Conferencia
Conferencia organizada por los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC (Barcelona, 4 de abril de 2002)
Ciberculturas y psicología social
Martín Mora Martínez

Profesor investigador titular del Departamento de Estudios Socio-Urbanos (Universidad de Guadalajara, México)
Coordinador del proyecto de investigación "Estudios en Tecnociencia y Cultura. De la biopolítica a la antropotécnica"
plektopoi@terra.com.mx


Resumen: En esta conferencia el autor presenta un proyecto en el que se plantea explicar lo psicosocial a partir de las nuevas tecnologías. Para ello, utiliza los panópticos, las redes de movimientos sociales y la música industrial como cajas de herramientas para analizar los aspectos psicosociales en la cibercultura. Los panópticos son espacios centralizados de vigilancia y control utilizados como elemento disuasivo resultado de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Las TIC han permitido también la creación de redes que aspiran a promover movimientos sociales alternativos. A su vez, la música industrial recupera tradiciones culturales diversas como el futurismo italiano, la Bauhaus y el dadaísmo y, al igual que la psicología social, se plantea la relación dilemática entre la tecnología y lo humano.


1. Introducción

Buenas tardes. La charla de esa tarde tiene que ver con un seminario que trabajé en el doctorado de Psicología Social de la Universidad Autónoma de Barcelona y, por lo tanto, es una versión sintética de lo que se trabajó durante cinco sesiones y a lo largo de una semana. No será planteado de igual manera, sino que intentaré hacer un resumen más o menos apretado para dar tiempo a hacer la discusión que es lo que más me interesa. Una advertencia adicional: la gente que asistió al seminario en la Autónoma puede participar aunque vamos a hablar básicamente de lo mismo. Sin embargo, como siempre improviso, a final de cuentas no será exactamente igual.

Primero, tendré que aclarar que el planteamiento del seminario (http://www.geocities.com/plectopoi/UAB2002.html), como lo planifiqué con los alumnos del doctorado de la Universidad Autónoma, tiene que ver más con un proyecto de investigación que quiero hacer, que con un trabajo ya hecho. Déjenme contarles que yo trabajo en un Departamento de Estudios Socio-urbanos, que se compone básicamente de sociólogos, antropólogos e historiadores, y en el que el único que es psicólogo, y además social, soy yo. Por lo mismo, de alguna manera soy una especie de ave rara en el departamento: una anomalía que finalmente me permite armar proyectos que tienen una huella distinta a los que hacen los demás.

El proyecto que he planteado en el seminario tiene que ver con una idea que he desarrollado con estudiantes de sociología, a quienes imparto el curso de Iniciación a la investigación, y en donde problematizamos cuestiones de cultura, de nuevas tecnologías y, sobre todo, la manera en que se relacionan con lo social: la manera en que pueden explicarse nuevas formas de lo social a partir de este tipo de cruce de culturas y tecnología.

2. Psicología social y ciberculturas

Debo admitir que se me ocurrió abordar a las ciberculturas para hablar de un tema que ya está bastante gastado. De hecho, a esas alturas muy poca gente habla con entusiasmo de la cibercultura. Al parecer, ya se agotó el tema. Sin embargo, se me hace interesante retomarlo justamente porque ya "se agotó", para ver por qué y en qué se ha convertido después. Por lo mismo, lo que diré, más que un diagnóstico, es una perspectiva que me planteo trabajar. No es un trabajo ya desarrollado, son líneas sueltas.

Por principio, sería bueno que conserváramos en la memoria el sentido etimológico de lo cyber-, o lo ciber-. Como deben saber, este prefijo implica la idea de "conducción" o de "gobierno". De hecho, la palabra kyber en griego tiene que ver con quien conduce los barcos, con el timonel. Esta acepción del gobierno, de la conducción, del control es la que me interesa que rescatemos en general del prefijo ciber-. Más que la idea de los cyber- como quimera tecnológica de máquinas, de aparatos, de terminators, que es la versión más de moda.

También quiero comentar que cuando se habla de psicología social uno puede hablar de lo que crea conveniente, ya que la psicología es tan polisémica que puede jugarse con el concepto. Pero lo que a mí me interesa tiene que ver con la psicología que he aprendido en sitios diversos y con explicaciones muy distintas: en mi universidad en México, primero, y en la propia Universidad Autónoma de Barcelona, que es un espacio muy propicio para de verdad inventarse un asunto y trabajarlo de manera consecuente, sin que colisione demasiado con los cartabones académicos. Sin duda alguna, es un espacio académico en donde uno inventa muchas cosas.

