Desde la perspectiva del bibliotecario, los problemas que afectan a la producción y distribución de contenidos digitales son tres. En primer lugar, el acceso a la información. Disponemos de una gran cantidad de información, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades para acceder a ella. En este sentido, las bibliotecas públicas deben contribuir a garantizar un acceso igualitario a los contenidos digitales. En segundo lugar, la selección y evaluación de esta información. La cantidad de información es tan grande que resulta difícil seleccionar aquello que nos interesa. En esta línea, están apareciendo portales especializados en áreas temáticas concretas que hacen una elección de los contenidos digitales. Y, en tercer lugar, la organización de los contenidos. Actualmente conviven una gran variedad de formatos, que sería preciso unificar con el fin de facilitar el intercambio de información. Se están haciendo los primeros pasos para solucionar este problema con el uso de los metadatos, que identifican los documentos digitales, o el formato XML, que les da una estructura. En definitiva, tendríamos que poder catalogar los contenidos de Internet como si se tratara de una gran biblioteca.
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1.
| Introducción |
Mi intervención, como ha precisado muy bien el señor Fuster, parte de la perspectiva del bibliotecario, el profesional que se ocupa de organizar sistemas de información. Ésta será mi aproximación a la producción y distribución de contenidos digitales y, sobre todo, de recursos web. En este caso, nos encontramos ante algunos aspectos que cada uno ve de una forma diferente según el ámbito de trabajo. Así, pues, los empresarios ven Internet como una gran tienda; los periodistas, como un gran medio de comunicación; los poetas, como un gran medio de creación, y los bibliotecarios, y los que nos dedicamos a organizar sistemas de información, queremos ver la Red como una gran biblioteca.
En ese sentido, las dos preguntas que yo intentaría responder son las siguientes: "¿Cuáles son los problemas del exceso de información?" y "¿Cuál es el papel de las bibliotecas en la sociedad de la información?" Concretamente, en esta breve intervención, desde el punto de vista de la organización de los contenidos digitales como sistema, intentaría determinar cuáles son los principales problemas que, desde mi perspectiva, afectan en este momento a la producción y la distribución de contenidos digitales. Serían fundamentalmente tres: el problema de la accesibilidad, el problema de la selección y evaluación de estos contenidos digitales y el problema de la organización.
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2.
| Los contenidos digitales |
Para empezar, cuando hablamos de contenidos digitales, nos referimos a todos aquellos contenidos que se han producido o distribuido en formato digital, ya sea en web o en disco óptico. Actualmente hay piezas que se distribuyen en disco óptico, pero es evidente que el futuro será todo a través de Internet, de donde se han sacado la mayoría de ejemplos. Nos referimos básicamente a unos tipos de documentos muy diversos –libros, revistas, información corporativa, bases de datos, etc.– y a un entorno en el que es más fácil que antes convertirse en editores (por ejemplo, para una persona individual, para un pequeño grupo).
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Una vez centrado el entorno en el que nos movemos, pasaremos a abordar el primer aspecto: la accesibilidad o el acceso. El Web o Internet nos facilita tener al alcance una cantidad de información que antes era impensable. Cualquier trámite cultural o administrativo con una institución, si dicha institución dispone de la información, es mucho más simple. A los que hemos podido comprobarlo, Internet nos ha ayudado mucho a ahorrar tiempo.
Ahora bien, en este ámbito también está muy claro que hay una serie de riesgos en cuanto a desigualdades. El sector avanza muy rápidamente y es fácil, tal como nos dicen quienes estudian estos fenómenos, segmentar al público, como mínimo, en tres grandes ámbitos: los usuarios que pueden acceder a la información digital y, además, pueden seleccionarla y pueden hacer uso de ella; aquellos que sólo pueden acceder a la información pero que no saben seleccionarla ni utilizarla, y, como tercer bloque, los que ni acceden a ella ni la utilizan. Ello representa un gran reto, ya que tenemos una gran cantidad de información al alcance, pero debemos conseguir que sea así para todo el mundo. En ese sentido, las bibliotecas públicas pueden contribuir a garantizar este acceso igualitario recuperando aquel espíritu de las bibliotecas del siglo XIX de hacer llegar la cultura a las masas populares.

