Institut de cultura
 

Muy buenas tardes a todos. Hoy celebramos la quinta sesión del ciclo Cultura XXI: ¿Nueva economía? ¿Nueva sociedad?. Como sabéis, el tema de hoy es "La producción de contenidos culturales (1): información, palabra, editores" o todo aquello que tiene que ver con la difusión del texto o de la palabra a través de los medios virtuales.

En esta sesión nos acompaña Ernest Abadal, licenciado en Ciencias de la Educación y diplomado en Biblioteconomía. Es profesor de la Escuela de Biblioteconomía de la Universidad de Barcelona. Su investigación gira justamente en torno al papel de los servicios de información digital en la sociedad, el papel de las bibliotecas digitales y de los servicios de documentación en la era digital.

También tenemos con nosotros a Jaume Subirana, que es escritor, profesor y crítico literario. Ha sido profesor universitario durante mucho tiempo y desde el año 2000 dirige un sitio web denominado Lletra, dedicado a la literatura catalana y, por lo tanto, a los temas que hoy nos ocupan: cómo se difunde la palabra, el texto, la literatura, etc.

Finalmente, contamos con Vicent Partal. Es periodista, especializado en temas de política internacional; fue uno de los primeros de este país en elegir la opción de hacer, desde 1995, un periódico digital. Supongo que para su propia sorpresa, este periódico, Vilaweb, continúa saliendo hoy en día y es el principal periódico digital en catalán. Así, pues, Vicent Partal es un profesional, un periodista que está en activo en un medio digital.

Por tanto, tenemos en la mesa tres visiones diferentes: una visión más teórica, relacionada con el mundo de la difusión mediante el servicio público de bibliotecas; una visión de la difusión cultural especializada en el mundo de la literatura, también a través de un creador, y una tercera visión desde los medios de comunicación. Ello nos permitirá contar con tres aproximaciones diferentes, y al mismo tiempo complementarias, de cómo la palabra, el texto, la edición pueden ser tratados en la era digital. En primer lugar intervendrá Ernest Abadal.


Resumen:


Desde la perspectiva del bibliotecario, los problemas que afectan a la producción y distribución de contenidos digitales son tres. En primer lugar, el acceso a la información. Disponemos de una gran cantidad de información, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades para acceder a ella. En este sentido, las bibliotecas públicas deben contribuir a garantizar un acceso igualitario a los contenidos digitales. En segundo lugar, la selección y evaluación de esta información. La cantidad de información es tan grande que resulta difícil seleccionar aquello que nos interesa. En esta línea, están apareciendo portales especializados en áreas temáticas concretas que hacen una elección de los contenidos digitales. Y, en tercer lugar, la organización de los contenidos. Actualmente conviven una gran variedad de formatos, que sería preciso unificar con el fin de facilitar el intercambio de información. Se están haciendo los primeros pasos para solucionar este problema con el uso de los metadatos, que identifican los documentos digitales, o el formato XML, que les da una estructura. En definitiva, tendríamos que poder catalogar los contenidos de Internet como si se tratara de una gran biblioteca.


Resumen:

Desde el punto de vista de la literatura catalana –aunque la situación es seguramente extrapolable al conjunto de las humanidades–, se han producido profundas transformaciones que afectan radicalmente al modo de acceder a los textos y de difundirlos. Disponemos de más información –bases de datos especializadas–, más recursos –páginas web que ofrecen material con finalidades pedagógicas específicas– y más accesibilidad –facilidad para consultar textos que antiguamente eran de difícil acceso. La Red también ha mejorado sustancialmente la difusión de la información a través de los medios electrónicos y ha introducido un elemento nuevo –la perdurabilidad– que permite, por ejemplo, que las exposiciones, una vez clausuradas, puedan continuar visitándose en formato virtual. Todavía existen limitaciones, sin embargo, como la mala organización de la información disponible en Internet y –en el ámbito de la literatura catalana– la poca acogida que ha tenido el nuevo medio por parte de los editores.


Resumen:

En la sociedad del conocimiento a menudo se dice que hay un exceso de información, pero precisamente lo que necesitamos es más información para poder entender la sociedad en la que vivimos. La sociedad contemporánea se caracteriza por el estallido de la complejidad y el abandono de los modelos newtonianos y piramidales. Debemos inventar nuevas formas que permitan integrar, sin restricciones, la complejidad en la cultura y el conocimiento. Tenemos que aprender a gestionar la complejidad, y eso requiere una valorización del concepto de complejidad como factor imprescindible para llegar a entender la sociedad actual. De hecho, casi sin darnos cuenta, la complejidad se ha integrado perfectamente en nuestra vida diaria. Como gestores culturales, debemos procurar que esta complejidad sea el rasgo característico de la cultura contemporánea.