En honor a la justicia, debo señalar que no he tenido una formación académica, en estricto sentido. Entré a trabajar como asistente de investigación en la Universidad de Guadalajara por una casualidad: por haber hecho la tesis de licenciatura sobre el modelo de las "representaciones sociales" de Serge Moscovici, un autor clásico en la psicología social. Debo revelar que hice la tesis por curiosidad y mucha frivolidad: porque nadie me explicaba suficientemente el modelo, porque abordaba la representación social del psicoanálisis y esa sí era mi formación más consistente, porque sus trabajos estaban en francés -y yo estaba aprendiendo francés-, y no porque me interesara demasiado Moscovici. Como nadie en la facultad había hecho una tesis escrita y un documental en vídeo sobre ese autor, me invitaron al proyecto. Contactaron conmigo y me reclutaron de un periódico en donde yo trabajaba haciendo una revista de literatura, escribiendo "versitos y cuentitos". Por eso digo que no tengo una larga experiencia académica. Lo que intentaba hacer con el doctorado en psicología social, con el trabajo aquí en la Autónoma, era sacarle jugo a toda aquella mezcla de literatura y psicología. Porque no iba a dejarlo tirado en la basura y "volverme académico" de la noche a la mañana, que, por otro lado, es una cosa que no me apetece demasiado como forma de vida. Con este largo preámbulo entro básicamente en el asunto de la charla que es: cómo quiero vincular, en el proyecto de investigación que me planteo, lo psicosocial con las ciberculturas. De entrada, contemplo dos flancos.

Primero, por el de los llamados "movimientos sociales". Y segundo, por la música, que es una de mis pasiones —de hecho debo confesar que es mi pasión principal, que me importa más la música que la lectura. Por lo mismo, quiero trabajar la música y, sobre todo, una clase específica de música que se aglutina en lo que ha dado por llamarse "Dark wave". Cuando ustedes van a una tienda de discos a la sección "Dark", siempre encuentran todo "lo raro", así como en la sección "New age" encuentran todo lo que no pueden meter en ningún lado. En "Músicas del mundo" entra todo, como si alguna música no fuera del mundo. En dark wave caben música industrial, música fetish, EBM (electronic body music), synthpop, música gótica, electrowave y, en algunas tiendas de discos, incluso hasta una música que están haciendo ahora algunos grupitos gringos que es un poco chatarra o basura: el nu metal.

A mí me gusta la música industrial y es el género que trabajo en mi estudio. He escogido algunos ejemplos de música industrial para analizar cómo ese tipo de música puede ser un heurístico que explique la forma cómo se conceptualiza lo psicosocial, la relación entre el cuerpo y la tecnologías, y al mismo tiempo, cómo desafortunadamente este tipo de arte contemporáneo no entra a formar parte de los estudios de la psicología social al uso. Existe una razón para esta ausencia y que me parece importante: por la utilización del concepto de "cultura", con todo lo que puede colocarse allí, en la psicología social —la que conozco, al menos— que suele emplearse como mero pretexto, como simple tema para meter en la psicología social más tradicional y más academizada. De hecho, se toma lo cultural como una colección de datos, como un ambiente, como un agregado, y casi nunca como un surtidor conceptual o, al menos, heurístico. La cuestión es cómo se puede intentar hacer psicología social con estudios culturales sin caer en esta última categoría, tal como se usa en el medio anglosajón. Por esto, haré un somero repaso de la tradición de los estudios culturales.

2.1. Estudios culturales

Para hablar de primera mano, daré también una vistazo rápido al cómo conocí los estudios culturales. Cuando estaba haciendo la tesis doctoral, quería trabajar un tema que tenía que ver con el arte y la crítica social: las propuestas de arte público crítico de un diseñador polaco-canadiense, Krzysztof Wodiczko.



Casi todas las referencias de análisis apuntaban a algunos autores clave, desde los teóricos de la cultura y los antropólogos llamados posmodernos —como Marcus, Geertz, Clifford, entre otros—, y terminaban con una serie de autores con unos nombres rarísimos que yo nunca había leído, como Gayatri Chakravorty Spivak, Homi Bhabha, Arjun Appadurai. Són autores que trabajan estos temas desde los llamados estudios culturales en varias versiones -porque los estudios culturales son como una especie de gran fraternidad universal que aglutina diferentes religiones. También, los autores que se dedican a la literatura y que hacen estudios de, por ejemplo, el constructo de "género", como la propia Donna Haraway en algún momento o, más recientemente, Slavoj Zizek, quien intenta hacer una serie de análisis de la cuestión de género utilizando a pensadores que son más cercanos a la psicología: Lacan o el mismo Freud, por ejemplo.