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"Las bibliotecas públicas pueden contribuir a garantizar este acceso igualitario recuperando aquel espíritu de las bibliotecas del siglo XIX de hacer llegar la cultura a las masas populares."
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Otro problema es la selección de la gran cantidad de información que tenemos en Internet. En la Red encontramos de todo y, seguramente, muchos dirán que encontramos demasiado. En este contexto, la "cara" es que hay de todo, la "cruz", que eso no nos permite encontrar todo aquello que necesitamos. Por tanto, conviene disponer de unos criterios de evaluación determinados con el objetivo de poder seleccionar y evaluar estos productos digitales –y, en este caso, me refiero especialmente al Web, donde hay una cantidad de información que agobia. ¿Cuáles son estos productos que pueden interesarnos?
Existen grupos de personas (organizaciones) que se dedican a abordar este problema con la intención de aproximarse al entorno digital creando unos criterios de selección y evaluación. En este sentido he recuperado un texto de José Ortega y Gasset, del año 1935, cuando hizo una conferencia inaugural en un congreso de biblioteconomía que se celebró en Madrid, en la que hablaba de "El libro como conflicto". El texto dice:

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"Hay ya demasiados libros. Aun reduciendo sobremanera el número de temas en que cada hombre dedica su atención, la cantidad de libros que necesita ingerir es tan enorme que rebasa los límites de su tiempo y de su capacidad de asimilación."
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Este problema que detectaba Ortega en 1935 es exactamente lo que encontramos ahora en el medio digital. Imaginaos qué diría Ortega ahora si en aquella época ya consideraba que había demasiados libros. Y fijaos en la opinión que tenía:

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"Mas no sólo hay ya demasiados libros, sino que constantemente se producen en abundancia torrencial. Muchos de ellos son inútiles o estúpidos, constituyendo su presencia y conservación un lastre más para la humanidad, que va de sobra encorvada bajo sus otras cargas."
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La cuestión es, por tanto, que hay mucho y, además, mucho de lo que hay no vale la pena. En consecuencia, dicho autor afirma que las funciones del bibliotecario serían las siguientes:

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"Dirigir al lector no especializado por la selva selvaggia de los libros y ser el médico, el higienista de sus lecturas."
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Este problema de 1935 hoy día es el mismo, pero aumentado. Es evidente que falta alguien que se dedique a buscar y seleccionar dentro de este magma aquellos documentos que tengan unos índices de calidad que nos permitan aprovecharlos mejor.

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"Es evidente que falta alguien que se dedique a buscar y seleccionar dentro de este magma aquellos documentos que tengan unos índices de calidad que nos permitan aprovecharlos mejor."
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Me gustaría comentar brevemente un par de experiencias. En primer lugar, tenemos un portal de recursos evaluados y analizados, Adam (www.adam.ac.uk), que recoge recursos sobre arte, diseño, arquitectura, etc. Como ésta, podemos encontrar otras experiencias que se dedican a analizar y seleccionar todo aquello que se publica en Internet sobre temas de especialización determinados que en este caso son arte, diseño, arquitectura y medios. Aquí podemos hallar de tres a cuatro mil recursos, no los quinientos mil que encontramos en Google ni en Altavista, pero dichos recursos se han analizado, seleccionado y escogido. Aquellos que llaman a sus puertas no encuentran mucho, pero lo que encuentran ha sido seleccionado y escogido. Se trata de experiencias llevadas a cabo en Gran Bretaña, donde realizan una red cooperativa de diversas áreas de especialización con ese objetivo de seleccionar y evaluar los recursos web, con unos criterios comunes, entre otros aspectos.
Otro ejemplo es el de un proyecto que se está haciendo en Cataluña, el Chilias (chilias.diba.es), que también sigue esta idea de seleccionar y evaluar recursos de interés –en este caso para niños– y presentarlos de una forma que resulte atractiva.
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El tercer gran problema que conllevan los contenidos digitales, desde mi punto de vista, es el de la organización: Internet es un caos, es difícil intercambiar información, todo son formatos diferentes. En este sentido, existen tres líneas en las que se va avanzando, aunque quizás tendría que avanzarse más. La primera línea es lo que se denomina los metadatos, los datos sobre los datos, la catalogación o descripción de los documentos digitales. No se trata sólo de colgar las páginas, sino también de decir quién es el autor de las páginas, qué título tienen, de qué materia tratan, etc. Ésta es una de las líneas en la que se está avanzando para dar estructura a los recursos web. Por ejemplo, los metadatos de la página web de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación (figura 1) son unos campos que nos explican de qué trata la página (archivística, enseñanza universitaria, biblioteconomía), cuál es el título (Facultad de Biblioteconomía y Documentación), quién es el creador (Universidad de Barcelona), etc. Cada uno de los recursos puede estar identificado de tal manera que cuando los buscadores lanzan los motores contra una página, podríamos llegar a buscar por esos campos. Otro ejemplo de ello podría ser una revista electrónica que elaboramos nosotros en la Facultad, donde tenemos el título del artículo y sus metadatos: quién la ha creado, qué materias contiene, quién es su editor, de qué número se trata, etc. Todo ello es una identificación que lleva el documento para ayudar a organizar lo que se produce en Internet.