Moderador (Joan Fuster): Hemos visto tres ópticas sobre el fenómeno, que no me atrevería a decir que sean complementarias ni opuestas. Podemos empezar este debate como queramos. Ha habido una evidente posición de extremos: desde el elogio a la complejidad de Vicent Partal hasta la Internet-biblioteca, o la utopía de una Internet universalmente organizada, que nos ha presentado Ernest Abadal. Quizás éste sería un modo de empezar. ¿Es deseable la utopía de Internet expuesta por Ernest Abadal? Creo que Karl Marx afirmó que lo que es concreto es tan complejo que debemos inventar los conceptos, porque, de lo contrario, no podríamos gestionarlo. En este sentido, ¿es factible la complejidad infinita presentada por Vicent Partal sin los instrumentos de intermediación que permiten conceptualizarla, instrumentarla y transferirla?

Vicent Partal: Yo pienso que las dos posiciones no están tan alejadas como parece. Hemos puesto el acento en aspectos diferentes: una cosa son las herramientas y otra, los conceptos.

Ernest Abadal: Yo quería decir lo mismo. Vicent Partal ha puesto el énfasis en la producción (Internet permite que haya de todo), pero los bibliotecarios no somos productores, sino organizadores de documentos y de contenidos. Yo he puesto el acento en la organización, un concepto que para algunos puede tener una connotación negativa, pero no para mí, que ya hace mucho tiempo que me dedico a ello. Lo que está organizado ayuda a explotar mejor las posibilidades de este gran volumen de información. En este sentido, creo que se trata de dos puntos de vista contrapuestos porque cada uno de nosotros pone el énfasis en el ámbito en que trabaja.


Abadal:
"Lo que está organizado ayuda a explotar mejor las posibilidades de este gran volumen de información."



V.P.: A mi entender es sobre todo un problema de actitud. Mi ámbito de trabajo sería el mismo que el de Ernest Abadal. Se supone que los periodistas deben decir a la gente qué tiene que pensar de lo que ha sucedido, pero no lo aplico porque toda la reflexión que nos ha movido durante estos siete años en Vilaweb (www.vilaweb.com) me hace pensar que sería una forma de actuar antigua, que ya no tiene nada que ver con la realidad. Creo que es principalmente una cuestión de actitud ante los procesos culturales e informativos. Los gestores culturales o proscriptores, para entendernos, a menudo chocan con el hecho de que están demasiado imbuidos del miedo a la complejidad, demasiado obsesionados por ilustrar o marcar por dónde van las cosas, por crear cánones, etc., y se encuentran con el vacío de una gente que quizás no entiende la letra pequeña, que quizás no es capaz de discutir la filigrana concreta, pero que, en cambio, sí que entiende que aquel modelo le resbala, que no le va. A menudo, esto pasa porque no se es suficientemente arriesgado para entender que la época de los cánones probablemente ya hace tiempo que se ha acabado y, en este sentido, probablemente la época de la organización bibliotecaria ya no toca tampoco, y quizás hace falta inventar otra a partir de este magma que flota por ahí en medio.


Partal:
"Los gestores culturales o proscriptores, para entendernos, a menudo chocan con el hecho de que están demasiado imbuidos del miedo a la complejidad, demasiado obsesionados por ilustrar o marcar por dónde van las cosas, por crear cánones."



Jaume Subirana: Hay una música de fondo en lo que dice Vicent Partal que no me acaba de gustar. Tal como él lo plantea, tengo la impresión de que ahora las cosas son más complejas. Para mí, las cosas no son más complejas, sino que se producen unas transformaciones radicales que hacen que las reglas sean diferentes, pero complejas lo han sido siempre: lo fueron en el siglo III, en el XVII, en el XIX y lo son en el XXI. Lo que sí que hay son estos proscriptores, estos gestores culturales, que todavía no se han dado cuenta de que las reglas han cambiado. En lo que concierne a mi campo, se están produciendo una serie de transformaciones esenciales, radicales. Por ejemplo, el cambio del papel de los editores no es que esté en el horizonte, como mucha gente dice, sino que se está produciendo ahora, y aquel editor que no se lo crea, ya lo verá dentro de cinco años, cuando tenga que cerrar las puertas. Y también cambia la idea de enseñar humanidades –literatura, historia, geografía. Hay muchas cosas que no sé si son más o menos complejas, pero pueden funcionar de otra manera. Algunas presuposiciones, nos guste o no, cambiarán. Por ejemplo, una cuestión que preocupa mucho en mi gremio, la organización y la gestión de los derechos de autor, seguramente, tal como se ha hecho hasta ahora –lo que, por otra parte, no deja de ser convencional–, cambiará. No sé si esto es bueno o malo, pero cambiará; no nos sirve la que tenemos. También hay gente que sufre por el futuro del papel o del libro –yo simplemente creo que se reubicará–, pero eso no es ni más ni menos complejo: es diferente.