2.1.1. Estudios postcoloniales

Por otra parte, hay una corriente que se llamó "estudios postcoloniales" —ahora no sé cómo se llama, porque todo va cambiando. Se llamaban estudios postcoloniales porque su planteamiento básico pretendía hacer una reinterpretación de todo, de lo social, lo cultural y las disciplinas mismas, a partir del discurso de las colonias. Es decir, cuestionar el discurso de la metrópoli para plantear un discurso alternativo que viniese "desde fuera", desde las colonias. Los estudios postcoloniales estaban encabezados básicamente por gente que desde las colonias tradicionales hacía la reflexión: en el caso de las colonias tradicionales de los ingleses los autores venían básicamente de la India, de Nigeria, algunos de Australia; otros venían de las colonias francesas, que hacían una especie de discurso alternativo al discurso oficial de los franceses. En el caso del "imperio español", las personas que se han dedicado a los estudios postcoloniales no parecen tener tanto éxito por una razón vergonzosa: porque seguimos colonizados intelectualmente y las modas académicas que nos llegan en lenguas distintas nos apetecen más. Eso es una autocrítica que hay que hacer siempre. Lo que nos llega en idioma castellano, español, a veces nos apetece menos que si nos lo leen en inglés, sobre todo, o a veces en francés. Entonces sí que hacemos caso a los autores, aunque la mayoría de veces nos digan cosas que son bastante triviales y repletas de palabrería hueca.

Por otra parte, existen los "estudios subalternos", que también tienen que ver más o menos con el mismo grupo de estudiosos que combinan varias disciplinas, en donde lo que menos importa es respetar las marcas registradas de las disciplinas. Sin embargo, el problema básico es que luego se enfrenta a las resistencias obvias de cada disciplina y a los círculos cerrados, autocomplacientes e ignorantes de todo lo que no les parezca pertinente en su coto de poder/saber. Ahora hablaré de un caso típico de la resistencia de ese tipo: el que ha enfrentado a los estudios de la ciencia y a los estudios de la cultura.


2.2. Estudios de la ciencia: el caso Sokal

Los estudios de la ciencia, en términos muy generales, son otro ámbito de trabajo en donde incluso por idiomas hay una diferenciación muy clara. Los estudios culturales son hechos básicamente en inglés y en chicano, o en spanglish, porque hay mucha gente de las universidades del norte de México y del sur de Estados Unidos que se dedican a esto. Por otro lado, hay una serie de propuestas que se llaman "estudios de la ciencia", que tienen que ver básicamente con la tradición francesa y con el inglés de Inglaterra, y no tanto con el inglés de Estados Unidos. Son como dos imperios muy peculiares e interesantes de analizar porque evidentemente, como todos sabemos, en la academia lo que a veces pesa más son las patadas y los golpes debajo de la mesa, más que los discursos que convenzan.

La idea básica que quiero subrayar es que en el caso de los estudios de la cultura se ha construido una categoría omnicomprensiva que es la cultura y en el de los estudios de la ciencia es la ciencia. En ambos casos el problema de fondo es que se construye una entelequia, una concepto de una metafísica que absorbe todo. Entonces, en un lado, "todo es cultura", y por lo tanto los antropólogos posmodernos afirman que la cultura es como un texto y lo que hay que hacer es traducirlo, reconstruirlo, etcétera. En el otro lado afirman que "la ciencia es un ámbito en donde entra todo" y lo que hay que hacer es analizar qué es la ciencia, qué es lo científico y cómo dibuja el entramado general de lo social. En las dos posturas argumentales el meollo problemático es que, al final, lo que construyen es una entelequia nueva, tal y como hace tiempo existía la entelequia de lo humano o de lo social. Por fortuna, las teorías totalizadoras pueden ser desmanteladas también, si uno las toma con aplomo y no les hace caso de manera irreflexiva. Finalmente, como dice Wittgenstein, no hay que preguntarse qué significan las cosas, sino qué se quiere decir con ellas y cómo las usamos. Así que si uno quiere jugar a ese juego del lenguaje, el dilema es participar en el juego o quedarse excluido.

Voy a poner un ejemplo concreto de cómo se han enfrentado académica y políticamente estas dos tradiciones intelectuales. Ustedes conocen el caso Sokal, que fue aquella broma de mal gusto para unos, para otros simpática —debo confesar que a mí me cayó bien—, que consistía en colar un artículo. Una revista más o menos importante, de avanzada, llamada Social Text, que se edita en Estados Unidos y que muchas veces publica artículos con un lenguaje sinceramente para iniciados, recibió hacia 1996 un artículo de Alan Sokal con un título rimbombante: "Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity", un título que de primera instancia impresiona.