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"Internet es un caos, es difícil intercambiar información, todo son formatos diferentes."
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Figura 1: Metadatos de la página web de la Facultad de Biblioteconomía y Documentación. [Haz clic para ampliar la imagen]
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Otro elemento que también contribuye a organizar el Web es el XML, un lenguaje de etiquetas que pretende dotar de estructura a los documentos, no desde un punto de vista formal, como el HTML –que muestra una página con cuerpos de letra, colores, etc.–, sino de estructura. Este formato intenta definir las partes que tiene un documento. Por ejemplo, si se trata de una revista, tendrá un titular, un resumen, una entradilla, etc. O sea, se trata de mantener y declarar dicha estructura como si el Web fuera una gran base de datos donde la información puede intercambiarse, de modo que una máquina pueda ir a un recurso determinado y leer su estructura. Aquí tenemos el ejemplo de un sumario de una revista de obras públicas, de 1997 (figura 2). Podemos ver un título, un autor, etc. Esta página, que es una tabla, está codificada en XML, no en HTML, es decir, con unas etiquetas, que pueden ser las que uno quiera siempre que se declare cuáles son y que ayuden a una máquina a reconocer la información, a facilitar la interoperabilidad y a compartir los recursos web de una forma más estructurada y organizada.
Un último elemento sería el tema de los sistemas de clasificación (ontologías, taxonomías).

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"El XML pretende declarar la estructura de los documentos digitales como si el Web fuera una gran base de datos donde la información puede intercambiarse, de modo que una máquina pueda ir a un recurso determinado y leer su estructura."
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Figura 2: Codificación en XML de un sumario de una revista de obras públicas. [Haz clic para ampliar la imagen]
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3.
| Conclusión |
Desde mi punto de vista, tendremos que convertir el Web, Internet, los contenidos digitales en una biblioteca en el sentido clásico, es decir, en un fondo organizado. Internet tiene muchas cosas, nos permite difundir información con facilidad, rapidez, etc., pero debe tenerse estructurado y organizado. Para que podamos aprovecharlo con la máxima potencia, debemos tenerlo catalogado, con metadatos, estructurado. A mi entender tendría que avanzarse en este sentido y, por tanto, sería preciso reivindicar las tareas tradicionales, lo que han hecho siempre los profesionales de las bibliotecas, o sea, facilitar el acceso (hacerlo igualitario). Todo el mundo debe tener acceso a estas herramientas, aunque no todo el mundo tenga contratada una línea ADSL en casa. Por otra parte, las bibliotecas (y otros organismos) deben continuar su tarea de contribuir a seleccionar y evaluar estos recursos, porque, si no, nos ahogaremos con tanta producción y no podremos encontrar aquello que nos interesa realmente. Por último, hay que establecer y aplicar sistemas de organización –metadatos, XML– para que el sitio web aún sea más aprovechable y estructurado. Deberíamos llegar a tener una especie de catálogo que nos permitiera preguntar por un campo determinado, sobre un autor, una materia, etc.

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"Desde mi punto de vista, deberemos convertir el Web, Internet, los contenidos digitales en una biblioteca en el sentido clásico, es decir, en un fondo organizado."
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Eso encajaría con una de las líneas actuales de desarrollo del World Wide Web Consortium (W3C), llamada "el Web semántico" (www.w3.org/2001/sw). Esta es la denominación que utilizan los informáticos en el sentido de intentar que la información que hay en Internet esté lo suficientemente estructurada para que una máquina pueda entenderlo todo y podamos aprovechar y explotar al máximo las posibilidades que nos da el medio, ya que hoy en día, con todo lo que hemos desarrollado, estamos todavía en mantillas. Hay mucho, pero falta mucha estructuración.
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[Fecha de publicación: noviembre de 2002]
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