Subirana:
"Cambia la idea de enseñar humanidades –literatura, historia, geografía. Hay muchas cosas que no sé si son más o menos complejas, pero pueden funcionar de otra manera. Algunas presuposiciones, nos guste o no, cambiarán. Por ejemplo, la organización y la gestión de los derechos de autor."



V.P.: Complejos lo éramos tanto antes como ahora, pero la conciencia de ser complejos no la hemos tenido hasta hace muy poco tiempo. El ser humano es diferente en la medida en que es consciente. Nosotros no estamos aquí plantados como un árbol, sino que precisamente lo que nos distingue es que vamos adquiriendo niveles de conciencia que hacen que nos relacionemos con nuestro entorno de un modo diferente. La complejidad era la misma, pero no la conciencia de la complejidad. Un discurso como éste es impensable antes de Picasso, Kandinsky o Einstein. No tenía sentido simplemente porque no lo sabíamos definir. En el momento en que sabemos hacerlo, eso nos obliga a actuar de un modo diferente.


Partal:
"Complejos lo éramos tanto antes como ahora, pero la conciencia de ser complejos no la hemos tenido hasta hace muy poco tiempo. El ser humano es diferente en la medida en que es consciente."



En cuanto a los derechos de autor, creo que ha habido un primer choque –y, aparentemente, han perdido– en el caso de Napster, que se ha querido interpretar con el esquema antiguo, diciendo, por ejemplo, que esos señores nos estaban pirateando. A mi entender, si aparece un método que me permite tener música de un cuarteto punk iraní en casa, gratis, y además me permite encontrarla, el problema lo tienen las discográficas. Si empiezo a dar vueltas por Barcelona para encontrar música punk iraní, creo que sufriré bastante. Algunos piensan que Napster pone de relieve la piratería; para mí pone de relieve la ineficacia del sistema de producción y distribución discográfica. Por lo tanto, es necesario situar el problema en este nivel. Podemos poner muchos parches (como los discos antipiratería) para mantener el statu quo y el ancien régime, pero lo que se ha demostrado es que este sistema no funciona.

Un último comentario sobre el tema del libro: yo creo muchísimo en el papel, hasta el punto de que el 12 de junio presentamos el primer libro en papel de una editorial que se llama Vilaweb. Creemos en él absolutamente. No pienso que se trate de una cuestión de blanco o negro. El tema es mucho más complicado que aquello de que "vendrá la revolución y todos al infierno".

E.A.: En lo referente al tema de si utilizaremos papel o soporte digital, creo que se trata de una cuestión secundaria que en ocasiones se sacraliza excesivamente. Si el papel desaparece, no pasará nada; significará que ha aparecido otro soporte que tiene mejores características que las del papel, tal como ha pasado con los discos de vinilo y los CD. A veces eso se reviste con una sacralización que no tiene sentido. Lo que perdurará será la cultura textual, independientemente del soporte en que esté.

La otra cuestión de los derechos de autor se ha vivido en gran medida en las bibliotecas como resultado de una directiva europea, que creo que fue aprobada el pasado mes de abril, sobre los derechos de autor en el entorno digital. Se está produciendo el cambio de pasar de usuarios a propietarios de un documento, del entorno impreso –en el que el libro que comprábamos podíamos leerlo tantas veces como queríamos– al entorno digital, que es un pay-per-view –o sea, si lo miras cuatro veces, pagas cuatro veces. Es un factor que tiene un gran efecto. Se trata de dos elementos contrapuestos: los intereses de los editores –que son muy respetables– y los de los usuarios, que estaban acostumbrados a un entorno que les permitía ir a la biblioteca y leer las revistas tantas veces como querían. Veremos cómo evolucionará la cuestión. Las presiones, sin embargo, van en el sentido de pagar por aquello que se utiliza. En breve, esto puede tener un efecto sustancial y puede hacer aumentar las desigualdades antes mencionadas.


Abadal:
"Se trata de dos elementos contrapuestos: los intereses de los editores –que son muy respetables– y los de los usuarios, que estaban acostumbrados a un entorno que les permitía ir a la biblioteca y leer las revistas tantas veces como querían. Veremos cómo evolucionará la cuestión. Las presiones, sin embargo, van en el sentido de pagar por aquello que se utiliza."



[Fecha de publicación: noviembre de 2002]