Publicaron el artículo en el número 46-47 y el mismo Alan Sokal envió una carta desvelando el asunto: se trataba de una parodia, escrita con absoluta malicia. Decía que había cogido citas —las había adaptado un poco y las había combinado— y que les había entregado algo que si uno leía con atención se daba cuenta de que no tenía sentido. Les decía que el único sentido que tenía era el de la autoridad moral que representa el usar citas de autores importantes que ellos mismos frecuentaban. Por una parte, les acusaba de no leer lo que les enviaban y, por la otra, de publicar textos en donde no importaba crear sentido, ni comunicar, sino publicar escritos repletos de incoherencias pero "bendecidos" con citas de autoridades. Denunciaba un poco a la mafia que ya sabemos que existe en todas las revistas. Quienes conocemos de revistas sabemos que publican lo que creen conveniente y lo que gusta a sus editores, y que las políticas editoriales se inventan después. Alan Sokal introdujo este asunto y puso a discusión la moda consistente en construir discursos utilizando categorías sin explicitarlas.

Pero la cosa no terminó allí, sino que después hubo una continuación del asunto con la publicación de un libro escrito con Jean Bricmont, que se llama Imposturas intelectuales. Este libro se puede tachar de tomadura de pelo, de cachondeo absoluto, de desfachatez, de brutalidad, dependiendo de cómo lo quieran tomar y de cómo se sienta uno implicado. Pretenden hacer una revisión de citas de diferentes autores más o menos consagrados en la teoría social contemporánea, evidentemente descontextualizados, y en donde evidencian "el sinsentido y el uso inapropiado e inexacto" de conceptos sobre todo de la física. Lo que hacen ellos es denunciar que autores como Virilio, Latour, el mismo Deleuze, Lacan, Luce Irigaray, entre los que recuerdo, utilizaban conceptos alegremente y sin explicarlos. Decían que estaban utilizando los conceptos sin precisión, y que parecía que a la gente le impresiona leer sobre el caos y la mecánica cuántica, por ejemplo, sin que se explicaran los conceptos.

La aparente controversia en el ejemplo de Sokal y Bricmont y que involucra a las dos modas académicas que he apuntado (la de los estudios culturales y la de los estudios de la ciencia), focaliza su atención acerca del supuesto problema de los usos correctos de los conceptos, la pertinencia, el conocimiento: la existencia de dominios académicos cerrados, exclusivos. Uno puede reaccionar ante este tipo de planteamiento diciendo que cómo se atreven a cuestionar la producción contemporánea de las ciencias sociales a partir de la pureza de lenguaje de los conceptos, a partir de la idea metafísica de que hay un sentido cerrado en los conceptos y no, justamente, un uso en un juego de lenguaje. El hecho es que la gente que se pueda sentir más implicada con los autores parodiados se ha incomodado. Yo mismo, en ese tiempo apreciaba enormemente a Virilio, y me enojó mucho que se metieran con él, y no entendía por qué lo hacían si me caía tan bien. Pero cuando uno lo ve sin tanta efervescencia, uno acepta que es pertinente, como decía Wittgenstein, que de vez en cuando haya una terapia de lenguaje. Da lo mismo si es políticamente correcto o no, pero sí es pertinente meterle ruido al asunto para que se mueva algo, porque luego se acartona todo y se convierte en una moda, en el peor sentido. Lo cierto es que el llamado "asunto Sokal" finalmente fue una moda que no sé en que ha terminado ahora (al menos no he seguido sus discusiones).


2.3. Punto de inflexión: Bloom, Rorty, Sloterdijk

Lo siguiente que me gustaría plantearles es que en estos ámbitos de "moda académica" hay dos autores que quisiera que también tuviéramos presentes. Uno es Harold Bloom a quien darán el Premio Cataluña en este año. Harold Bloom es un crítico literario, como insiste en definirse, un crítico de la cultura literaria que está peleando siempre con las modas de Estados Unidos, denunciando lo que él llama "las escuelas del resentimiento", que son los estudios culturales que siempre están utilizando toda clase de argumentos para desmantelarlo todo —entonces siempre están resentidos. Bloom escribió un libro que se llama El canon occidental, que también levantó polvo porque al final del libro planteaba cuál es su canon, es decir, cuáles creía que eran los autores importantes en la literatura en lengua inglesa y en alguna parte en lengua castellana. Y la primera parte del libro es una explicación que tiene que ver con los autores canonizados. La discusión de El canon occidental fue entre gente que evidentemente no había leído el libro, que se quedó con la anécdota de que había un autor que se atrevía a decir que uno de los mejores autores de lengua inglesa es Shakespeare, en primer lugar. Eso sí lo dice. Afirma que Shakespeare ya ha inventado todo, que de hecho ha inventado la naturaleza humana.

