En este contexto habla a continuación Alexandre López Borrull, profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación y experto en aspectos legales de la información digital, preservación digital y acceso abierto, entre otros.
[Entrevista de Jose Medina]
-¿Qué magnitud tiene el cierre de Megaupload? ¿Crees que representa un precedente real en el control de contenidos en la red?
Megaupload y cómo acabe su juicio y el proceso de cierre, así como la recuperación de los archivos que han quedado intervenidos en los servidores, será el paradigma de los contenidos en formato audiovisual, de la misma forma que Napster a principios de siglo fue el paradigma del formato audio.
Tiene también la propiedad de situar otra vez el debate sobre los derechos de autor y, en el fondo, la transición real, y no teórica, a la sociedad y sobre todo la economía del conocimiento.
Será un precedente real teniendo en cuenta que el resto de servidores ahora analizan su propia situación. En el sistema judicial de Estados Unidos, tan ligado a los precedentes, se abre un escape que habrá que ver la generalización real que tiene en el resto de servidores similares. Megaupload no era el peor; probablemente era el más conocido y, quizás, el más chapucero en jactarse del negocio que había hecho.
Como profesionales de la información, siempre estamos en la tensión entre los usuarios que legítimamente quieren acceder al máximo número de contenidos y los creadores de contenidos que también legítimamente, no lo olvidemos, defienden sus intereses. Sorprende sinceramente, estos días, leer algunos discursos de defensa de una empresa que se ha enriquecido y críticas a los creadores de contenidos, que —digamos— cada vez son menos ricos de lo que podrían. Habrá que encontrar el equilibrio en la visión de este asunto.
-Los defensores de la libertad de contenidos acusan a leyes como la SOPA de tener detrás intereses de diferentes corporaciones, como Apple o Microsoft, para que todos los contenidos de la red pasen por la criba comercial. ¿Hasta qué punto es o no así?
En primer lugar, hay que recordar que la intervención judicial se ha llevado a cabo con la actual legislación, la proveniente de la Digital Millenium Copyright Act. Por lo tanto, si la ley SOPA o la PIPA, actualmente en debate, restringen, como parece que se apunta, el movimiento de contenidos, habrá que ver cómo evoluciona la ley que finalmente pueda o no aprobarse.
Sintomáticamente, tal como apunta Vicent Partal, hay que entender probablemente el contexto del momento. El sector de los productores de contenidos ha intentado efectuar distintas estrategias. La tecnológica, vía protección de medidas anticopia, no ha tenido éxito. Por lo tanto, la más sencilla, a base de invertir ingentes cantidades de dinero como lobby, parece preferible, y más en un momento cercano a las elecciones presidenciales americanas, en las que los candidatos, a diferencia de Europa, tanto necesitan los votos —perdón, el dinero— de cualquier colectivo.
En momentos de cambio como el que se presenta en la actualidad, con los derechos de autor se adopta peligrosamente la posición de blancos y negros. ¿Hay que defender como liberadora de contenidos a una persona que ha llegado a ser de las más ricas de su país de acogida?
Sin duda, uno de los problemas, como ya se vio em Naspter, es que los creadores de contenidos no han sabido crear un modelo de negocio alternativo en el que la venta de los contenidos represente un porcentaje menor y sea mayor el de los contenidos complementarios, o el merchandising o algún producto paralelo a los conciertos en formato de audio.
-El control de la piratería ha sido una tónica habitual desde la popularización de la red. Casos como el de Napster o The Pirate Bay no han parado estas prácticas y parece que seguirá así. ¿Las corporaciones deben seguir luchando como lo hacen? ¿Haría falta un cambio de concepción de cómo se saca rédito de los contenidos? ¿Cuál es tu opinión?
El caso de Megaupload nos viene a decir que lo que es difícil de controlar son miles de usuarios que intercambian contenidos en redes P2P, pero que, si se encuentra un intermediario clave que lo favorece y almacena, y además se lucra, es fácilmente perseguible. El problema es la ecuación de pensar que cualquier espacio en la red (como pasaba en el caso de los CD) sirve para subir contenidos ilegales y todos los contenidos propios de los usuarios ya no están. En Youtube y Napster es más sencillo buscar los contenidos ilegales y pedir su eliminación. En los servidores con unos enlaces indescifrables la cosa era y es mucho más compleja.
El debate sobre el modelo de negocio de los contenidos es básico, y lo será más en los próximos años. El aumento de la velocidad de descarga nos llevó del mp3 con Napster al mp4 con Megaupload; pero, mientras la industria cinematográfica no cree un modelo propio, será imposible controlar su uso indebido. Las garantías legales tienen que prevalecer, y pienso que siempre será más justo que alguien propague contenidos ilegales que el cierre de los servidores propios de gente que los emplea legítimamente. Habrá que ser cuidadosos con quien pide el cierre y quien lo acepta, y sobre todo quien controla el proceso.
Ciertamente Estados Unidos, en cuanto al negocio de contenidos, es el ámbito que lo sigue liderando mundialmente en el campo económico, cuando en el resto de modelos comerciales se está viendo desplazado. Pero mezclar censura con contenidos que legítimamente tienen derechos de autor es igualmente peligroso. Google se exclama contra una determinada legislación, pero acepta las condiciones de China.
Hace algunos años tuvimos que preguntarnos cuánto pagaríamos por escuchar canciones. La respuesta fue que poco, y que podríamos pagar. Ahora habrá que hacer la misma pregunta para series y películas. Mientras cualquier legislación vaya atrasada respecto a las evoluciones tecnológicas, seguiremos corriendo, dando vueltas como en una rueda dentro de una jaula, y no avanzaremos.