico y su interacción con las ciudades. Por ello, es necesario entender la relación entre la convergencia tecnológica y los sistemas productivos. «The more work is done online, the more important it is to understand the techno-social architectures of the tools we use» (Lovink, 2005, p. 16). Por lo tanto, en esta era donde las redes son tan importantes para el desarrollo social, deberá ser importante de igual forma generar una cultura de redes para la ciudadanía.

 

Para saber más:

Borges, Jorge Luis (1944). Ficciones. Buenos Aires: La Cueva.

Jenkins, Henry (2008). Convergence culture. La cultura de la convergencia de los medios de comunicación. Barcelona: Paidós.

Lovink, Geert (2005). The Principle of Notworking. Concepts in Critical Internet Culture. Amsterdam: HvA Publicaties.

Marzo, Jorge Luis (2003). Me, Mycell and I. Tecnología, movilidad y vida social. Barcelona: Fundació Tàpies.

 

Cita recomendada

FOGLIA, Efraín. Superficie de navegación: espacio para habitar y localizar. COMeIN [en línea], octubre 2020, no. 103. ISSN: 1696-3296. DOI: https://doi.org/10.7238/c.n103.2068

cultura digital;  diseño;  publicidad;  ética de la comunicación; 
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