El otro autor que me gustaría que recuperaran se llama Rorty, Richard Rorty, que vino a Girona hace cuatro o cinco años a la cátedra Ferrater Mora, en la Universidad de Girona, y dio un ciclo de conferencias sobre el pragmatismo, que ha sido como su alegato contemporáneo. Richard Rorty también se está metiendo en muchos problemas como filósofo en Estados Unidos porque defiende la recuperación del pragmatismo. Algunos lo llaman neopragmatismo, pero es el pragmatismo de William James y de James Dewey. En lugar de discutir otra vez la metafísica —qué es el hombre, qué es la naturaleza humana, la verdad de estas cosas—, se trata de hablar de cuáles son los problemas éticos, cuáles son los efectos concretos de la discusión filosófica y cuáles son los asuntos que nos importan. Rorty dice que hay asuntos importantes como la clonación, la biotecnología, la fertilización in vitro, la eutanasia, que son problemas que los filósofos no discuten de manera ordinaria, porque siguen pensando en cosas muy metafísicas.

Para aterrizar en lo más concreto les mencionaré a otro autor sumamente interesante. Se llama Peter Sloterdijk y está sonando en las últimas fechas. Los franceses lo están poniendo de moda con la discusión sobre "el posthumanismo". Los ingleses todavía no lo han descubierto, pero seguramente cuando lo hagan y empiecen a proliferar los readers, entonces todo el mundo comenzará a citarlo. Por fortuna, en España hay filósofos que están reflexionando con, a favor y en contra de Sloterdijk. Es el caso de Fernando Savater, José Luis Pardo, por ejemplo. Ya hay un número de Archipiélago (http://www.archipielago-ed.com), el 45, dedicado al tema. Es un autor que también entra dentro de todo este juego, porque es un autor que dice que hay que pensar en cómo se está construyendo la idea de lo humano o cómo se puede generar una idea distinta de lo humano.




2.4. Panópticos y redes

Llegamos ya a los dos ejemplos sobre los que me gustaría trabajar y sobre los que he estado parasitando información tanto en el seminario como en la sesión de hoy. En el caso de las ciberculturas, una de las áreas de trabajo tiene que ver con la utilización de las tecnologías, de las llamadas TIC, es decir, de las tecnologías de la información y la comunicación, y más concretamente con el artefacto que es el ordenador y con los efectos sociales que tiene su uso. Para explicar un poco lo que es un panóptico creo que debería hablar del proyecto Echelon y para explicar la idea de lo que es una red debería hablar de Indymedia.

El proyecto Echelon surgió de Estados con la intención de aprovechar la infraestructura de los satélites y hacer un modelo de vigilancia, rastreo y cruce de informaciones en sitios estratégicos de todo el planeta. Los centros de operaciones básicos estaban en Estados Unidos, en Australia y en Inglaterra. A esta red Echelon se han ido añadiendo gobiernos distintos que quieren conformar una gran red de vigilancia vía satélite y vía nodos en tierra.

El proyecto Echelon se supone que intentaba ser una especie de gran panóptico, en el sentido foucaultiano, es decir, un espacio centralizado de vigilancia y control para hacer una tarea de disuasión. Funciona con el principio del panoptismo —al margen de que funcione realmente o no— como vigilancia del fax, el teléfono, los mensajes de correo electrónico, los medios de comunicación... Una de las cosas que ha demostrado que el proyecto Echelon no funciona, no controla nada, han sido los dos aviones que se estrellaron en las torres gemelas de Nueva York. No sirvió para nada tanto ejercicio de vigilancia: para una cosa tan peregrina como secuestrar y estrellar un avión.

Indymedia (http://www.indymedia.org), que en primera instancia es una especie de portal, es una red completa de movimientos sociales alternativos o de nuevos movimientos sociales cuyo nodo de relación son páginas web y trabajo concreto en lo local. Indymedia y sus diferentes foros de trabajo intentan generar una gran movilización antiglobalización, que tiene que hacerse presente en los diferentes escenarios con actividad muy concreta de acción directa. Lo que hemos visto como su problema —es una hipótesis mía, no sé qué tan correcta sea— es que Indymedia lo que ha hecho es desmovilizar, porque no es lo mismo suponer que uno ya está movilizando a todo el mundo a través de un correo electrónico, en un foro virtual, que salir a la calle y hacer algo concreto. Son dos instancias distintas de acción política, con lógicas distintas y que no siempre convergen.

El supuesto trabajo de red ha funcionado poco porque lo que ha hecho ha sido ser contrapunto. Lo mismo se vio hace unas semanas aquí en Barcelona. Yo siempre he creído que hay que pensar al revés. Si la policía no hubiera estado allí, la gente que se iba a manifestar no hubiera tenido ningún rol concreto. Pero como la policía estaba allí, la gente tenía que manifestarse y entonces, todos contentos, hacían su tarea: los policías haciendo labor de presión y de control y los otros haciendo labor de resistencia y anticontrol, etcétera. El resultado final ha sido que los dos han trabajado para una instancia concreta, que son las reuniones "cumbre" de los organizadores de lo global —que cada vez que monten su "pieza cómica" van a tener gente que va a hacer movida, van a tener publicidad y éxito asegurado y van a sacrificar la movilidad de la gente, como ha ocurrido en Barcelona. Eso es lo que buscan las "cumbres": no ha funcionado para nada en concreto. Al igual que con Echelon, se desmantela el concepto: el panóptico no sirve para nada y la Red no sirve para mucho.

A propósito de panoptismo, hay una discusión en boga en este momento: la discusión generada desde España y desde algunos países de Europa para hacer el proyecto Galileo. El proyecto Galileo es la utilización de tecnología de satélites para hacer un sistema de rastreo parecido a lo que los gringos llaman GPS, que es el seguimiento por satélite de cualquier cosa que tenga instalado el trasmisor. Los Estados Unidos, evidentemente, están en oposición porque no quieren permitir que Galileo funcione, porque significa que a ellos se les acaba la prerrogativa del GPS. Ahora es la discusión de moda. De hecho, en el suplemento Ciberpaís de El País, hoy viene que siguen discutiendo sobre el tema. Dicen que el hecho de que el proyecto Galileo funcione o no, depende de que los gringos quieran.


2.5. Música industrial

Por último, para hacer el cierre final: la música industrial, ¿qué es? Ustedes ya lo buscarán luego en la Internet, que para esto sí sirve la Red, para encontrar información muy interesante. La música industrial es, en mi opinión, la versión contemporánea de la música clásica, una nueva música clásica. Es decir, la música que está construida con armonías complejas, pero con principios instrumentales o rítmicos muy sencillos. Lo complejo que tiene la música industrial es la utilización de la tecnología, es decir, los sintetizadores, cajas de ritmo, etc., pero tiene motivos bastante sencillos. En términos muy generales, a nosotros nos suena raro porque "hay mucho ruido": hay aparatitos, rechinidos, loops, suenan campanitas, golpecitos desconocidos; no la entendemos ni asimilamos a la primera. A mí me gusta y trato de entenderla y usarla para trabajar.

La música industrial, por otro lado, es una música que recupera tradiciones culturales diversas. Una es el futurismo italiano, que es una propuesta de finales del siglo XIX y principios del XX. Podríamos decir que era el primer intento sistemático y organizado de poner en juego la idea de la tecnología, de la revolución industrial, en lo cotidiano. Era preguntarse de qué manera las máquinas estaban transformando lo social, a principios del siglo XX, sobre todo en los países industrializados. El futurismo italiano era un movimiento de gente que a lo mejor no tenía nada que hacer -las movidas culturales surgen de gente que no tienen nada que hacer, de ociosos. Proponían manifiestos y los publicaban en periódicos: el manifiesto futurista. La música industrial recupera parte de eso, un movimiento que trataba de la belleza que hay en la tecnología y en la industria. Una de las frases típicas que ya es un lugar común, es que hay más belleza en el motor de un automóvil que en la Victoria de Samotracia. En ese tiempo era como preguntar a la gente por qué iban a un museo si tenían un automóvil Peugeot nuevo y mucho más bello.

Otra recuperación que me parece que tiene la música industrial es la Bauhaus. Pero no la Bauhaus de la arquitectura —que es la versión que más o menos conocemos—, no la Bauhaus de Walter Gropius o de Mies van der Rohe al final, sino la Bauhaus con una idea básica: la reconciliación entre la funcionalidad y la belleza, la reconciliación entre el diseño de las cosas bonitas con la funcionalidad. Lo que intenta la música industrial es poner una nueva idea de lo que es lo bello con lo funcional. Son cosas muy sencillas pero con una idea de belleza rara, bizarra, que algunos juzgarían barroca.

Una última cosa que tiene que ver con la música industrial es el movimiento dadaísta. El dadaísmo es la instalación, el movimiento cultural de los cafés y de los espacios de performance de artes diversas. El primer espacio donde se trabajó fue el cabaret Voltaire, en Zurich, que es donde empezó el movimiento dadá. Era un café donde lo que importaba era ir a hacer esa performance, y cada cual llegaba con su asunto estético, con su propuesta artística y lo convertía en performance. Se valía hacer pintura, música, danza o lo que fuera. La consigna del cabaret Voltaire era hacer escándalo.

Para no entrar más en detalles, estos tres movimientos parecen encontrarse en la música industrial. La música industrial parte de un concepto básico que es no sólo hacer música, sino hacer multimedia. Todos los grupos de música industrial piensan en cómo hacer el vídeo, como hacer la performance en los conciertos y cómo hacer la música, a diferencia de la música que podríamos llamar "más convencional" —pero que no es exactamente eso— en la que yo hago la canción, la compongo en la guitarra y luego en el piano, la voy llenando de capas, hago los arreglos, la grabo… y termina cantándola uno de los de "Operación Triunfo", por ejemplo, que es la salida más patética para una cosa importante. En el caso de la música industrial es casi al revés. Yo tengo la idea de un vídeo, tengo una imagen y le voy metiendo música.

A mí me gustan muchos grupos de música industrial. Citaré sólo a dos de ellos. Uno se llama Nine Inch Nails (http://www.nin.com) —que quiere decir "clavos de nueve pulgadas" o "uñas de nueve pulgadas"—, que es de un amigo que se llama Trent Reznor. Él produce sus discos y produce discos de otra gente, pero lo que hace es hacer un seguimiento de obra. Ya decía en el seminario que todos sus discos van seriados. Aunque se llamen distintos son Halo número 1, Halo número 2, 3, 4. El último que hizo se llama Halo 17, o algo así. Es como hacer una especie de gran sinfonía a la que le va agregando capítulos.

El otro grupo se llama Einstürzende Neubauten (http://www.mutelibtech.com/mute/neubau/neubau.htm) y es un grupo de alemanes que se dedican a hacer música. El nombre es un juego de palabras en alemán que quiere decir aproximadamente "derrumbe de lo recién construido: lo que acabamos de construir, lo destruimos de inmediato". Es una idea notablemente arquitectónica. Algunas de sus obras son llamadas "Estrategias contra la Arquitectura". De hecho, todos sus discos tienen que ver con la arquitectura, con la física y demás.

Recuerdo que en Halo 12: Closure, una caja de dos vídeos de Nine Inch Nails, aparecen canciones que muestran en imágenes violentas (y censuradas, incluso), la vinculación arrolladora entre las máquinas y el cuerpo humano. Recuerdo especialmente los vídeos de las canciones "Happiness in slavery", "Closer" o "Help me I'm in hell".

Lo que plantea un poco este tipo de música es la relación problemática entre las máquinas y el cuerpo humano, un tema que en psicología social en los últimos tiempos ha sido importante. De hecho hay más o menos una tradición que empieza a consolidarse sobre trabajos de cuerpo, de corporalidad, sobre qué es el cuerpo, pero no en sentido metafísico o incluso lacaniano —que considera el cuerpo una especie de cosa extraña—, sino el cuerpo de carne y hueso, o sea, lo que se tritura. Esa es un poco la constitución de qué es lo humano en todo esto, es parte del asunto, por esto les pedía que tuvieran a Sloterdijk en la cabeza.

Otra cosa que tiene que ver con esto es que el vídeo de "Happiness" en particular dio pie a una moda de producir vídeos más o menos siguiendo esta idea que continúa hasta la actualidad. Casi todos los grupos de música se dedican a pensar primero el vídeo y hacen la música después, y cada vez están haciendo cosas más difíciles de ver de primera instancia. Si uno quiere meterse a trabajar la música y la cuestión visual, uno tiene que entrar a ver esto o no verlo. Entrar a verlo significa de qué manera se está planteando el asunto de la relación entre la tecnología, lo científico, lo humano y demás. Y este, es un tema paradigmático en la psicología social.




2.6. Psicología social y socialidad

Me gustaría que aterrizáramos en lo que es la psicología social para que no suene como un trayecto un poco raro. En psicología social hay varios conceptos que son importantes para trabajar, como los de identidad, socialidad, interacción y uno que a lo mejor no entra como parte de la psicología social, pero que va a entrar, que es la acción política. Con esta moda que está poniéndose de trabajar movimientos sociales y demás, seguramente la psicología incluirá la acción política como un concepto.

El asunto es que en muchos trabajos de psicología social —yo he revisado algunos que intentan trabajar estos temas— se acercan a estos temas sin eliminar los conceptos clásicos. Hay trabajos que quieren trabajar la identidad, por ejemplo en los chat, pero sin desprenderse de la idea de identidad como un concepto más o menos clásico, que es un principio de orden que aglutina una composición más o menos consistente de algo que se mantiene, aunque puede cambiar —uno puede entender la identidad como algo que se transforma, se negocia, todo lo que ustedes quieran, pero al final de todo persiste esa idea básica que la identidad es una construcción que se mantiene.

Otro concepto que he escuchado aquí, y que planteo aquí para ver si peleamos un poco, es la idea de socialidad. Cuando se habla de la cuestión de la cibercultura o de las tecnologías de información y comunicación, se habla mucho de la socialidad, entendida como ese concepto que nos sirve para explicar lo que ocurre en las interacciones en red o en línea: 1) me tomo un café con alguien, le doy un abrazo, le doy un beso y, más tarde, 2) por Internet quedo para tomar un café, le doy un beso pero es un beso virtual, le envío un emoticono que son unos labios. En ambos casos, aparentemente ocurre una interacción similar, una socialidad semejante. Pero los dos órdenes no son iguales. Yo soy más clásico y sigo prefiriendo el primero, el de lo más directo, lo más físico. Entonces no se habla de lo mismo. En realidad, el segundo momento, el de la mediación de la Internet, lo que sucede es una simulación y una activación de las fórmulas que se construyen y experimentan cara a cara. Es decir, en la Red no habría socialidad sino, acaso, simulación de situaciones cara a cara.


2.7. Acción política y nuevas tecnologías

Finalmente, la acción política. Como vimos en la idea de los panópticos y redes, lo que hace toda moda es construir un escenario nuevo para repensar lo social, pero al mismo tiempo se tiene que agotar. La función que tiene el lenguaje es construir cosas para luego endurecerse en conceptos a los que hay que darles una patada para hacer otros nuevos. No se vale tener un concepto que sirve para todo. Es como tener una herramienta para todo: no se puede, hay que utilizar diversas.

El concepto de la acción política entra aquí porque lo que se ha producido es un efecto de desmovilización en muchos casos. Quiero que entremos a debatir y por eso lo digo aquí en la UOC: lo que provocan a veces las TIC es un efecto de desmovilización real, con la idea de que hay el fantasma de que nos movilizamos, estamos en la Red, lo que sea. Pero bueno, sí y no. Sí estamos, pero tampoco estamos, porque finalmente si entendemos la idea de la actualidad y la virtualidad, debemos entender que lo virtual es lo posible; que entonces lo posible se va construyendo con actualizaciones, con actualidades. Entonces, si no se saben las condiciones y problemas de dichas actualizaciones en las comunidades más claramente "locales", lo posible no es viable, y entonces lo virtual puede ser un concepto que no tiene sentido. En otras palabras, la institución generada localmente a partir de la virtualidad, genera un efecto de supuesta actualidad encarnada en aparatos, procedimientos, dispositivos: la Red misma como un fetiche, la "comunidad virtual" como una nueva entelequia que desmoviliza, que despolitiza, que encubre con supuestos tecnocientíficos la acción política efectiva.

Pero tampoco se trata de hacer psicología comunitaria a la usanza clásica, definida territorialmente (¿a partir de cuantos metros cuadrados hay comunidad?) y en donde lo que se exige es ir "a mojarse" a las comunidades, ir a llevarles paquetes de alimentos a los pobres, abanderar movimientos populares, etcétera, como indicador de acción política. Esto es hablar de mesianismo. Pero la acción política tampoco es esto necesariamente. La acción política no consiste en respetar los límites de las disciplinas, despreciar espacios de producción cultural como la música industrial, repetir mecánicamente los mantras de las comunidades virtuales, la ciberguerrilla, las ciberculturas. Tampoco, que alguien monte una página web, la llame "Indymedia", "Plektopoi" o "Nodo 50", y cuando todo el mundo entre ahí, "ya está movilizado políticamente". A lo mejor sí y a lo mejor no. En todo caso, la psicología social podría echar una mirada a estas cuestiones.




Enlaces relacionados

Departamento de Estudios Socio-urbanos. Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (Universidad de Guadalajara, México):
http://www.cucsh.udg.mx/divdep/divydep.html
Departamento de Psicología de la Salud y Psicología Social (Universidad Autónoma de Barcelona):
http://seneca.uab.es/salut_social/
Indymedia (Independent Media Center):
http://www.indymedia.org
Plektopoi. Martín Mora en Ciberia:
http://www.geocities.com/plectopoi
Seminario Ciberculturas y Psicología Social (Universidad Autónoma de Barcelona):
http://www.geocities.com/plectopoi/UAB2002.html
Página oficial de Nine Inch Nails:
http://www.nin.com
Página de Einstürzende Neubauten:
http://www.mutelibtech.com/mute/neubau/neubau.htm
Metropolis Records (música industrial):
http://www.metropolis-records.com
Breve historia de la música industrial (para neófitos):
http://www.geocities.com/eltopo_2000/indes.htm
Música industrial y rave:
http://www.hyperreal.org
Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura:
http://www.archipielago-ed.com
[Fecha de publicación: julio de 2002]


SUMARIO
1.Introducción
2.Psicología social y ciberculturas
2.1.Estudios culturales
2.1.1.Estudios postcoloniales
2.2.Estudios de la ciencia: el caso Sokal
2.3.Punto de inflexión: Bloom, Rorty, Sloterdijk
2.4.Panópticos y redes
2.5.Música industrial
2.6.Psicología social y socialidad
2.7.Acción política y nuevas tecnologías